Colección de cartas reales y ficticias para disfrutar del simple placer de leer y escribir.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Roberto Bolaño
Arwen Keeling
Nadie te manda cartas ahora
debajo del faro en el atardecer
Los labios partidos por el viento
Hacia el Este hacen la revolución
Un gato duerme en tus brazos
A veces eres inmensamente feliz
viernes, 26 de noviembre de 2010
miércoles, 24 de noviembre de 2010
lunes, 22 de noviembre de 2010
Microrrelato
Poco a poco fueron apareciendo en su ensoñación las imágenes de unas etéreas bailarinas, y al mismo tiempo en su cabeza empezaron a sonar las notas de Giselle de Adolphe Adam, uno de sus ballets románticos preferidos.
Podría decirse que ese momento, era uno de los mejores de su vida; en la penumbra de la estancia, con la música sonando y contemplando como danzaban los bailarines, se encontraba totalmente relajado y en paz.
De repente, el sonido de una llave en la cerradura le hizo abrir los ojos, y escuchó perfectamente la voz del carcelero que le decía: "Ha llegado la hora, el verdugo espera".
domingo, 21 de noviembre de 2010
viernes, 19 de noviembre de 2010
Milan Kundera
lunes, 15 de noviembre de 2010
Ahora
domingo, 14 de noviembre de 2010
Juan José Vélez Otero
Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec
Carta de ototño
Hoy te escribo porque sé que estás sola
y oyes la radio en una habitación
sin vistas al mar y lees libros
que leíste hace tiempo.
Porque sientes
como si fuera a llegar la noche de inmediato,
la inquietud de una tarde de espera
en la aséptica sala de un dentista.
Hoy te escribo porque sé que estás sola
y se han roto tus sueños,
y tus mitos murieron,
y la tarde está fría y no hay nadie en la calle.
Y menuda miseria asumir los errores
y los golpes al aire, el olor del fracaso,
las arrugas del tiempo y los días perdidos.
Trazas en el espejo
con el lápiz de labios el mapa
trashumante de la vida y lo vuelves
a borrar por retomar de nuevo
el mismo camino que reiniciaste
mil veces. Con el lápiz de labios.
Quién conoce la senda que buscaste,
quién tiene
en la mano la llave que perdiste
muchacha de vaqueros y suéter.
El mar sigue rompiendo en la orilla,
en la misma orilla
por donde andabas descalza
y mirabas –pezones agraces
y alma incendiada-
al horizonte y la bruma.
Hoy te escribo un poema
que tal vez nunca leas,
que tal vez nunca llegue a tu cuarto de humo
donde suena la radio
esta tarde de otoño.
viernes, 12 de noviembre de 2010
Vida
martes, 9 de noviembre de 2010
Camino
lunes, 8 de noviembre de 2010
Cuaderno de bitácora del "Dreams"
09,50 AM
-19ºC Niebla y nieve.
Refugiado en el puerto de Tilichiki
60º 26' N
166º 3' E
Estoy hojeando las anotaciones antiguas de este cuaderno de bitácora, me fijo en una, hace casi dos años, me encontraba en las cálidas aguas mediterráneas del Argasarónico. Ese recuerdo me hace esbozar una sonrisa al compararlo con mi situación actual. Llevo ya una temporada inmovilizado en éste frío puerto de la Bahía de Korfa, en Kamchatka. Tuve que buscar refugio ante el mal tiempo imperante, propio de estas fechas pero que me sorprendió por una serie de circunstancias que retrasaron mi viaje. Llegaron las primeras tormentas y nieves, y no tuve más remedio que fondear al abrigo estas costas.
El resplandor de la estufa de leña ilumina el oscuro camarote inferior esta mañana, la niebla envuelve el barco como si estuviera dentro de una nube de algodón y se escucha el ruido de los copos de nieve cayendo sobre la cubierta. Una humeante taza de te, que me acabo de preparar en el viejo samovar ruso que compré en el mercado del puerto, calienta mis mano y, en estos momentos añoro a la mujer que, a miles de millas de aquí, a la orilla de otro mar mucho con una temperatura bien diferente a estos fríos que se cuelan hasta el fondo de los huesos, estoy seguro que también piensa en mi. Me gustaría que compartiera mis largas noches, en las que apenas logró dormir, que me arropara con la tibieza de su cuerpo; pero la realidad se impone, sigo atrapado aquí, y se aproximan los rigores del invierno, lo que me mantendrá sin posibilidad de navegar hasta que no mejoren las condiciones climatológicas. Es lo que hay, y no queda otro remedio que aceptarlo, pero me consuela saber que ella sigue conmigo.
Hoy tengo previsto, si llego a contar con fuerzas para ello, bajar a tierra para llegar hasta el almacén y reponer provisiones para lo que queda de mes, y aprovecharé para disfrutar del insólito espectáculo que se produce al contemplar sobre las montañas cubiertas por la capa de hielo, las anaranjadas llamas que surgen de los volcanes en baja erupción. Por supuesto haré la perceptiva anotación en el cuaderno.
