Publicado inicialmente en AbreteLibro el 30-Abril-2008
Querida Sonsoles
Ayer estuve haciendo orden en el cajón de los recuerdos, tan desordenado que casi había perdido hasta la memoria. Al fondo encontré tu nariz, esa nariz que no diría excesiva, pero si amplia y resuelta, de tan extrañas proporciones, que iluminaba ampliamente tu sonrisa, Sonsoles.
Aún alcanzo a recordarla, estrecha justo en el entrecejo, donde daba su comienzo, y como se dilataba suavemente, rebelándose y ganando cuerpo hasta el ligero saliente, algo más ancho, que a modo de caballete apuntaba en la parte central de la nariz, y ya, como en un vuelco, resbalaba hacia la punta, que tomaba el relieve de un garbanzo, tierno y pequeño, que se asomaba ya, por fin, a esa tu sonrisa tan clara, Sonsoles.
Debajo de la foto encontré también el historial médico de la clínica de estética junto con las facturas de la operación. Cuanto nos costó reunir los tres mil euros ¿te acuerdas?
También encontré en una esquina del cajón la única foto que tengo con tu nueva nariz. Es verdad que aquella rara proporción resulta ahora más compensada, tu nariz ya casi rectilínea, más exquisita diría, fina en su nacimiento, fuerte y equilibrada en su parte central, deslizándose escuetamente, como en un soplo, hasta una punta alzada y algo desafiante.
Pero por alguna extraña razón, tu nueva nariz se llevó tu sonrisa y nuestros recuerdos, Sonsoles.
En fin, que junto con esta carta te devuelvo las fotos y el historial clínico, por si acaso lo necesitas.
Un beso,
Maria José
.
Ayer estuve haciendo orden en el cajón de los recuerdos, tan desordenado que casi había perdido hasta la memoria. Al fondo encontré tu nariz, esa nariz que no diría excesiva, pero si amplia y resuelta, de tan extrañas proporciones, que iluminaba ampliamente tu sonrisa, Sonsoles.
Aún alcanzo a recordarla, estrecha justo en el entrecejo, donde daba su comienzo, y como se dilataba suavemente, rebelándose y ganando cuerpo hasta el ligero saliente, algo más ancho, que a modo de caballete apuntaba en la parte central de la nariz, y ya, como en un vuelco, resbalaba hacia la punta, que tomaba el relieve de un garbanzo, tierno y pequeño, que se asomaba ya, por fin, a esa tu sonrisa tan clara, Sonsoles.
Debajo de la foto encontré también el historial médico de la clínica de estética junto con las facturas de la operación. Cuanto nos costó reunir los tres mil euros ¿te acuerdas?
También encontré en una esquina del cajón la única foto que tengo con tu nueva nariz. Es verdad que aquella rara proporción resulta ahora más compensada, tu nariz ya casi rectilínea, más exquisita diría, fina en su nacimiento, fuerte y equilibrada en su parte central, deslizándose escuetamente, como en un soplo, hasta una punta alzada y algo desafiante.
Pero por alguna extraña razón, tu nueva nariz se llevó tu sonrisa y nuestros recuerdos, Sonsoles.
En fin, que junto con esta carta te devuelvo las fotos y el historial clínico, por si acaso lo necesitas.
Un beso,
Maria José
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Ivanovich, por momentos, hasta he sonreído, pero la sonrisa se me ha congelado por completo al leer esto: Pero por alguna extraña razón, tu nueva nariz se llevó tu sonrisa y nuestros recuerdos, Sonsoles.
ResponderEliminarCreo que está muy bien descrita esa sensación que experimentas, cuando alguien cercano a ti decide cambiar alguna parte de su físico, y sientes que de alguna manera, no es la misma persona.
Y por otra parte, también está muy bien perfilado, que hasta lo que no nos gusta, o lo que consideramos nuestras imperfecciones, son parte de nosotros, y nos hacen por eso mismo, únicos.
Un abrazo.