jueves, 29 de septiembre de 2011

Stoner.-John Williams


Cuando digo que un libro me gusta es porque al leerlo, he sentido algo especial, la historia me atrapa y tras finalizar la lectura noto que ha dejado huella en mi.

Cuando leo soy feliz, pero para alcanzar esa especie de felicidad necesito que lo que el narrador cuenta no me sea indiferente

Es lo que me ha sucedido con este libro. La historia en si no es nada extraordinaria, es la forma en que está narrada que es impecable, rozando la perfección.

William Stoner me exaspera, leía y a medida que le iba conociendo me iba enfadando cada vez más al comprobar tanta pasividad.

Es un tipo inteligente, con muchas posibilidades de disfrutar de éxitos en su vida pero no. Stoner es una persona pasiva, que no reacciona ante nada.

Es un hombre que no sabe decir no, su matrimonio es un desastre, su esposa una mujer amargada que le hace la vida imposible.

Encuentra el amor pero no es capaz de retenerlo, así que una vez más acata lo que le ordenan sin apenas oponerse, me gusta mucho estos dos párrafos que pertenecen al inicio y fin de su romance con Katherine:

En su año cuarenta y tres de vida William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un in sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.

No dijo más. Se abrazaron para que ninguno viera la cara del otro e hicieron el amor para no tener que hablar. Se acoplaron con esa típica ternura sensual de conocerse bien y con la nueva pasión intensa de la pérdida. Después, en la oscura noche de su habitación, yacieron quietos sin hablarlse, rozándose ligeramente

Ama a su hija, pero no es capaz de imponerse a la tiranía que ejerce sobre ella Edith, la esposa y madre de Grace, efectivamente todo es un desastre. La vida de los tres es un desastre, que cada uno intenta esconderse de ellos mismo de alguna forma. Edith con sus enfermedades imaginarias, Stoner cada vez mas recluido en el trabajo y Grace la hija acaba refugiándose en la bebida

Solo al final de su vida se da cuenta de algo:

Desapasionadamente, razonablemente, examinaba el fracaso de su vida. Había buscado amistad, la amistad más cercana que pudiera acercarle a la raza humana…

Había buscado la singularidad y tranquila pasión conjuntiva del matrimonio…

Había buscado amor y había tenido amor, y había renunciado a él…

Y había querido ser profesor, y lo fue, aunque sabía, siempre lo supo, que durante la mayor parte de su vida había sido uno cualquiera…

Había soñado con un tipo de integridad, un tipo de de pureza que fuera cabal, había hallado compromiso y la desviación violenta de la trivialidad.

Se le había concedido la sabiduría y al cabo de largos años había encontrado ignorancia. ¿Y qué más?, pensó. ¿Qué más

¿Qué esperabas?, se preguntó...

En definitiva, es un libro muy recomendable, aunque he encontrado una par de faltas de ortografía y eso para mi es inexplicable que suceda



domingo, 25 de septiembre de 2011

Más que la palabra


Ralph Gibson

Cuando se ama, la vista del ser amado tiene un carácter de absoluto que ninguna palabra, ningún abrazo puede igualar: un carácter de absoluto que sólo el acto de hacer el amor puede alcanzar temporalmente
Modos de ver, de John Berger

sábado, 24 de septiembre de 2011

La fría caricia...

Lenta y segura acaricia nuestras ventanas. Consciente de su triunfo sobre los días de sol que nos hace olvidar.. con su eterna nostalgia.

martes, 20 de septiembre de 2011

Asociando pensamientos

Edward Hopper

Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.

...y de pronto, sin saber qué decir, ni que responder viene a mi memoria este cuadro de Hopper y el maravilloso poema de Amalia Bautista, también, ( por lo visto esta madrugada insomne va de recuerdos) he recordado una frase que creo es de Facundo Cabral y dice más o menos que nacemos para encontrarnos, que la vida es el arte del encuentro..

viernes, 9 de septiembre de 2011

Mapa


Andrew Newell

Desde mi ventana, con el sol de media tarde cubriéndome la cara, me entretengo en contemplar el mapa de la vida.

En toda su extensión veo lugares que han quedado enquistados en mi memoria para siempre.

La casualidad es caprichosa. Yo guardaba un imán. Tú tenías otro. Un día les dio por atraerse. Recorrieron sitios, transitaron por caminos remotos hasta dar con nuestros sentimientos que desde tiempo inmemorable buscaban una dimensión conocida, pero hasta ese momento oculta.

Y ocurrió lo sorprendente. Yo prefiero llamarlo grandeza. Te miré a ti y me vi a mi. Desde entonces nuestros días transcurren en presente aún sabiendo que existió un pasado que nos mantenía alejados. No nos despojamos de él, pero lo dejamos en solo un recuerdo al que no permitiremos que nos atrape.

Es nuestra vida. Cosas pequeñas o grandes, pero al fin y al cabo cosas de nuestra hermosa vida.