Querida loca:
¿Así que eras tu? La otra tarde, te estuve observando sin que te percataras de ello; se te veía absorta sobre el papel, refugiada en la mesa casi escondida del rincón del café, estaba claro que te costaba hilar las palabras, construir las frases. Y ahora, al leer tu carta, soy yo quien sonríe, me pasa como a ti, me produce una felicidad enorme recibir carta y ésta tuya no puede quedar sin contestación.
Tu invitación a abrirte mis sueños, mi vida, todo aquello que tenga algún significado para mi, está aceptada, por supuesto, así que dejate llevar por la ensoñación del lugar y ambiente que propones.
Imagina la azotea de una vieja casa, casi una mansión; se encuentra en un cierto estado de deterioro, pero sigue conservando el porte majestuoso del siglo XIX. Sus dos plantas con porche porticado se alzan en el centro de un cuidado jardín, algo decadente en su pérgola trasera, pero coloreado por jazmines y glicinas. Está empezando a anochecer y las flores esparcen su aroma que llega hasta nosotros, sentados en la terraza superior.
En este espacio hay velas, también olorosas, por todos los lados, las hay sobre las repisas de las barandillas de la azotea, en mesas de madera adosadas al muro de la casa, en n viejo velador desvencijado y esparcidas por el suelo mismo. Estamos sentados en dos aparatosos sillones de mimbre, y bebemos sendos vasos, de un cristal no demasiado fino, de te helado. A nuestros oídos llegaba una música extraña, era un piano que tocaba una mujer en la terraza de la casa contigua a la nuestra, tardamos unos instantes en reconocer la melodía pero enseguida supimos que se trataba de "Rhapsody in blue" de Gershwin, interpretada a ritmo del más puro jazz.
La sensación de irrealidad, de estar fuera del mundo, se acrecentó al levantarnos y acercarnos a contemplar la vista del exterior. Bajo el rojizo resplandor del sol en retirada, nos quedamos atónitos al divisar la magnífica inmensidad del océano.
Estábamos en La Habana, en el barrio del Vedado, por lo que te propuse bajar paseando hasta el Malecón para disfrutar de la noche. Dejaremos unos puntos suspensivos para, si deseamos, continuar soñando.
Un abrazo
Ocupante de tus sueños
Te he contado alguna vez cómo me gusta cuando se manifiesta de forma expontánea esta dualidad?
ResponderEliminarMe encantan esos sitios a los que me llevas....
ResponderEliminarAntes te llevaba yo, ahora espero con impaciencia el siguiente paso que me propones.