Nota: acompaño, pegada junto a la anotación de hoy, una fotografía del barco tomada ayer.
domingo, 7 de noviembre de 2010
Estrenar
Me gusta salir a la calle muy temprano, a esa hora en que todo está empezando y al respirar noto que el aire que empapa mi interior sabe a nuevo, entorno los ojos y miro en una dirección algo lejana, mientras lo hago me ilusiono imaginando que soy yo quien estrena el día , su sonido y también su color
Abro los ojos y camino despacio, oigo algo lejos el ruido de escobas y una conversación que mantienen dos barrenderos aunque no se escucha lo suficientemente clara para saber de qué hablan, sigo andando hasta cruzar la vía del tren, porque en ese lugar no hay paso subterráneo, en la estación se oye constantemente una voz impersonal y mecánica por megafonía que avisa del peligro de cruzar cuando está la barrera bajada y la luz roja , llego hasta la orilla del mar que está muy cerca, siempre hay las mismas barcas, son de madera pintadas de blanco y en la parte de arriba llevan una franja cada una de un color distinto y dentro de la misma franja escrito en color negro llevan anotado el nombre y número de matrícula. Me encanta los nombres que le ponen a las barcas, además de alguna de ellas conozco el por qué de esos nombres, son historias antiguas y bonitas.
Todavía es temprano y las farolas del paseo siguen encendidas, también las luces de algunas ventanas, miro hacia ellas pero no veo nada del interior pues las cortinas me lo impiden aunque imagino que tras esas ventanas hay gente que se están levantando preparándose para la jornada que empieza, pero también debe haber algunos que es su hora de irse a dormir, quizá se trate de personas enfermas o padezcan insomnio.
Sigo caminando hasta llegar al faro, me entretengo unos minutos y doy media vuelta. El mismo camino que me ha llevado hasta ahí también me llevará de vuelta a casa, antes pasaré por la panadería, meto las manos en los bolsillos y jugueteo con las llaves, es una costumbre, las toco, las cuento, paso los dedos por el perfil de cada una de ellas, llevo cuatro llaves, la de casa, la del garaje, la del coche y la del despacho, todas juntas en el llavero que un día tú me regalaste. Toco el llavero y tú en mi mente.Camino de vuelta a casa y tu en mi mente. Tú siempre, como cada día, como cada hora. Tú
viernes, 5 de noviembre de 2010
Mudez
Tamara de Lempika
se sirven de la mudez de la palabra
para contar lo que sienten.
Manos y dedos que juegan con un cuerpo
hasta conseguir que a éste se le erice la piel
Mientras tanto un pensamiento
insiste en apropiarse de una pequeña parte del cerebro
y no para de dar ordenes
pero ni el cuerpo ni las manos escuchan lo que dice.
Las manos y dedos son libres
y no quieren reglas ni dueño
que se interpongan entre ellos y el deseo
de avanzar por el cuerpo
martes, 2 de noviembre de 2010
Carta de Alessandro
Gracias Alessandro
En esta singladura del mar de la vida las olas y la deriva me han llevado hasta ti como un seguro puerto apto para el atraque de aventuras literarias y conocimientos.
Siempre la vida es como un viaje. Pasamos y andamos a través de los años, buscando aventuras, como aquel triste caballero de la Mancha, porque nosotros no queremos conformarnos con estar en el mismo lugar. En el fondo somos nómadas del espíritu , y exploramos horizontes cada vez más peligrosos y arriesgados.
Al encontrarte durante este periplo y cruzarse nuestros barcos vi que llevabas como bandera en tu pabellón los mundos literarios tejidos con la hermosura y belleza de las palabras.
Como grumete aficionado te pedí permiso a ti, capitana de la nave, para subir a bordo. Allí me enseñaste tu puente de mando y gusté de los verbos más hermosos que una navegante solitaria, aunque no sola, arrojó al mar de la vida. Eran dichos de amor y de desamor, de tristeza y de esperanza, de alegría y de pesar.
Imagino que en el piélago de tu alma, habrá una isla donde guardas los tesoros más codiciosos y delicados, las perlas finas, por las que cruzamos este mar infinito, llevando nuestra nave, tantas veces a la deriva, con tal de arribar al país amado y no olvidado.
Sostengo además, seguro que a ti también te sucede, que en nuestra alma necesitamos escaparnos y preparar travesías por los mares maravillosos y desconocidos de la aventura literaria.
Creo, querida capitana, que nosotros estamos deseando salir de la desgana, de la monotonía , del día totalmente plano que los trabajos y los días nos van tendiendo.
Por eso tomamos en nuestra mano el timón de la imaginación y contamos a los demás las verdades de las mentiras, porque lo imaginario, lo literario es más real y denso que lo ordinario.
Este es nuestro cuaderno de bitácora, nuestro blog sentimental, en el que vamos anotando las cifras de nuestra historia en busca de eternidad.
Qué mejor consuelo y dicha para nuestro ser que el poder compartir nuestras vivencias diarias para los que vivimos en distintas orillas de este pequeño charco, cuya agua separa estas dos tierras tan queridas, pero que el idioma vuelve unir armónicamente como un regalo de los dioses.
Porque tu sabes, capitana, igual que yo, que el español, tiene la fuerza de arrastrar todos los océanos hacia nuestros barcos, mientras bebemos a bibliotecas llenas las bellas páginas que tantos han escrito.
Durante las galernas, huracanes y tormentas de nuestra navegación, que dejan varadas nuestras mentes, siempre aparecen, como faro en medio de la noche, las frases bellas y acertadas que son bálsamo para nuestra procelosa travesía.
Por todos los que han sido, fueron y serán. Por los que utilizaron los mundos imaginarios de nuestro ser, levantemos la copa, y brindemos con ron añejo, cual corsarios de otros tiempos, para que la tripulación de nuestra nave vaya creciendo, mientras nos miramos de una ribera a otra.
Gracias por tu ancla plantada al lado de mi humilde bajel.
A tu orden capitana.
Tu fiel grumete.
Alesssandro
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