martes, 21 de julio de 2009

Escucho



Estoy aprendiendo a escuchar:

El sonido de las gotas de lluvia al caer lentamente

El ruido que constantemente me veo abligada a sufrir

El silencio que en el momento menos deseado se adueña de mi ser

El rumor del mar del domingo por la mañana, que estaba muy embravecido

El placer que me produce cuando mis pies se hunden al pisar la arena.

Cada elemento tiene su propia voz

Y tú ¿sabes escuchar?

viernes, 17 de julio de 2009

Decidir




















Hay cambio de planes, ha sido algo precipitado, pero una serie de acontecimientos han hecho que me sienta bastante desconcertada, las cosas a veces suceden así, en solo cuestión de segundos.

Estaba vistíendome para salir y de pronto al levantar la vista hacia el espejo me ví sola, asustada, algo paralizada y muy lejos de donde quería estar.

Noté como mi cuerpo empezaba a temblar y eso hizo que me asustara un poco, sentí mucho frío a pesar de la temperatura del exterior, considerablemente alta acorde a la estación en la que estamos.

Mi mente quedó en blanco, intenté sujetarme a algo cercano, pero no encontré nada a mano, así que decidí salir a la calle, anochecía, vi gente que por lo apresurada que caminaban imaginé que se dirigían de vuelta a sus casas tras la jornada de trabajo.

Entré en el supermercado de enfrente, compré una botella de licor y varias velas de olor a vainilla, cuando hube pagado me dirigí de nuevo a casa. Llegué y cerré la puerta de forma apresurada, eché dos vueltas con llave, y fue en ese preciso momento cuando tuve conciencia de mi decisión.
A partir de ahora rompo todo contacto con la gente que trato a diario, necesito encerrarme conmigo misma y escucharme de una vez por todas, pero para lograrlo lo primero que debo hacer es detenerme y oir mi silencio.
En ocasiones el silencio puede decirnos mucho más de lo que creemos, claro que también puede suceder que no me guste lo que escuche, pero es necesario hacerlo alguna vez.
Tras tomar esa decisión y estar segura de que no hay vuelta atrás respiro hondo, la asociación de ideas se agolpan en mi cabeza, pero las echo fuera, no hay ni siquiera una que sea útil, todas son viejas y muy utilizadas, vanas y estúpidas. A medida que pasan las horas me siento mucho mas tranquila

Cuando el cansancio se convierte en algo constante es mejor cortar con todo, esperar un tiempo prudente y reiniciar de nuevo.
Me he entretenido un rato mirando por la ventana, tras las cortinas, la calle es larga, tanto que se pierde de vista y no veo el final. Las farolas ya están encendidas.
Hay un parque en frente, en el que reposan tranquilamente unas estatuas, me sucede algo extraño con las estatuas, siempre que las miro me invade una pena inexplicable, las veo tan sucias, abandonadas, feas.
Y pienso que no siempre fue así, cuando el artista las estaba formando, mientras le daba forma, las mimaba, buscaba la belleza perfecta, hasta conseguirla... total para luego dejarlas abandonadas en un parque, y terminar solas y llenas de suciedad. Es un espectaculo algo triste y desolador

Cierro la ventana. Escucho música, que grande y maravilloso es Mozart. Las notas me trasnportan tan lejos de aquí... Piano Cocerto 21-Andante...
ttp://www.youtube.com/watch?v=df-eLzao63I




sábado, 11 de julio de 2009

Donde vivimos



Nuestro encuentro fué casual, ámbos circulábamos a diario por una ciudad fantasma, y aunque en ella habitaban otras personas nunca nos percatamos de ello.

En aquellos momentos ni nosotros mismos sabíamos de la existencia del otro, sucedió un día, por una casualidad que hizo posible el cruce de miradas y fué en ese instante cuando comprendimos que algo empezaba.

Los sentimientos afloraron, hubo tantos y tan buenos que nuestros corazones asombrado ante tal evidencia latió de manera distinta a la que estaba acostumbrado desde hacía tiempo, era una forma desconocida para los dos a la que le dimos la bienvenida y aceptamos con agrado

Desde ese día nos hicimos inseparables, o mejor dicho, eligimos hacernos inseparables y comprobamos que no hace falta para ello miles y miles de palabras, tampoco solo silencios,lo fundamental es sentir la presencia del otro en el espacio-tiempo y si eso se consigue el caminar juntos es muy fácil.

El y yo somos muy distintos, pero nuestras diferencias es lo que hace que nos complementemos y compartamos sonidos únicos, con descripciones únicas inventadas exclusivamente por y para nosotros.
Tras reflexionar sobre todo esto llego a la conclusión de que tener miedo es una reacción estúpida y que situaciones como ésta nos pueden llevar a vivirr una de tantas vidas que podemos eligir .

Que si aceptamos todo esto aún sin comprenderlo, podremos escuchar el alma del otro, gozar de la libertad que nos da esa conexión que viene de fuera, aceptaremos que nada es eterno, todo tiene fecha de caducidad y que en un momento u otro somos sustituidos, pero lo que sí es eterno es el recuerdo, porque todo lo vivido fué y será auténtico

miércoles, 8 de julio de 2009

Atardecer




Esta tarde me siento un poco cansada, por eso no escribiré algo extenso, solo pondré algunas frases sueltas, quizá sin mucho sentido entre sí, pero es lo que en ese momento pasa por mi cabeza.

Y me gustaría que mientras lees despacio percibas que entre frase y frase he dejado algún beso junto con mi mejor sonrisa.

