Querida desconocida:
Hace ya mucho tiempo que te escribí la primera carta, tanto que no recuerdo la fecha concreta. Desde entonces la correspondencia ha ido creciendo, y en diversas ocasiones me ha parecido encontrarte; unas veces en persona, aunque no hayamos cruzado ni una palabra; otras, en conversaciones mantenidas con alguien que no conocía y luego no he vuelto a ver; y la mayoría de las veces en mis sueños, que en algunos casos he compartido con otra persona.
Pero nunca eras tu realmente, no puedo explicar como lo sabía pero de pronto tenía claro que no eras quien yo creía. Ahora es distinto, se que existes realmente, y además, se ha establecido una conexión entre ambos que no se puede explicar racionalmente, pero ambos percibimos nuestros estados de ánimo, las sensaciones que tenemos en cada instante… Y todo ello, sin esperar nada a cambio, sencillamente sabiendo que estás ahí.
Tu recuerdo me ha acompañado por los lugares más diversos, las playas gaditanas, el bullicioso Maniatan, el Sant Jordi barcelonés, la medina de Tetuán, mi querido Camden londinense; y no sólo en los viajes sino también en diferentes situaciones, momentos alegres, bajones de ánimo, estados de salud precaria etc.
La verdad es que ya formas parte de mi vida en la que ocupas un lugar destacado.
Un tratamiento muy hermoso de los sentimientos. Me ha gustado mucho, Madi.
ResponderEliminarEstupenda carta, Gaviero. Toda una lección epistolar.
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