jueves, 31 de julio de 2008

Carta XVIII

[Por 1452]
Carta XVIII

Hoy estoy perezosa y he abandonado mi rutina diaria, para dedicarme a acariciar la pluma que compré en los tiempos en que estaba junto a ti, mientras escribo en unas páginas rotas de la agenda que me regalaste. Estoy arrancándole las páginas poco a poco para deshacerme de ella.

Tras dos años contigo, en los que sólo vi por tus ojos y otros dos sin ti, en los que sólo miré a través de mi dolor, aquí me tienes: mía de nuevo.

El golpe que me asestaste fue inesperado, duro y traumático, pero para qué engañarnos a estas alturas de la vida, cuando lo que he vivido es aproximadamente lo mismo que me queda por vivir, yo colaboré en ello.
Me traicioné y me traicionaste.

Durante mucho tiempo me engañé, jurándome a mí misma que regresarías. Pero no lo hiciste. Hoy te lo agradezco.
Sé que durante algún tiempo, tú te engañaste pensando que yo me retractaría. Pero no lo hice. Espero que hoy me lo agradezcas.
Los dos fuimos afortunados a nuestra manera.
Lo que nos salvó, fue lo que nunca dijiste y lo que nunca confesé.

Amigos se convirtieron en enemigos, confidentes en carceleros, y me encontré sola en medio de todo el silencio. Reconozco que hicieron bien su trabajo a tus espaldas y en mi cara.
Eras un niño malcriado. Con cuarenta años, te pudieron los halagos, los secretos de riqueza susurrados y las promesas de aire.
Eras tan manipulable, que si hubiera querido darte forma a mi manera como hacían todos los que te rodeaban y fingían quererte, cuando lo único cierto era que sólo querían lo que les pudieras dar, lo hubiera podido hacer. Pero nunca quise que tú fueras a mi manera, quería que fueras tú, sin más.

Ya esto no tiene ninguna importancia. Tan sólo te recordé, y quise despedirme a mi modo, ya que entonces tuve que despedirme al tuyo.

Deseo que logres hacer aquel viaje del que me hablaste, lejos de todos y de todo, para encontrarte a ti. Lo deseo con todo mi corazón. Cuando te encuentres, conocerás al tipo que yo conocí hace ya cinco largos años: divertido, vital, luchador, positivo, carismático, emprendedor, inquieto… entonces quizás entenderás por qué luché contra todos por ti… incluso contra ti.

martes, 29 de julio de 2008

Postal desde Sri Lanka

[ por Elizq]
Queridos padre y Dita, al otro lado de la postal veréis una foto con tres árboles y una piedra. La piedra es la tumba de una chica llamada Irene, hija del General Geoffrey Homer y de su mujer Dafne. ¿Quiénes eran estos Homer? ¿Por qué vinieron? ¿Qué buscaban aquí? En este pueblo de pescadores nadie lo recuerda ya. Nadie sabe explicar porqué de esto se ha hecho una postal. ¿Quizá vivieron aquí? ¿O solo estaban de paso? He rascado con una navaja la capa de musgo de la piedra y he visto que la chica había muerto de malaria a la edad de veinte años, el verano de 1896. hace cien años. Quizá la misma tarde, seis horas antes de morir, sus padres todavía le mintieron diciéndole que estaba mejorando, y que en dos días más se encontraría bien. ¿Qué debió sentir mientras deliraba a causa de la fiebre, cuando entre un ataque y el siguiente tuvo un momento de lucidez como un ciervo que intercepta la mirada del cazador y de golpe se da cuenta que le está llegando la muerte?
¿Quizá ya no tenían esperanza, ni ellos ni el médico, pero se compadecían de ella y la engañaban diciéndole que la fiebre remitía y que mañana mejoraría? ¿Por ventura, les susurró que basta, que no hicieran más teatro? ¿O se apiadó de ellos y hasta el final les convenció que creía sus mentiras? Mentiras que las lágrimas de su madre contradecían. Y cuando retorcida de dolor a la luz de un quinqué en la tienda murió a las cuatro de la madrugada ¿quién le secó de la frente la última gota de sudor? ¿Quién fue el primero en salir, quién se quedó un poco más con ella en la penumbra de la tienda?
Cuando llegó la mañana siguiente ¿el General Geoffrey se obligó a afeitarse? ¿Y su madre? ¿Alguien le trajo un pañuelo mojado en valeriana? ¿Enterraron la muerta esa misma mañana a causa del calor o esperaron hasta el anochecer? ¿Cómo y hacia donde se fueron de aquí?
¿Inmediatamente? ¿O al día siguiente? Y cuando se hubieron ido ¿Cómo aguantaron el bosque alrededor de la tumba la primera noche?
De esto hace cien años y el dolor ya se ha calmado: ¿o todavía le duele a alguien?
Me pregunto si en este mundo hay aún un viejo peine, una lima de uñas o un broche de esta. Irene. ¿Quizá en algún cajón de un abandonado mueble de nogal o en un húmedo desván en algún paraje de Wiltshire? ¿Quién va a querer conservar sus cosas, si es que queda alguna? ¿Y para qué?
Sólo yo, que no tengo ninguna foto ni sé nada de ella, ayer me entristecí por ella. Durante un momento. Luego se me pasó.
Comí un pescado a la brasa con arroz y me dormí. Hoy estoy bien. No os preocupéis.
RICO


