Me gusta salir a la calle muy temprano, a esa hora en que todo está empezando y al respirar noto que el aire que empapa mi interior sabe a nuevo, entorno los ojos y miro en una dirección algo lejana, mientras lo hago me ilusiono imaginando que soy yo quien estrena el día , su sonido y también su color
Abro los ojos y camino despacio, oigo algo lejos el ruido de escobas y una conversación que mantienen dos barrenderos aunque no se escucha lo suficientemente clara para saber de qué hablan, sigo andando hasta cruzar la vía del tren, porque en ese lugar no hay paso subterráneo, en la estación se oye constantemente una voz impersonal y mecánica por megafonía que avisa del peligro de cruzar cuando está la barrera bajada y la luz roja , llego hasta la orilla del mar que está muy cerca, siempre hay las mismas barcas, son de madera pintadas de blanco y en la parte de arriba llevan una franja cada una de un color distinto y dentro de la misma franja escrito en color negro llevan anotado el nombre y número de matrícula. Me encanta los nombres que le ponen a las barcas, además de alguna de ellas conozco el por qué de esos nombres, son historias antiguas y bonitas.
Todavía es temprano y las farolas del paseo siguen encendidas, también las luces de algunas ventanas, miro hacia ellas pero no veo nada del interior pues las cortinas me lo impiden aunque imagino que tras esas ventanas hay gente que se están levantando preparándose para la jornada que empieza, pero también debe haber algunos que es su hora de irse a dormir, quizá se trate de personas enfermas o padezcan insomnio.
Sigo caminando hasta llegar al faro, me entretengo unos minutos y doy media vuelta. El mismo camino que me ha llevado hasta ahí también me llevará de vuelta a casa, antes pasaré por la panadería, meto las manos en los bolsillos y jugueteo con las llaves, es una costumbre, las toco, las cuento, paso los dedos por el perfil de cada una de ellas, llevo cuatro llaves, la de casa, la del garaje, la del coche y la del despacho, todas juntas en el llavero que un día tú me regalaste. Toco el llavero y tú en mi mente.Camino de vuelta a casa y tu en mi mente. Tú siempre, como cada día, como cada hora. Tú
En ocasiones uno bucea literariamente en lo cotidiano, y se asombra de lo que evoca. La vida es mucho mas de lo que simplemente vemos.
ResponderEliminarBien visto,Madison, desde dentro.
Es bonito estrenar la vida todos los días.
ResponderEliminarUn beso, Madi
como se aprecia de forma subliminal tu pasión o cercanía en el peor de los casos al Mediterráneo
ResponderEliminarSiempre él.
ResponderEliminarLa esperanza de que cada día sea menos él es lo que queda.
Un biquiño y bonitas mañanas tienes.
Tu foto y tu reflexión me recuerdan cosicas parecidas...
ResponderEliminarSerá verdad que somos como escribimos,mejor dicho somos como pensamos y a veces lo ponemos sobre papel, bueno o sobre un soporte distinto como nuestras ventanas por las que nos asomamos y compartimos esas cosicas con la gente amiga.
Besicos reflexionadora.
Sí, siempre él, él en todos los lados, en todos los rincones y la vida pasa, pero pasa con él.
ResponderEliminarSea real o ficción, te entiendo,
Besos
Esos paseos deben ser un auténtico gustazo.
ResponderEliminarSalu2.
Ahora mismo voy estrenar el día, a punto está de romper en el horizonte, pero, ay, añoro ese mar al lado donde tus ojos se relajan. También, en mi pensamiento hay un "tú" permanente, una imagen amada que me acompaña donde quiera que esté.
ResponderEliminarBesos y felices días. Que siempre tengamos la sensación de estrenarlos, como si amanecieran especialmente para nosotras.
Es hermoso poder comenzar los días así, en especial cuando uno tiene un mar a su disposición ;) pero bueno, los que no nos conformamos e intentamos empezarlos bien. A eso vamos, en nada.
ResponderEliminarUn abrazo :)