Colección de cartas reales y ficticias para disfrutar del simple placer de leer y escribir.
jueves, 31 de enero de 2013
Tú
No lo puedo remediar. Pienso en ti y en mi fantasía siento que un cosquilleo erótico se pasea por mi cuerpo
miércoles, 30 de enero de 2013
Mi madre y la música.- Marina Tsvietáieva
Su madre deseaba tener un niño, de nombre Alexandr, cuando nació Marina se consoló pensando que ésta se podría dedicar a la música. Con solo cuatro años ya conocía las notas del pentagrama y sabía tocar el piano, cada día la obligaba a practicar a ella y a su hermana Asia durante cuatro horas.
Mi madre parecía haberse enterrado viva con nosotras- para la vida eterna
Mi madre- nos inundó de música. (¡de esta Música, transformada en Lírica, ya nunca emergimos- a la luz del día!). mi madre nos anegó como aluvión.
Mi madre nos inundó con toda la amargura de su vocación no realizada, nos inundó de música, como de sangre, la sangre de un segundo nacimiento.
Sucede que veces se quiere traspasar a los hijos el talento y la capacidad para que realicen y consigan todo aquello que los padres no logramos alcanzar. Caemos en el error de no prestar atención suficiente cuando ellos, nuestros hijos no opinan de la misma manera. Que lo que es genial para los padres no hace felices a los hijos.
-Mamá (era su último verano, el último mes del último verano)- ¿por qué a ti el Warum te suena tan distinto?
-Warum- Warum? Bromeó mamá desde sus almohadas. Y, borrando la sonrisa de su cara:
Cuando crezcas y mires atrás y te preguntes, warum todo ha ido- como ha ido, Warum nada ha ido bien, no sólo para tu, sino para todos los seres que has amado, que has interpretado,- nada, para nadie- entonces podrás tocar Warum? Por lo pronto- hazlo lo mejor que puedas.
(Es un juego de palabras entre Warum, que significa “por qué” en alemán, y Warum?, título de una pieza musical de R. Schumann)
Y tras finalizar esta crónica, esta evocación de vida, deduzco que Marina no fue feliz en su infancia, el sonido del metrónomo no la abandonó jamás, creo que incluso tenía pesadillas con él
.Observo excesiva disciplina y una madre demasiado exigente para una niña obediente, silenciosa y sensible, pero como ya demostró con una manera de ser fascinante.
En definitiva una lectura deliciosa.
domingo, 27 de enero de 2013
Kafka va al cine
¿Estás más tranquila? ¿Remite el sufrimiento? Tras la carta de hoy podría pensarse eso, y me gustaría en verdad que fuera así, pero no me fío del todo. ¿Qué no puedes leer? No es nada extraño. ¿Cuándo tendrías tiempo para ello?...Querídisima, ¿cómo ha llegado a tus manos el Uriel Acosta? Yo no conozco tampoco esa obra de teatro y creería que no soy capaz de leerla, pese a que en mi caso sí es verdad lo que dices tú en broma sobre tu cerebro. Pero quizá un cerebro así tiene que resecarse y endurecerse para que, en su momento, pueda brotar una chispa de el. Esto es lo que iba a escribir cuando llamó mi hermana a la puerta, yo estaba solo en la sala de estar, ella venía del cinematógrafo y tuve que ir a abrirle. Esta interrupción hizo que dejara la carta. Mi hermana me contó la sesión, o mejor dicho, se lo sonsaqué, pues a pesar de que voy muy raras veces al cinematógrafo, sí me sé de memoria casi todas las carteleras semanales de todos los cinematógrafos. Mi distracción, mi necesidad de entretenimiento se sacia con los carteles publicitarios; mi habitual e intimísimo malestar, ese sentimiento de lo eternamente provisional remite al ver los anuncios; siempre que regresaba a la ciudad de mis vacaciones de verano-que al fin y al cabo resultaban poco satisfactorias, sentía una avidez por ver los carteles y desde el tranvía con el que me dirigía a casa, iba leyendo al vuelo, fragmentariamente y con mucho esfuerzo, los carteles junto a los que pasábamos...
Kafka va al cien, de Hanns Zischler
viernes, 25 de enero de 2013
Atlántico
Querido L.A.
Te escribo desde la casa de la playa, la semana pasada
recibí una carta de los administradores de la finca en la que requerían mi presencia con urgencia pues había
asuntos legales pendientes de solucionar.
Ha sido un viaje apresurado, aún así opté por hacerlo en tren, ya
sabes que siento terror a los aviones y conducir sin nadie al lado con quien hablar me agota el aburrimiento
El trayecto resultó
entretenido, en el asiento contiguo al mío había una mujer de aspecto agradable y distinguido, lo supe en cuanto vi la calidad de su ropa y accesorios.
