domingo, 13 de julio de 2014

Mañana de julio

Hay mañanas de julio que nada más salir a la calle noto que son especiales, mientras voy andando se agolpa en mi cabeza el recuerdo de olores, sonidos  y nombres antiguos, momentos de iniciación. Una puerta abierta a lo nuevo, que hoy por el motivo que sea  se hace  presente.
 Me quedo un rato dándole vueltas en la cabeza a todo esto. Busco un sitio donde sentarme. Encuentro un banco de piedra con respaldo de madera. Reposo la cabeza y doy rienda suelta. Cierro los ojos. Me gustaría contárselo a alguien, pero por otra parte se que nadie lo entendería.
Muevo la cabeza, me agito y empieza la lista,  Tagore y su Gora, el muro de Pink Floid, cualquier canción de  Joan Baez, el olor y la textura de Coperttone, un helado de corte de la marca Camy,  Fernando bailando una canción de los Creedence, agua de colonia O de Lancome,  el ponche que hacía mi madre, también su tortilla de patatas,  mis polos de Lacoste, las risas en familia y las fotografías en blanco y negro…la lista es larga

No es que no pasen los años, ni tampoco que yo permanezca anclada en el tiempo, pero es que hay cosas, sobretodo aquellas que descubrí por primera vez que como por arte de magia son inmortales, bueno hablo por mí, hay cosas que en el momento que se producen  pasan a ser eternamente jóvenes, por tanto no hay lugar para el pasado y ni el futuro. Ahí quedan. Incomprensiblemente suspendidas y ancladas en el presente
Imagen de Nelson Kenton.

martes, 8 de julio de 2014

domingo, 6 de julio de 2014

Meta

Es reconfortante saber que existe un camino que me lleva a ti

Imagen de David Burdeny

miércoles, 2 de julio de 2014

Las chicas del campo.-Edna O'Brien



Contraportada
Irlanda, años 50. Lejos de la capital, Dublín, y en medio de un verde paisaje, bellísimo pero exigente, la joven y aplicada Caithleen ha crecido llena de encanto gracias a la sabiduría y humildad de su madre; una madre obligada, por las duras condiciones del campo, a ser fuerte en cada momento, a sobreponerse a toda desgracia. Pero algo va a suceder que transformará la vida de Caithleen. Y en esa nueva vida, la de la única hija de una familia venida a menos, estará acompañada por su amiga de la infancia Baba, por la sofisticada madre de ésta, por el peculiar Hickey… y por una docena de personajes soberbiamente retratados que hoy día nos siguen pareciendo muy vivos; y entrañables, como en toda vida que merezca la pena rememorar.

Caithleen recuerda para nosotros su pasado: unas veces lleno de risas; otras, superando las lágrimas. Recuerda los ritos de paso que la llevaron hasta la madurez: los días de internado, el descubrimiento del amor, la necesidad de aventuras e independencia y, al fin, la gran ciudad, con sus brillantes promesas de futuro.

Estamos, sin duda, ante una extraordinaria novela, iluminada tanto por el humor como por una dulce melancolía; un relato repleto, además, de esa poderosa fuerza que tan sólo concede la juventud. Únicamente El hombre tranquilo, de John Ford, ofrece paisajes y momentos como esta obra cumbre de la literatura irlandesa del siglo XX.

Me ha parecido una lectura agradable y amena . Narrada en primera persona la protagonista, Caithleen, nos cuenta un periodo de su vida que abarca desde la adolescencia hasta la entrada al mundo adulto. Caithleen y Baba son dos chicas que viven en el campo hasta el último curso, después ambas marchan a la ciudad a trabajar y seguir estudiando. Caithleen es buena persona, pero algo pánfila , de todos modos su vida ha estado plagada de adversidades y tristezas, en cambio la de Baba ha sido todo lo contrario, aún así es la típica compañera amargada y cabrona que hace la vida imposible al mas débil, aún así permanecen juntas hasta que por cosas de la vida no tienen más remedio que separarse. Han habido momentos, mientras leía que me ha hecho sonreír, sí, pero en conjunto la novela me ha dejado fría. A cada página ,con cada capítulo notaba que faltaba algo más, y esa sensación de que estaba incompleto me dejaba de mal humor. Quizá no debí leer la contraportada, pues en ella se describe el libro como una obra maestra, pero no lo es. Esta bien escrito, es un libro correcto y punto. 
Probablemente el fallo radique en mí al no saber valorar la maravilla que es, porque la verdad es que casi todas las críticas que he leído sobre él son positivas. Ya me sabrán disculpar todos aquellos a los que en este caso no opinen como yo.