Espero que tras leer , ver y sentir lo que dejo, cuando te vayas a la cama, antes de dormir sueñes Da igual que no esté la ventana abierta y que en el cielo no se vea ni una estrella.

No hace falta, porque el cielo estrellado está en cualquier parte, solo hace falta sentirlo

Mientras termino lo que voy escribiendo mis ojos acumulan un brillo inesperado, siento en mi interior la esperanza de saber que harás lo que te propongo.

Y ahora, que ya he acabado, me levantaré despacio, iré directamente a la mesilla, cogeré uno de los libros que allí están esperándome.

Lo abriré al azar, como a mi me gusta, y empezaré a leer el párrafo de la página que he encontrado.

Y así poco a poco obtendré respuesta a las cosas importantes de mi vida, todas esas pequeñas cosas que dan sentido a mi existencia

martes, 7 de julio de 2009

La cita






















Permanezco sentada, para la ocasión he elegido un vestido de color blanco. Me queda como un guante.
Sigo sentada. Mirándome en el espejo mientras arreglo mi cabello.
Entreabro un poco la boca, separando los labios y observo que los dientes están blancos, no hay rastro de carmín en ellos.
Me veo bien, el maquillaje que he utilizado es ideal para mi piel.
Estoy a punto para nuestra cita. El vestido es escotado, pero no en exceso.
Miro el reloj, no es demasiado tarde, tampoco demasiado pronto.
Ha llegado la hora de un nuevo comienzo.
Y aunque se que se trata de algo nuevo yo no lo siento así. No existe lo nuevo, todo es proceso, una experiencia más a lo largo de mi vida

Me levanto, ando unos pasos, pero me detengo antes de abrir la puerta de la habitación. Cierro los ojos intentando visualizar lo que me espera. Tras respirar hondo abro, salgo y cierro la puerta de golpe, sin echar la llave.
Mientras avanzo hablo conmigo misma y me digo que un camino voy dejando atrás.
Noto como alguien me toma de la mano y me dice que siga hácia delante, entonces yo pregunto :¿eres tú? ¿es tú mano la que me sostiene y me invita a seguir caminando?
Mis ojos continuan entreabiertos,la visión de todo lo que me rodea es difuminada y siento cómo las palabras, se arremolinan en mi interior. Muchas palabras que quedan sin expresar.
Y continuo absorta, sumergida por esos colores y sensaciones, todos ellos con nombre propio, que me abrazan con su tibia calidez, con caricias que se escapan por los dedos
La respiración es tan agitada, que creo me va la vida en ello

domingo, 5 de julio de 2009

Buscando


Me entretuve buscando algo que echaba de menos desde hacía tiempo.
Cogí el bolso en el que creí haberlo guardado.
Transcurridos unos minutos de búsqueda me encontré entre mis manos con algo inesperado y desconocido, pero muy bello.
Reaccioné con enfado, pero tras unos segundos ese enfado dió paso a una sonrisa.
Seguidamente pensé que lo que tenía entre mis manos era hermoso, y llegó a mi sin esperarlo y que cuando eso sucede es porque realmente es bueno y no debemos dejarlo escapar.

viernes, 3 de julio de 2009

AMSTERDAM



Hacía mucho frío en Amsterdam aquel mes de marzo de mediados de los setenta; la tarde de ese día era enormemente desapacible, un viento helador que se colaba a través de las ropas de abrigo y llegaba hasta los mismos huesos; una lluvia, que si bien no era muy fuerte iba empapándonos y nos hería el rostro como si de alfileres se tratara. A pesar de ser una hora relativamente temprana, el sol ya se estaba retirando, pintando el cielo de una luminosidad entre grises y rosas que se matizaba con las farolas ya encendidas.


Regresábamos en autocar de La Haya, siendo el comentario general de nuestro grupo de amigos el mal tiempo y haciendo planes para la noche. Todos parecían estar de acuerdo en quedarse en el hotel hasta la cena y luego, si mejoraba el tiempo salir a tomar algo por los alrededores. ¿Os parece bien? nos preguntaron; Pepa y yo nos habíamos sentado juntos desde el primer día, cuando llegamos al aeropuerto y nos subimos en ese primer autobús. La verdad es que hasta entonces apenas habíamos cruzado ni una docena de palabras, pero los tres días que llevábamos conviviendo en Holanda nos habían convertido en inseparables; poco a poco nos fuimos contando cosas de nuestras vidas y la verdad es que ambos disfrutábamos de esa relación. La única pega era que siempre nos movíamos en grupo.

No se como sucedió, pero cuando Maite nos hizo la pregunta, nos miramos los dos y sin decir una sola palabra, me levante y acercándome al conductor le dije que en el primer semáforo abriera la puerta delantera que era la más cercana a nuestros asientos. Volví al lado de Pepa y en cuanto se detuvo el autocar la cogí de la mano y dije: "vamos, que nos bajamos". Ella se levantó casi corriendo y en menos de un minuto nos encontrábamos en la acera mientras nuestros amigos nos hacían gestos de extrañeza desde el interior del vehículo, que ya se ponía en marcha.

Aún tomados de las manos, nos miramos de nuevo y prorrumpimos en una sonora carcajada. Como de nuevo empezaba a arreciar la lluvia, echamos a correr y nos metimos en un café al lado de uno de los canales. Nos sentamos a una mesa y mientras entrábamos en calor con unos cafés con leche, continuamos hablando de nosotros.
En determinado momento comenzó a sonar una canción que nos acompañaría toda la tarde, y ya entrada la noche, Pepa me confesaría que era muy especial para ella. Pero esa, es otra historia.