[por Andromeda]
Publicada inicialmente en abretelibro.com
Querido Gregorio: Esa historia que has narrado aquí, cómodamente tendido en esta nube gris, me ha dejado completamente pasmada. ¿En verdad te convertiste en ese bicho asqueroso que tan nutridamente has descrito?, ¿no sería quizá un truco de tu mente? Por lo que me has referido, supongo que tu febril y cansada imaginación, aunada al agotamiento real y palpable (debe ser difícil tener que cargar con tantas responsabilidades), trastornó tu personalidad fragil y complaciente, paseándola por infames derroteros, hasta que finalmente se dejó caer en una situación realmente aterradora. Tu amorosa familia también sufrió un cambio vertiginoso, cruel e insospechado: ¿cómo podrías imaginar que hasta lo más querido puede transformarse de esa manera? Es que ese amor era imaginario Gregorio, créeme. No nos engañemos, no te engañes tú mismo: el cariño no se condiciona de esa manera. Es menester que tu espíritu, infinitamente bondadoso, trascienda esos desdichados sucesos y siga su camino: no más demonios disfrazados de dulces parientes, no más abusos injustificados.... Sí, Gregorio, completamente aberrantes; no hay más que echar un vistazo a los sucesos posteriores a tu partida: nadie, absolutamente nadie es indispensable. Debiste ver también por ti mismo, por tus propios anhelos y necesidades (sin que estas palabras encierren destello alguno de egoísmo).
Recibe un fuerte abrazo: ese que tal vez nunca tuviste verdaderamente.
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Querido Gregorio: Esa historia que has narrado aquí, cómodamente tendido en esta nube gris, me ha dejado completamente pasmada. ¿En verdad te convertiste en ese bicho asqueroso que tan nutridamente has descrito?, ¿no sería quizá un truco de tu mente? Por lo que me has referido, supongo que tu febril y cansada imaginación, aunada al agotamiento real y palpable (debe ser difícil tener que cargar con tantas responsabilidades), trastornó tu personalidad fragil y complaciente, paseándola por infames derroteros, hasta que finalmente se dejó caer en una situación realmente aterradora. Tu amorosa familia también sufrió un cambio vertiginoso, cruel e insospechado: ¿cómo podrías imaginar que hasta lo más querido puede transformarse de esa manera? Es que ese amor era imaginario Gregorio, créeme. No nos engañemos, no te engañes tú mismo: el cariño no se condiciona de esa manera. Es menester que tu espíritu, infinitamente bondadoso, trascienda esos desdichados sucesos y siga su camino: no más demonios disfrazados de dulces parientes, no más abusos injustificados.... Sí, Gregorio, completamente aberrantes; no hay más que echar un vistazo a los sucesos posteriores a tu partida: nadie, absolutamente nadie es indispensable. Debiste ver también por ti mismo, por tus propios anhelos y necesidades (sin que estas palabras encierren destello alguno de egoísmo).
Recibe un fuerte abrazo: ese que tal vez nunca tuviste verdaderamente.
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