El mismo mar, Amos Oz

lunes, 28 de julio de 2008

Vacaciones

[por Madison]




Aunque suene un poco extraño debo decir que no soy de las que sueñan con largas vacaciones, generalemente las acepto con agrado, pero nada más, incluso hay años que algún día hago una escapada a mi rutina. Por la noche vuelvo de nuevo al lugar de descanso.

Este año es distinto. Creo que estoy agotada tanto física como mentalmente. Necesito vacaciones. Sueño con que llegue el dia.

Espero ansiosa llegar a mi rincón. Volveré a ver a los amigos que sólo puedo disfrutar de su compañía el mes de agosto.

Seguramente alguno de ellos se haya separado, los niños habrán crecido, los que no tenían pareja es muy posible que los vea acompañados de nuevo... en fin...

Soy persona de madrugar. Me gusta hacerlo incluso durante las vacaciones. Es un inmenso placer levantarme muy temprano, salir al porche con mi café con leche y así, alargar todo ese momento tanto como me apetezca.

Mientras desayuno escucho ruidos. Son cotidianos y me encantan.

Escucho cómo limpian y preparan la piscina, al camión de butano, también las personas de la limpieza, el trino de algún pájaro que se filtra entre los árboles... Cuando levanto la vista para ver donde está, mis ojos se deslumbran por el sol que, segundo a segundo, adquiere una fuerza increíble y también se va filtrando. Todo eso que es algo tan normal, yo lo convierto en una especie de ritual. Es mi ritual y mi momento. Luego, poco a poco, todo se va despertando. Pero eso ya lo contaré otro dia.

jueves, 24 de julio de 2008

Olvidar

[por Sarah]

Es tan fácil olvidar....

Yo lo hago todas las noches. Olvido la indiferencia, la mentira, la cobardía, la tontería, el desánimo, el mal humor.

Y cada mañana, me los vuelvo a encontrar en mi camino.

Hoy estoy cansada de tanta indiferencia, de tanta mentira, de tanta cobardía, de tanta tontería, de tanto desánimo, de tanto mal humor.

Así que me iré al sofá, a mirar por la ventana y a esperar.

A esperar a que llegue la noche para poder olvidar.

lunes, 21 de julio de 2008

A un marinero.

[por Anjanuca]
No te conozco. No sé cómo te llamas, ni cuántos años tienes (aparentas siete u ocho), ni donde vives… no sé nada de ti. Pero te has ganado mi respeto.

Desde mi silla del bar del puerto, donde estaba disfrutando de ese olor que tanto me gusta y que tantos recuerdos me trae, ese olor a salitre mezclado con el combustible de los barcos y el de las algas atrapadas en las redes que se secan al sol, el “tototot” rítmico del motor del llaüt ha hecho que apartase la vista de mi libro. Y allí estabais los dos.

