Colección de cartas reales y ficticias para disfrutar del simple placer de leer y escribir.
martes, 12 de enero de 2010
El tren
Los miércoles viajo en tren, es un trayecto corto y rutinario, pero me gusta.
La escasa media hora que dura el viaje la dedico a leer (poco) o bien a mirar el paisaje, esto último es con lo que más disfruto.
Me gusta mucho mirar el mar por la mañana temprano. Me gusta ver a la gente que hace deporte, a las personas de la limpieza del ayuntamiento que limpia la arena, los barcos que se dirigen al puerto, me gusta ver lo tranquila que a esa hora está el agua, apenas se mueve y si hace sol me encanta el color pues tengo la sensación de que es plata líquida.
El último día me sucedió algo extraño. Y en consecuencia hice algo extraño o fuera de lo normal, y digo fuera de lo normal porque soy una persona a la que le gusta la rutina y no soy nada aventurera
El tren llegó puntual, subo, tomo asiento y abro mi libro. Me siento observada, levanto la vista y le veo a él. Sonríe y me pregunta qué leo, como respuesta le muestro la portada del libro, él que también tiene un libro entre las manos me enseña la suya. Entablamos conversación en torno a la lectura de ambos.
Transcurre unos minutos y cambia de conversación.
Dice que cada miércoles me ve a la misma hora, le respondo que no me he fijado en él. Ante este comentario observo que hace un gesto de desagrado.
Me pregunta si me dirijo al mismo lugar de cada semana, respondo afirmativamente y le pregunto si él también va al mismo lugar de cada miércoles, me dice que sí.
El día a cada minuto que pasa es más luminoso. Nos miramos y de nuevo reimos, ninguno de los dos decimos a qué lugar nos dirigimos ni el por qué de esa visita semanal.
No obstante me sugiere algo. Dice que hoy puede ser un buen día para cambiar el trayecto .Él está dispuesto a hacerlo y me pregunta si quiero seguirlo. Le digo que sí.
No sabemos nada el uno del otro. Pero decidimos pasar el día juntos. Desde ese instante nuestra conversación cambia de forma radical. Hablamos de mil cosas distintas, paseamos por distintos rincones, fuimos a tumbarnos en la hierba de un parque y sobre todo nos dedicamos a reir de mil tonterías.
A la hora acordada volvemos a la estación cada uno subimos a un vagón distinto, cada uno vuelve a su vida de siempre y es posible que no volvamos a coincidir nunca más
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Qué relato más entrañable. Un encuentro en un tren con alguien especial. Un día con ese alguien, rompiendo ambos la rutina. Un adiós sin condiciones, pendiente del azar del reencuentro.
ResponderEliminarMe gustó mucho. Coincido con María Jesús. Tus escritos me agradan más que los que pones de consagrados. Tu escritos te reflejan y eso nos ayuda a saber de ti y tu afición a las letras.
Recibe un cariñoso abrazo, Madison.
Aunque no vuelva a ver de nuevo a esa persona, y lo que te llenaste ese día de ella y de esos momentos por raros especiales.
ResponderEliminarHe vicheado hasta este tu blog, por casualidad como ocurre siempre y si lo permites seguiré tus escritos.
Saludos desde esta tierra descubridora.
Me encanta, de verdad que es genial.
ResponderEliminarY lo que más, aparte evidentemente de esa ruptura de la rutina porque sí, es la decisión final...
Esos días luminosos son los que nos hacen relamernos durante semanas. Dar el paso o que te empujen. ¿Cuántas veces habremos soñado con ese momento? Y luego volver al gris de los días, al plata, a la rutina con la sensación de que todo es posible.
ResponderEliminarNecesito una música de fondo para este texto. Por favor, dame una canción.
Salud.
Quisque
Tal vez instalen en sus vidas un bonito Breve Encuentro.
ResponderEliminar¿Viste la película?
ups, creo que he olvidado identificarme: soy yo quien coge los trenes equivocados...
ResponderEliminarEs el principio de una buena amistad...y de una buena historia, no la dejes. Un abrazo.
ResponderEliminarHay una novela de Simenon, quizá de las mejores suyas, que también se titula así "El tren". Y también trata de un encuentro azaroso, en un tren claro. Qué tema tan literario y tan cinematográfico y tan... Qué sugerente.
