[por Maverick]
Querida Nina,
Me he levantado temprano, apenas amanecido el día. Ha estado lloviendo esta noche pero el cielo tiene ahora esos colores mágicos mezcla de grises y rojos y anaranjados, anunciadores de que el día traerá sol a partir de unas horas. He desayunado lo de costumbre. Ya me conoces un poco y sabes que me gustan las costumbres. Un café con leche y miel, un trozo de bizcocho y un zumo de naranja. Me he puesto una ropa ligera y deportiva, un chandal y unas zapatillas y me he venido hasta la playa. Está más frío de lo que pensaba, pero no importa, el frío fortalece nuestro carácter del Norte. Paseo por la arena mojada mientras miro las olas que hoy vienen suavemente hacia mí, las olas de esa mar de la que te hablo siempre como si fuese una mujer. Una mujer dulce a veces y furiosa otras, pero siempre preciosa y llena de vitalidad. Las luces del amanecer están volcando los colores del cielo hacia colores más rojos, rosas, azules, violetas y anaranjados y los primeros blancos comienzan a verse por encima de algunas nubes mientras que por debajo aún persisten algunos grises. En unos minutos aparecerán los primeros amarillos que se empezarán a reflejar en las aguas de esta inmensa, tranquila y bellísima mar, con algunas estrellas brillantes en infinitos lugares.
Las estrellas del mar, como las del cielo, como las de aquella noche que nos envolvió hace dos semanas. Camino, te recuerdo y me siento envuelto por tí. Los dos a cubierto del manto de una noche estrellada. Abrazados en un claro del bosque. Besándonos con pasión. Explorando nuestros cuerpos con dulzura, con calor, con ansía, en el silencio de la noche. El aroma de la hierba fresca y de las hayas se mezclaba con el aroma de tu pelo y de tu piel. Siento aún el sabor salado de tu cuerpo en mi labios y no puedo evitar la excitación al recordar nuestra entrega, nuestra libertad, nuestro deseo y el estremecimiento que envolvía nuestros cuerpos mientras seguíamos besándonos, acariciándonos y permaneciendo unidos como si quisiesemos que nada ni nadie nos separase jamás. Camino y amanece. El cielo se abre como se abre nuestro deseo cuando estamos cerca el uno del otro, despacio, lentamente, subiendo nuestra fiebre y nuestro calor, inexorablemente rendidos a un poder que va más allá de nuestra voluntad. Entonces comprendo que, en aquel bosque, en aquella habitación de hotel revuelta, en nuestra playa o en tantos otros lugares, es donde tú y yo vamos escribiendo nuestra propia novela cada vez que nos encontramos. Quizás la más preciosa obra que, en realidad, seremos capaces de escribir.
Regreso a casa y me siento de nuevo a escribir. Por fin, creo que he encontrado un final para la novela. Si quieres podemos reunirnos entonces en Londres este fin de semana. Llamaré a Melissa y a Harry y nos reuniremos con ellos para entregarles el primer borrador. Estoy deseando leer la tuya, pero, debo ser honesto y decirte que aún deseo más conocer tu opinión sobre mi novela. Lo sé, puedes reírte, ya siento tu risa y sabes cuánto me provoca verte reír. Presiento que escribiremos juntos un nuevo capítulo para nuestra novela conjunta.
Un beso apasionado,
Bryan
¿Qué te detiene, Maverick? ¿Por qué has tardado tanto en escribir o, cuando menos, tanto en compartir lo que sabes decir de forma así de preciosa? Te lo digo, estaba planteándome seriamente enfadarme de una vez e iba a proponerme no mirarte a la cara, lo que no sería tan difícil, ¿verdad?; bromas aparte, me alegra infinito que no haya sido necesario... me encanta que finalmente hayas escrito y que espero lo repitas.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, y... vale, cuatro besos.
Da gusto tener amigas como tú, mi querida Wara :-). Ya sé que no te puedes enfadar conmigo, pero si lo hicieras te escribiría mil cartas pidiendo tu perdón. A mí me encanta que estés ahí y sentir tu amistad es un regalo para mí.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida y otros cuatro besos para tí. Estamos cariñosines hoy ;-), a que sí.
Maverick
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