(Publicada inicialmente por Maverick en ÁbreteLibro el 19-Marzo-2008 a las 7:04h.)
[por Maverick]
[por Maverick]
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Querido hermano:
Te escribo antes de dormir porque, como ya sabes, es la hora que más me gusta para escribiros mis cartas. Son las once y media de la noche y tenemos mar tranquila, aunque ayer la tormenta nos puso a prueba a todos. Tuvimos serios problemas. Creí que íbamos a necesitar ayuda, porque se agarrotó una válvula en el motor principal y tuvimos que detener las máquinas en medio del temporal. El grupo auxiliar nos permitió tener energía para los demás equipos, pero quedamos prácticamente al pairo. A pesar de la juventud del capitán, éste se comportó de forma valiente y dirigió el barco de forma eficaz. Aún así, sufrimos dos embates traicioneros que nos golpearon por babor y que nos tuvieron a merced de un desastre total. El capitán, Devon, ordenó transmitir por radio nuestra situación de emergencia, pero la tormenta era tan fuerte que no era posible ayuda aérea. La ayuda que teníamos más cerca era el noruego “Princess Beatrice”, pero estaba a más de cincuenta millas, casi las mismas que nos separaban de la costa. La primera oficial, Miriam, estaba en el puente con el capitán. La templanza y coraje de aquel se le contagió y, gracias a su rapidez y decisión, saltó al entrepuente en una arriesgada acción, justo en el momento en que Richard había perdido el equilibrio y resbalaba irremediablemente hacia estribor para caer por la cubierta principal en medio de aquella mar arrebatada. Miriam vio venir la ola y salió apresuradamente del puente para coger una de las cadenas que utilizamos como ayuda en la pluma de arrastre de jaretas. Al ir a coger la cadena, ésta pegó un latigazo e hirió a Miriam en un brazo, pero logró lanzarla a los brazos de Richard que pudo asirse a la misma en el último segundo. Jake y yo estábamos asegurando aparejos en el castillo de proa y tuvimos el tiempo justo para atarnos antes del golpe de mar. Luego Miriam nos dio orden de salir de cubierta. Ayer fue el día más tenso que he vivido en la mar, Mike. La verdad es que en algún momento pensé que no saldríamos de allí. Afortunadamente, padre, nos enseñó bien y el consejo de moverte antes de que el miedo te paralice funcionó como siempre nos dijo. Después que la tormenta amainó, pudimos ponernos a reparar los desperfectos, empezando por la tripulación, ya que, casi todos teníamos golpes, arañazos, etc. Jeremy, el oficial de radio y Miriam, fueron los peor parados. Jeremy se rompió el meñique de la mano derecha al salir lanzado contra un mamparo y Miriam tenía un corte en el brazo izquierdo rodeado de un moretón bastante doloroso. Es una auténtica marina. El mismo Devon desinfectó la herida y le puso unos puntos ayudado del segundo oficial. Gracias a dios, todos estamos bien y ya navegamos rumbo a puerto para reparar correctamente la dichosa válvula. David, el primer ingeniero, hizo todo lo posible con el motor averiado y con la ayuda de todos nosotros. Logró hacer un apaño en ella pero no podemos superar los cinco nudos hasta que lleguemos. Llevamos rumbo nor-noreste con dirección a Lisboa, desde donde te enviaré esta carta y otra que ya he terminado para Mary y las niñas. Según el capitán luego volveremos a terminar de faenar y volveremos a casa para terminar esta marea de dos meses, aunque temo que esta vez vamos a perder ventaja después de la avería. Después de tanto trabajo…
Cuando me contaste por radioteléfono que vosotros no habíais tenido problemas en vuestro caladero, me alegré mucho, hermano. También (por una vez) me alegré de que no estuviésemos faenando juntos en el “Sea´s Glory”. Tengo algunas cartas tuyas encima del camastro de mi camarote. También tengo las de Mary. ¿Sabes?, nunca agradeceré lo suficiente a madre toda su insistencia para que siempre mantuviésemos la costumbre de escribirnos cartas cuando salimos a navegar. Aunque tengamos el radioteléfono, las cartas me llenan más y, cuando os echo de menos, me gusta releerlas y pensar que os tengo cerca. He leído la última que recibí de Connor. Ya lo sé. No tenía que haberlo hecho. Te lo prometí, pero os echo de menos. Estaría bien tomar ahora juntos unas pintas como aquellas veces… ¿te acuerdas?. Ya hace tres años de aquello y no puedo dejar de preguntarme ¿Por qué?, ¿por qué él, por qué esa maldita navidad?. Era el que más amaba este trabajo de los tres y… Mike, tómate un trago por él ¿quieres?, yo acabo de hacerlo.