Cerré el libro y me quedé contemplándoos. Disculpad mi indiscreción, pero vuestra complicidad me atrapó. Tu abuelo que había subido al llaüt para poner el motor en marcha intentaba bajar de nuevo al muelle y tú le tendías tu pequeña mano para ayudarle. Al pisar tierra firme, no dijo nada. Tan sólo te pasó dulcemente por encima del hombro su mano áspera y cariñosa, te miró con amor y los dos sonreísteis. Te sentaste en el suelo frente a él y un gesto suyo le diste el sedal y el anzuelo. Tu abuelo mojó con saliva el hilo y comenzó a empatar el anzuelo, tú le mirabas fijamente y con atención. Y llegó tu turno. A cada vuelta del hilo mirabas interrogante a los ojos de tu abuelo y él, serio, asentía con orgullo marinero. Lo conseguiste, sólo necesitaste las manos fuertes de tu abuelo para acabar de apretar los cabos. Y después de varios anzuelos y vueltas de hilo subisteis al barco y zarpasteis.

Y allí me quedé yo contemplándoos. Y pensé ¿dónde estarán los amigos de este niño? Supongo que jugando en casa con alguna de esas maquinitas diabólicas, o viendo la televisión, o aburriéndose. Y derepente me dí cuenta de que acababa de ver zarpar un pequeño llaüt con dos hombres de mar a bordo. Y miré hacia la mar, ya erais sólo un puntito, y pensé: ¡Bravo por tu elección chaval!

Estupor

[por Sarah]

¿Cómo explicarme si no lo entiendo ni yo? ¿Quién va a entender que después de todo aún estás, aún te pertenezco de alguna forma y me perteneces de aquella manera? ¿A quién le explico yo que nuestra historia está viva?

Nunca supe restar tu mitad a mi corazón. Creo que tú tampoco. Y aquí estamos, dando pequeños pasos, con miedo a volver a despeñarnos una vez más y sin poder evitarlo.

El tiempo no vuelve atrás ni los sentimientos se reinventan ni las cosas cambian drásticamente, es inútil negar lo evidente. Pero algo queda y, de vez en cuando, un aire cálido se levanta. Los recuerdos llegan con la luna llena. Lo sabes bien.

No lo entiendo ni yo, así que no me pidas que te lo explique.

domingo, 20 de julio de 2008

Alegria

[por Madison]

Llevo unos dias muy atareada. El trabajo absorbe mi vida de forma constante.
Me siento estresada, nerviosa, agobiada y de mal humor.
Pero ahora, como por arte de magia, todo lo negativo se ha convertido en una sonrisa de oreja a oreja.
Felipe, leer esas cuatro letras tuyas, percibir que están escritas llenas de ilusión es genial. Tú eres genial. Y mientras te digo esto, pienso en la palabra amistad y al mismo tiempo quiero hacer un dibujo que la haga visible. Pero no sé hacerlo. Soy una negada del dibujo. De eso te encargas tú, que eres un gran artista pintando.
¿Sabes que desde aquellos tiempos siempre que veo un cuadro de Corot estás presente en mi vida?
Poco a poco, mientras te leo, la sangre que corre por mis venas, se une al recuerdo y así, lentamente, llego a la conclusion de que para mí la amistad, tú amistad, es de un gran valor.
La amistad cuando es verdadera, sin tapujos, perdura siempre y para mantenerla viva no es necesario que las personas se vean ni hablen a diario.
Un abrazo enorme Felipe.

Pd. Nos veremos muy pronto ya lo verás, así que ten preparado el paquete, menos mal que no caduca como el vino eh?

Look, a new day has begun

[por Wara]

Memoria:

¿Qué significa ese llanto, esa risa, ese desconsuelo, tanta euforia que te envuelve? Silencios, alboroto, murmullos y eco. ¿Qué ocurre, mi niña? ¿Qué es lo que se rompe dentro de ti que no encuentras modo de reconstruir los pedazos? No, no vayas a decirme que alguno se ha perdido. Oh, entonces juntas buscaremos, yo te ayudo, yo te guío, ilumino tu camino. ¿Es la casa de un amigo, el sendero junto al río, es un libro, una carta, o palabras que olvidaste? ¿Un perfume, un sonido o la voz que tu alma escucha cual si le hablaras tú misma?

No hay vacíos ni agujeros, ¿no ves que todo se llena, aunque sea con retazos? No hay oscuridad, no temas; asómate a la puerta hasta donde tus ojos alcancen.

