Querido sueño:
Se bien que sólo eres eso, sueño, pero hoy quiero darte las gracias, por estar ahí, por acompañarme, por aliviar los mil agobios de la vida real, por dejarme cada noche acurrucarme en tus brazos, que siempre encuentro abiertos para mi, por acariciarme y sentir tu piel rozando la mía; habría más motivos, y por todos ellos, de nuevo mis gracias.
Me asombro al pensar que algo intangible, etéreo, sin cuerpo, hayas conseguido entrar en mi vida. Te has ganado un hueco importante en mi existencia. A ti te debo vivir otra vida, paralela a la real y que, a veces, ha llegado a crearme la duda de cuál es la verdadera. Tu me permites cumplir mis más irrealizables deseos, me llevas a lugares, a épocas, me haces conocer gentes diferentes; y aún más, me permites modificar a las personas conocidas, a las situaciones tanto pasadas como del presente; contigo soy totalmente sincero, puedo expresar lo que siento en cada momento, lo que deseo, en fin, me das libertad.
Sé que si despierto, y dejas de ser sueño, no te reconocería, perderías esa magia, ese poder, por eso en vez de que cobres realidad tu, prefiero fundirme yo en sueño contigo. Sigue acompañánome todas las noches.
Gaviero soñador y agradecido
Dice Zaratustra: “El sueño, señor de todas las virtudes, no quiere que se le llame”. Pero creo que oyéndote acudirá al instante, serás tú el que le tenga en tus brazos; seréis dos amigos, jamás extraños.
ResponderEliminarUna carta preciosa, Gaviero.
Soñaré que sigo soñando.
ResponderEliminarSueño... qué evocador.
ResponderEliminarSoñaré que sigo soñando.