Estoy deseando que llegue Abril. Nos reuniremos con madre en su casa y comeremos, cantaremos y bailaremos todos. Mary y las niñas, Maureen y el pequeño Mike (por mucho que te disguste se parece más a tu chica que a ti…) y Anna y Jimmy que es igual que Connor… ¿Te has fijado en Anna cuando tiene al niño en brazos?... y nuestro hermano ni siquiera supo que... ¡Dios!... Mike, no sé cómo hemos podido encontrar a las tres mujeres más bonitas de toda Irlanda. Ni tampoco sé qué hemos hecho para merecerlas y tanto amor... A veces pienso que vivo en un sueño y me da miedo despertar. Después de la tormenta, se me ha caído todo esto sobre la cabeza y, me he sentido un poco mal. Estos días están siendo muy duros en cuanto a trabajo y me siento un poco cansado, pero pensar en que pronto estaremos todos juntos otra vez, me hace reencontrar la paz… De todos modos, Mike, tenemos que intentar que los niños de nuestra familia dirijan su futuro por una profesión más segura y más bonita que la nuestra, todo el día metidos entre pescado y agua, alejados de ellos, con la humedad metida en los huesos y con la sombra de una tormenta que siempre te persigue… esa maldita tormenta que se llevó a nuestro hermano… Echo de menos a las niñas y a Mary. El año pasado las ví muy poco. Me estoy perdiendo su infancia. Esta noche daría la mitad de mi vida por estar con ellas, con todos vosotros. Tómate un trago por mí. Yo me tomaré el último a tu salud y me iré a dormir. Este whisky escocés se sube rápido a la cabeza y me está empezando a marear. También puede ser que llevo casi dos días sin dormir. Intentaré descansar unas horas.
Un fuerte abrazo, Mike. Cuídate mucho, hermano mayor.
Te quiere, Gabriel.
Te escribo antes de dormir porque, como ya sabes, es la hora que más me gusta para escribiros mis cartas. Son las once y media de la noche y tenemos mar tranquila, aunque ayer la tormenta nos puso a prueba a todos. Tuvimos serios problemas. Creí que íbamos a necesitar ayuda, porque se agarrotó una válvula en el motor principal y tuvimos que detener las máquinas en medio del temporal. El grupo auxiliar nos permitió tener energía para los demás equipos, pero quedamos prácticamente al pairo. A pesar de la juventud del capitán, éste se comportó de forma valiente y dirigió el barco de forma eficaz. Aún así, sufrimos dos embates traicioneros que nos golpearon por babor y que nos tuvieron a merced de un desastre total. El capitán, Devon, ordenó transmitir por radio nuestra situación de emergencia, pero la tormenta era tan fuerte que no era posible ayuda aérea. La ayuda que teníamos más cerca era el noruego “Princess Beatrice”, pero estaba a más de cincuenta millas, casi las mismas que nos separaban de la costa. La primera oficial, Miriam, estaba en el puente con el capitán. La templanza y coraje de aquel se le contagió y, gracias a su rapidez y decisión, saltó al entrepuente en una arriesgada acción, justo en el momento en que Richard había perdido el equilibrio y resbalaba irremediablemente hacia estribor para caer por la cubierta principal en medio de aquella mar arrebatada. Miriam vio venir la ola y salió apresuradamente del puente para coger una de las cadenas que utilizamos como ayuda en la pluma de arrastre de jaretas. Al ir a coger la cadena, ésta pegó un latigazo e hirió a Miriam en un brazo, pero logró lanzarla a los brazos de Richard que pudo asirse a la misma en el último segundo. Jake y yo estábamos asegurando aparejos en el castillo de proa y tuvimos el tiempo justo para atarnos antes del golpe de mar. Luego Miriam nos dio orden de salir de cubierta. Ayer fue el día más tenso que he vivido en la mar, Mike. La verdad es que en algún momento pensé que no saldríamos de allí. Afortunadamente, padre, nos enseñó bien y el consejo de moverte antes de que el miedo te paralice funcionó como siempre nos dijo. Después que la tormenta amainó, pudimos