Ven, toma mi mano, sírvete de mis brazos, recuéstate en mi hombro, alivia tu pena, llora el tiempo que precises, sonríe luego, háblame alegre. Recuerda, recuerda, sueña y anhela, vive, respira, aprecia, aprehende, toma, retén y para siempre conserva. Es la vida, es la vida. Mírala bien frente a frente. Abre la puerta y sal, un día nuevo te espera.

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sábado, 19 de julio de 2008

Cassandra

[por Nathan]

Querida Cassandra:

Han pasado diez años, fue en el verano del noventa y ocho. ¿Te acuerdas? Yo aún no había cumplido veinte años (los cumpliría dos meses después de que empezara todo, aquella primera vez que fui a verte a tu casa), y tú hacía tiempo que habías llegado a los treinta.
¿Te acuerdas?
Te habías roto una pierna andando en bicicleta y no podías moverte de casa. Te llamé para preguntarte qué tal estabas y me dijiste que aburrida, que no hacías otra cosa que ver películas en vídeo y leer, y que por qué no iba a hacerte una visita. Me diste tu dirección, ya sabía dónde vivías, en qué barrio, pero no la calle y el número. Vente el jueves, me dijiste, hacia las cuatro y media o las cinco.
¡Si supieras qué significó aquello para mí! Iba a ir a tu casa, iba a ver dónde vivías, dónde te sentabas cada mañana a desayunar, el sofá donde te tumbabas a leer y escuchar música, vería de qué color eran tus muebles, qué libros tenías en las estanterías, cómo era tu dormitorio...
No te lo imaginabas, no. Lo harías más tarde, aunque yo nunca te dije nada, no hizo falta, ¿verdad?, de la manera en que te miraba, con qué atención te escuchaba...; lo fuiste descubriendo poco a poco... Y te asustaste, ¿o no fue así?
¿Pero qué esperabas? ¿Cómo no iba a enamorarme de ti? Para mí eras una mujer, con todas sus letras, con su casa propia, un trabajo, un coche, y un montón de lecturas en tu preciosa cabeza.
Ay, ese coche, ese viejo coche tan feo y destartalado que hacía tanto ruido y siempre se calaba, ese coche con el que fuimos a dar vueltas por la ciudad, al mirador de Igueldo, a la playa de Zumaia...
Y ahora, después de diez años, te escribo.
¡¿Por qué?!, dirás. Hace tanto que no nos vemos, que no sabemos nada el uno del otro. ¿Piensas, alguna vez, en mí? ¿Te acuerdas de ese chico moreno que parecía siempre tan perdido, de ese chico que lo miraba todo como si fuera la primera vez que lo veía?
Yo sí lo hago, yo sí pienso en ti. Me pregunto si te habrás casado, si has tenido hijos; sé que sigues trabajando en el mismo sitio que entonces, porque alguna vez he pasado por allí y he visto tu viejo cacharro (¡aún lo tienes!) aparcado cerca. También sé que sigues viviendo en el piso donde me abriste la puerta por primera vez, en aquella tarde de junio...
Ay, aquella tarde de junio.
Toqué el timbre y tú, sin preguntar quién era, dijiste “Hola, Santi”, así con voz alegre, casi cantarina. “Hola, Santi. Sube”.
Vivías en el tercer piso, cogí el ascensor, empujé la puerta y ahí estabas tú, en el umbral, esperándome. Te miré atentamente, guardando tu imagen en mi memoria: llevabas un pantaloncito corto de color azul marino, la pierna derecha escayolada hasta más arriba de la rodilla, aún las tenías bronceadas (ibas mucho a la playa, ahora, por eso te aburrías tanto de no poder salir a la calle: querías ir a la playa), calzabas unas chancletas azul marino también, las uñas de los pies pintadas de color blanco marfil resaltaban con el dorado de tus pies, esos pies tan pequeñitos que tenías; me acuerdo del niki blanco, tan ceñido a tu torso, dejando ver el ombligo, la curva de tu pecho... Te habías maquillado un poco, muy discretamente, un poco de carmín, las pestañas perfiladas. Y sonreías, “me” sonreías.
Qué guapa estabas.
Tremendamente guapa.
Me diste dos besos y me invitaste a entrar. Nos sentamos en la sala, las paredes eran de color blanco, yo en un sillón, tú en el sofá pues tenías que tener la pierna extendida, apoyada en los cojines. Me preguntaste si quería tomar algo y yo me encogí de hombros. ¿Una cerveza?, me sugeriste, y yo te dije que sí, una cerveza me vendrá bien, pensé, ¡estaba tan nervioso!
Hablamos mucho aquella tarde. De libros, cómo no. En ningún momento nos hizo falta poner música o encender la televisión. Me enseñaste fotos, de tus padres, de cuando eras pequeña, de cuando tenías mi edad...
Luego me fui, no recuerdo a qué hora, ya era tarde, ya había oscurecido. Creo que me invitaste a que me quedara a cenar, pero de esto no estoy seguro.
Después te visité otras veces. Una vez me invitaste a comer, habías preparado arroz, y a mí me pareció algo tan sensual, comer lo que habías preparado, con tus manos, para mí.
Pero terminó el verano. Nos seguimos viendo, pero ya no era lo mismo. Luego nos vimos cada vez menos, hasta que un día ya no lo hicimos más.
Y luego, ahora, diez años...