ResponderEliminarUn saludo.
Si la deja no tendría final, es mejor así, con un principio o un fin.
ResponderEliminar¡Enhorabuena! es todo un lujo que hayas disfrutado de ese día inesperado. Me ha recordado la busca de "mi desconocida".
ResponderEliminarSolamente quienes hemos vivido una situación similar somos conscientes de la importancia y necesidad de un encuentro de este tipo. Conocer a alguien con quien en principio no nos une nada, y precisamente por ello podemos mostrarnos tal y como somos; no hay nada que disimular, no hay resquemores, y así nos mostramos realmente como somos, exponemos nuestras sensaciones, nuestros sentimientos, sintiéndonos unidos de una manera casi mágica.
Lo único que lamento es no haber sido yo tu compañero efímero de tren. Pero no hace falta, nuestra amistad esta ya fortalecida.
Un abrazo enorme y vuelvo a felicitarte por la experiencia.
Isabel, como siempre eres muy amable. Un día te escribiré y te contaré una pequeña historia, y entenderás.
ResponderEliminarPedrohuelva, genial que vicheando hayas venido a caer aquí. Y mucho más genial que quieras quedarte.
ResponderEliminarTienes un blog fantástico.
Maria Jesús, te digo las mismas palabras que a Isabel, exactamente las mismas...
ResponderEliminarUn abrazo
Quisque, me pongo a la faena y busco la canción, que quede bien con el texto y con Bolonia.
ResponderEliminarUn abrazo
BLANCO, he mirado porque no recordaba y creo que no la he visto, pero tiene una pinta increible. Aunque hay alguna más del tema tren.
ResponderEliminarEscribe algo en tu blog ¿no?
JL, siempre vas a destiempo, luego no te quejes.
ResponderEliminarThorton, que alegria verte por aquí.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, espero que todavía estés de celebración.
Un beso
Daniel,últimamente eres responsable de que gaste más de lo debido en libros.El otro día fúi a buscar La hija del optimista, ahora me dices éste, aunque miraré por casa pues hace años hice una colección y hay bastantes títulos de Simenon.
ResponderEliminarGracias por pasar y comentar.
Jesús, el efecto sorpresa es lo mejor de la vida.
ResponderEliminarHola Gaviero!!!
ResponderEliminarTienes razón nuestra amistad ya está más que consolidada, me alegro que te guste lo que he escrito.
Un beso
Me gustó también Madison. Quién de entre todos nosotros, ejército de letraheridos, no se ha sentido identificado. Pero, ¿qué hicieron, qué rieron, qué hablaron? Al final, un velo de melancolía, siempre.
ResponderEliminarDe trenes y de Simenon, "El hombre que veía pasar los trenes". Espléndida. ¿Y si la vida estuviera en otra parte?
ResponderEliminarInquietante, Madi.
ResponderEliminarHola Chema! En cualquier momento, con una circunstancia propicia todos podemos vernos inmersos en un juego de seducción.
ResponderEliminarLo importante es tener conciencia de que solo se trata de eso, de un juego y que la realidad es otra cosa
jejeje.
Roble, por qué lo ves inquietante?
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre quise tener una experiencia igual. Es muy agradable encontrar blogs como éste.
ResponderEliminarUn saludo
Breve encuentro.
ResponderEliminarEl año que viene a la misma hora...?
David, para mi es muy agradable ver personas que deciden entrar aquí y hablan como tu.
ResponderEliminarMuchas gracias
jejeje
ResponderEliminarEnric, el encuentro a la fuerza debe ser anual?
A mi me ocurrió algo parecido, hace ya muchos años, tenía 18 añitos, aquí está el enlace al microrelato:
ResponderEliminarhttp://elpatiodeloscangrejos.blogspot.com/2009/06/te-perdi.html
Besos
voy a leerlo.
ResponderEliminarAhora vuelvo
Jolines, pero tu escribes muy bien.
ResponderEliminarTienes un blog fantástico.
Gracias, Madison, comentarios como el tuyo me animan a seguir escribiendo. Te diré, que a mi también me gustan tus relatos y te sigo.
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