Cuando entré al compartimiento ella estaba absorta en la lectura de un libro que sostenía con ambas manos de una forma que me impedía ver el título. Ella me miró con desgana . Yo la saludé con poco entusiasmo, apenas un hilo de voz salió de mi boca, permanecimos calladas por un buen rato. No recuerdo en que momento se rompió el hielo entre nosotras ni el motivo por el cual que empezamos a hablar, aunque perfectamente podría ser el libro que permanecía abierto pero ahora descansaba sobre su falda , el caso es que no había transcurrido ni media hora que la conversación era fluida como si fuéramos viejas amigas.
Cuando entré al compartimiento ella estaba absorta en la lectura de un libro que sostenía con ambas manos de una forma que me impedía ver el título. Ella me miró con desgana . Yo la saludé con poco entusiasmo, apenas un hilo de voz salió de mi boca, permanecimos calladas por un buen rato. No recuerdo en que momento se rompió el hielo entre nosotras ni el motivo por el cual que empezamos a hablar, aunque perfectamente podría ser el libro que permanecía abierto pero ahora descansaba sobre su falda , el caso es que no había transcurrido ni media hora que la conversación era fluida como si fuéramos viejas amigas.
Tras intercambiar las frases de presentación me
preguntó a dónde me dirigía, le respondí con soltura y mientras lo hacía su rostro reflejaba sorpresa
pues me contó que libamos hacia el mismo lugar a diferencia que ella se alojaba en el único hotel que hay en el pueblo y yo en mi propia
casa. Estuve a punto de decirle que podía venir y quedarse conmigo, pero mi indecisión y timidez impidió hablarle con mas claridad.
Al finalizar el viaje cogimos nuestras maletas y bajamos al andén de la
estación, allí mantuvimos la última conversación. Intercambiamos dirección y número
de teléfono para citarnos antes de yo regresar a la ciudad. Nos besamos en la mejilla, dimos media vuelta y cada una de nosotras nos dirigimos en direcciones distintas.
Se había puesto el sol y amenazaba lluvia, busqué un paraguas en el bolso grande que llevaba colgado
al hombro, sí, aquel de color camello que me regalaste el año pasado por mi
cumpleaños, pero no hubo suerte, por lo visto me lo olvidé encima de la mesa
del salón antes de salir hacia la estación.
Aún así quise ir andando, mi otro yo, ese que solo en contadas ocasiones se muestra receptivo me pidió recorrer el
camino de la playa que lleva a la casa, sentir que la humedad del mar cubría mi cuerpo, besaba mi rostro a la vez que deslizaba por mi espalda.
De tanto en tanto hacía un alto en el
camino tomando aire y observando lo nuevo que había venido a quedarse y recordar lo viejo
que ha desaparecido, me preguntaba como era posible que las cosas cambiaran con tanta prontitud y descaro, sin pedir cuentas ni permiso.
Elena se encuentra bien, mantiene la casa cuidada y a punto. El parqué de los suelos brillan y en las alfombras no se observa ni una mota de polvo, al menos a simple vista. El caso es que la casa huele a limpio. Me contó que su hija ha tenido un bebé y está pesando en irse a vivir con ella o pasar largas temporadas, si eso ocurre tendré que pensar en buscar a alguien que ocupe su puesto, aunque se que resultará difícil , pues estoy acostumbrada a ella y su manera de hacer.
A Fermín lo he encontrado algo mas viejo, un poco encorvado, pero se siente feliz entre las lilas y los árboles frutales.
Los administradores me informaron de que hay unas personas interesadas en la compra de la casa, están dispuestos a llegar a un acuerdo económico que sea satisfactorio para todos. Hemos quedado la semana que viene en casa de Carmela para ultimar el asunto, así que te mantendré informado por si es necesario que vengas tu también. No te niego que me gustaría tenerte a mi lado, y que por momentos añoro nuestra vida pasada. ¿Recuerdas?.Aquí nos iniciamos en la vida adulta, aquí aprendimos a reír y llorar a ritmo de dos.
Lo primero que hice al llegar a la casa fue subir a nuestra antigua habitación, abrí el cajón superior de la cómoda, cogí una prenda de ropa tuya, me la acerqué y apoyé mi rostro en ella acariciando con la intensidad que tanto te gustaba, la misma que tu me correspondías....
¿Qué nos pasó? ¿Cómo llegamos a ese punto en que el pentagrama de nuestras vidas que siempre había sonado acompasado dejó de hacerlo? Todavía hoy me lo pregunto, pero no obtengo respuesta alguna.
Esta que te quiere
jueves, 17 de enero de 2013
Un azar afortunado
Hoy, antes de terminar el día me ha dado por sembrar
un campo de estrellas, cuando mas concentrada me hallaba en lo que estaba haciendo, he notado que una presencia, un instante decisivo lo llamo yo, se acercaba hasta mí, quizá parezca muy extraño, pero yo, he escuchado susurros y sonidos tuyos y durante esos momentos me he sentido tan bien...
Ansatu Schulemberg
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