viernes, 18 de julio de 2008

Alma y Corazón

[por Madison]

Hoy siento una increible pereza a escribir. Soy un alma llena de contradicciones.
No puedo escribir, pero deseo hacerlo.
¿Qué puedo hacer?
He estado pensando un ratito y ya he encontrado la solución. En vez de escribir voy a escuchar.
Me detengo ante ti y te pregunto... ¿sientes a tu corazón? ¿sabes escucharlo?
Yo sí. Lo oigo. Me gusta su sonido. Te envidio. Quiero el mismo sonido para el mío.
¿Sabes qué podemos hacer?. Vamos a detener por unos momentos el tiempo. Concentrémonos en nosotros. Somos dos almas perfectas.
Evapora todos tus pensamientos y quédate solo con lo que yo te transmito...
¿Lo consigues?... ¿Si?
Si es así ¿te atreves a contarme?...

martes, 15 de julio de 2008

Irrealidad

[por Madison]

Espero que me leas, aunque no respondas. Que te detengas unos segundos y que observes estas palabras. Están escritas con nervios, con sentimiento y con alegría.
Son unas cuantas letras a las que he intentado dar un poco de sentido, darles la forma adecuada. Espero haberlo conseguido.
He decidido que, por unas horas, voy a dejar de lado todos los miedos, todas las barreras, mis estúpidos prejuicios.
Voy a traspasar la barrera de la realidad.
Y como creo que soy dueña de tomar el trayecto que más me interese, inicio este viaje ¡ya! .
Desconozco si será largo o corto, eso depende de lo que encuentre por el camino.
El caso es que, pensando en tí, siento cómo mi alma se mece en un constante balanceo.
Y te hablo .
Y en esas palabras espero ver reflejada una prolongación de mi misma.
Y termino por convencerme de que me gusta la vida, aunque no la entienda, a pesar de no comprender las miles de situaciones por las que estoy atravesando.
Me gusta la resaca que siento después de haberme emborrachado de tí.
¿Me leerás?
¿Si? Sí creo que sí
Un abrazo

Mundo

[por Anjanuca]

Querido Mundo:
Me encanta poder decirte que te han ganado la batalla. Hace tiempo que te empeñas en demostrar que lo importante es lo material, que sin dinero no se va a ninguna parte, que para ser feliz tenemos que tener una casa cara, un coche más grande, mucha ropa de marca, cenar en los restaurantes de moda. Insistes en decirnos que hay que ser competitivo, que el fin justifica siempre los medios, que para ser alguien es mejor no necesitar a nadie, que tenemos que seguir nuestro camino y que los demás ya se apañarán, que nadie piensa en nadie. Que llorar es de cobardes y reir de tontos. Que los sentimientos son para los débiles y no sirven para nada. Tan buen trabajo estás haciendo que me estabas aislando. Porque ¿sabes? Yo me niego a seguir tu filosofía, no creo en ella. La lucha me estaba resultando dura, muy dura, pero hace unos meses me he dado cuenta de que merece la pena seguir enfrentándome a ti, porque he descubierto un cafetito donde hay más gente que no comulga con tu guerra. Donde hay más luchadores.El rinconcito es realmente acogedor. Nada más llegar te dan una taza humeante de café con leche y te ofrecen asiento. Los clientes son amables, educados, se respira un ambiente familiar, tranquilo, apacible. La propietaria, una mujer sencilla, dulce, tierna, tiene el cartel de “reservado el derecho de admisión” y ha conseguido que allí sólo entren personas amables con valores auténticos, gente que siente y hace sentir. Gente amiga.La sensación al entrar es de paz y cuando llevo un ratito saboreando tu café con leche, me siento identificada, reconfortada, acompañada. Me siento tan bien que me olvido de todas tus mezquindades y todas tus banalidades.
Querido Mundo, me alegra decirte que lo tienes difícil.