ponernos a reparar los desperfectos, empezando por la tripulación, ya que, casi todos teníamos golpes, arañazos, etc. Jeremy, el oficial de radio y Miriam, fueron los peor parados. Jeremy se rompió el meñique de la mano derecha al salir lanzado contra un mamparo y Miriam tenía un corte en el brazo izquierdo rodeado de un moretón bastante doloroso. Es una auténtica marina. El mismo Devon desinfectó la herida y le puso unos puntos ayudado del segundo oficial. Gracias a dios, todos estamos bien y ya navegamos rumbo a puerto para reparar correctamente la dichosa válvula. David, el primer ingeniero, hizo todo lo posible con el motor averiado y con la ayuda de todos nosotros. Logró hacer un apaño en ella pero no podemos superar los cinco nudos hasta que lleguemos. Llevamos rumbo nor-noreste con dirección a Lisboa, desde donde te enviaré esta carta y otra que ya he terminado para Mary y las niñas. Según el capitán luego volveremos a terminar de faenar y volveremos a casa para terminar esta marea de dos meses, aunque temo que esta vez vamos a perder ventaja después de la avería. Después de tanto trabajo…
Cuando me contaste por radioteléfono que vosotros no habíais tenido problemas en vuestro caladero, me alegré mucho, hermano. También (por una vez) me alegré de que no estuviésemos faenando juntos en el “Sea´s Glory”. Tengo algunas cartas tuyas encima del camastro de mi camarote. También tengo las de Mary. ¿Sabes?, nunca agradeceré lo suficiente a madre toda su insistencia para que siempre mantuviésemos la costumbre de escribirnos cartas cuando salimos a navegar. Aunque tengamos el radioteléfono, las cartas me llenan más y, cuando os echo de menos, me gusta releerlas y pensar que os tengo cerca. He leído la última que recibí de Connor. Ya lo sé. No tenía que haberlo hecho. Te lo prometí, pero os echo de menos. Estaría bien tomar ahora juntos unas pintas como aquellas veces… ¿te acuerdas?. Ya hace tres años de aquello y no puedo dejar de preguntarme ¿Por qué?, ¿por qué él, por qué esa maldita navidad?. Era el que más amaba este trabajo de los tres y… Mike, tómate un trago por él ¿quieres?, yo acabo de hacerlo.
Estoy deseando que llegue Abril. Nos reuniremos con madre en su casa y comeremos, cantaremos y bailaremos todos. Mary y las niñas, Maureen y el pequeño Mike (por mucho que te disguste se parece más a tu chica que a ti…) y Anna y Jimmy que es igual que Connor… ¿Te has fijado en Anna cuando tiene al niño en brazos?... y nuestro hermano ni siquiera supo que... ¡Dios!... Mike, no sé cómo hemos podido encontrar a las tres mujeres más bonitas de toda Irlanda. Ni tampoco sé qué hemos hecho para merecerlas y tanto amor... A veces pienso que vivo en un sueño y me da miedo despertar. Después de la tormenta, se me ha caído todo esto sobre la cabeza y, me he sentido un poco mal. Estos días están siendo muy duros en cuanto a trabajo y me siento un poco cansado, pero pensar en que pronto estaremos todos juntos otra vez, me hace reencontrar la paz… De todos modos, Mike, tenemos que intentar que los niños de nuestra familia dirijan su futuro por una profesión más segura y más bonita que la nuestra, todo el día metidos entre pescado y agua, alejados de ellos, con la humedad metida en los huesos y con la sombra de una tormenta que siempre te persigue… esa maldita tormenta que se llevó a nuestro hermano… Echo de menos a las niñas y a Mary. El año pasado las ví muy poco. Me estoy perdiendo su infancia. Esta noche daría la mitad de mi vida por estar con ellas, con todos vosotros. Tómate un trago por mí. Yo me tomaré el último a tu salud y me iré a dormir. Este whisky escocés se sube rápido a la cabeza y me está empezando a marear. También puede ser que llevo casi dos días sin dormir. Intentaré descansar unas horas.
Un fuerte abrazo, Mike. Cuídate mucho, hermano mayor.
Te quiere, Gabriel.
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