Anjanuca

Carta XVII

[Por 1452]

Carta XVII

He sobrepasado el límite de este juego idiota, que ni tú ni yo, vamos a conseguir ganar, porque nos falta promesa que romper y palabra que olvidar.

No sé si es cansancio, lucidez, o simplemente un arrebato de indignación, contra mí, contra ti y contra el universo entero, que me arrastra a aguas donde no sé nadar, y me ofrece como único salvavidas tu cuerpo.

Se me han rebelado los relojes ante tanta aguja desgastada en el intento, me han gritado todas y cada una de las cartas que te he escrito en silencio, y el alma poniéndose en pie, tras la caída en el más negro de los abismos, me ha recordado que no existe nadie que deba detener mi camino.

¿Acaso tú eres mi camino? No lo sé, pero por si acaso no lo eres, no dejaré que te interpongas en él.

Sé medir las palpitaciones de las estrellas, los latidos de los planetas y desentrañar los mensajes del cielo, y a pesar de que ellos se han alzado contra mí, arrojándome a tus pies, no estoy dispuesta a que lo sigan haciendo. Si es necesario, convertiré el cielo en infierno prendiéndole fuego.

No sé cuál será el precio que haya de pagar por desoír la insistente voz que me susurra, que debo permanecer en tus manos, pero estoy dispuesta a pagarlo.
Cualquier moneda vale lo pesa, para dejar de vivir pendiente de tu respiración y tu abrazo.

Nunca más vas a estar encadenado a un verso mío.

Te libero de mi suspiro.

domingo, 13 de julio de 2008

Sentir

[por Madison]

Querido desconocido:

Escucho a Mahler...su música me lleva a pensar en Thomas Mann, en Visconti, en Muerte en Venecia y en Gustav...
Leo y releo tu carta y mientras lo hagocarta  siento complicidad en tus palabras, me veo reflejada en ellas y, aunque no sé si tiene demasiada relación, siento que la piel es algo vivo y latente.
Manifestas abiertamente tus sentimientos y eso ha producido en mi cierta  turbación que me recorre el cuerpo.
Hoy veo a muchas personas en la playa, van medio desnudas. Yo misma voy medio desnuda. Pero no me siento como tal y pienso que una cosa es no llevar ropa y otra muy distinta es desnudarte para álguien. Ese gesto creo que lo llevamos a cabo en muy pocas ocasiones.
Yo lo hago ante ti. Decido acomodarme y acoplar mi mirada junto a la tuya, pongo el color adecuado a nuestra realidad y pienso que quizás esté un poco loca, pero ¿acaso eso importa? Y si es así ...
¿A quién le importa?
Dime, ¿sabrías decirme qué ves cuando me miras?.
Me gusta hablar, adivinando lo que vas a decirme. En ocasiones así, cuando para hablar apenas utilizamos las palabras es cuando me siento mas cercana a ti.
Hoy me he levantado viva y capaz de expresar parte de mis emociones.
Hoy... ¿cómo te has levantado tu?
Un abrazo de esta que te aprecia. Yo misma

martes, 8 de julio de 2008

Sensaciones y sentimientos

[por Gaviero]
Creo que ambas emociones van confomando la vida de cada uno, en la medida de nuestros anhelos y deseos. Son, a un mismo tiempo, semilla y fruto; semilla por que las dos van modelando lo que llegamos a ser y, fruto por que el resultado de su quehacer es en lo que nos convertimos finalmente.
A la vez se produce una dualidad entre las dos, que llega a parecernos contradictoria e imposible, hay una especie de círculo vicioso, las sensaciones sirven de acicate para nuestros sentimientos y, por otra parte, estos últimos son el origen de las sensaciones.
No quiero caer en una disertación casí filosófica, es todo mucho más sencillo. Simplemente es la aceptación de la vida, la que nosotros deseamos y nos hemos ido cincelando a base de golpes duros unas veces, de tiernas caricias otras.
Es buena la soledad, como es un placer compartir ideas, sensaciones, vida..., todo tiene un sentido y hay veces que necesitamos una mirada a nuestro interior, igual que necesitamos volver la mirada a nuestro pasado, pero eso si, sabiendo en cada momento por que lo hacemos y que buscamos. Nunca recreándonos en la melancolía, en el sufrimiento, en el dolor.
Y de esa soledad, de esos momentos de cansancio, de angustia, siempre se puede, y hay que hacerlo, sacar nuevas fuerzas para seguir viviendo. Y no vale arrepentirse, como mucho unos leves cambios, sólo de vestuario; el interior ni tocarlo. Para bien o para mal, yo creo que lo primero, la gente te quiere así, tal como eres, o te soporta, o te ama, pero eres tu. Es más, si hurgas en el fondo de ti, verás que estas satisfecha de ser así.
Sigue viviendo como hasta ahora, eres tu, la de siempre.
Un amigo que se duele en tu dolor
(Nota: cierra los ojos, respira profundamente y escucha.... lo oyes? Es el 4º movimiento de la Sinfonía nº5 de Mahler (el Adagietto). Disfruta de la musica, siente y dejate llevar por ts sentimientos)

lunes, 7 de julio de 2008

Dias

[por Madison]

Un dia u otro todos nos hemos sentido solos, fuera de lugar.
Esperamos que ocurra un milagro, pero pasan las horas y no ha sucedido nada.
Necesitas escuchar palabras amables dirgidas y pensadas para ti, pero no ocurre.
Entonces sientes la angustia de la soledad, la incomprensión y no entiendes cómo el corazón puede aguantar tanta amargura.
A veces la soledad y el silencio pesan demasiado y necesitas que te digan que no pasa nada, que todo tiene solución, que no eres una persona tan estúpida como alguien quiere hacerte creer.
Me gustaría poder reinventarme un poco cada dia, y si en alguna ocasión he afirmado que si pudiera congelaría algunos segundos vividos, hoy actuaría de una manera totalmente distinta. Nada de lo que permanece congelado me atrae ni me parece sugerente.
Hoy es uno de aquellos días en los que pienso que si pudiera convertirme en la mujer invisible sería genial.
Hoy quisiera escribir mucho, llenar páginas y mas páginas hasta cansarme, pero los dedos no me siguen... están caprichosos, como un dia lo estaban las letras.

jueves, 3 de julio de 2008

Sueño

[por Gaviero]

Querido sueño:

Se bien que sólo eres eso, sueño, pero hoy quiero darte las gracias, por estar ahí, por acompañarme, por aliviar los mil agobios de la vida real, por dejarme cada noche acurrucarme en tus brazos, que siempre encuentro abiertos para mi, por acariciarme y sentir tu piel rozando la mía; habría más motivos, y por todos ellos, de nuevo mis gracias.

Me asombro al pensar que algo intangible, etéreo, sin cuerpo, hayas conseguido entrar en mi vida. Te has ganado un hueco importante en mi existencia. A ti te debo vivir otra vida, paralela a la real y que, a veces, ha llegado a crearme la duda de cuál es la verdadera. Tu me permites cumplir mis más irrealizables deseos, me llevas a lugares, a épocas, me haces conocer gentes diferentes; y aún más, me permites modificar a las personas conocidas, a las situaciones tanto pasadas como del presente; contigo soy totalmente sincero, puedo expresar lo que siento en cada momento, lo que deseo, en fin, me das libertad.

Sé que si despierto, y dejas de ser sueño, no te reconocería, perderías esa magia, ese poder, por eso en vez de que cobres realidad tu, prefiero fundirme yo en sueño contigo. Sigue acompañánome todas las noches.

Gaviero soñador y agradecido