domingo, 28 de febrero de 2010

Tu voz


Me gusta tu voz
Me gusta escuchar mi nombre cuando sale de tu boca porque suena distinto
Me gusta oir el tono que utilizas cuando me dices... "ven, te espero"
Me gusta cuando dices que me amas, que me deseas, que te gusto
Tu voz me llena de calma, de paz, de sosiego.

Por eso me gusta querete, y me dejo llevar por las sensaciones que me producen tus palabras de amor, por eso caigo cautiva ante tí.

Y echo fuera de mi vida pensamientos absurdos que en un tiempo pasado se instalaron en mi interior de forma permanente, consiguiendo que me sintiera prisionera y a merced de ellos.

Un tiempo en que me consideraba a mi mísma demasiado sensible, pero ¿sabes? resulta que me gusta mi sensibilidad.

Y por fin siento que la paz se ha instalado en mi interior, una paz que veo reflejada en nuestras miradas cuando se buscan, cuando se encuentran.
Miradas de esperanza que acarician. Piel con piel, que cuando se ven se reconocen.Y al reconocerse gozan del momento
Y es que...me gusta tanto tu voz!



10 comentarios:

  1. Que importante es la voz, tenés razón...pero no me había percatado que eso era lo que decía cuando decía que me gustaba escuchar mi nombre en su boca.

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  2. La entrada es preciosa Madi, lo peor que puede ocurrirle a cualquiera es perderse en los propios miedos y no arriesgarse a intentar superar las dificultades. A luchar por tu felicidad y por encontrar esa voz y esa mirada que te complementa y te hace ser más tú mismo y reafirmarte en tus propios valores e ideas.

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  3. Escuchar la voz de la otra persona, sentirla, nos hace que se agiten nuestros deseos más ocultos, nuestros sentimientos, y ser capaces de echar fuera miedos, de reconocer lo que nos daba miedo.

    Estupenda entrada Madi, que por cierto me ha hecho recordar unos versos del poeta venezolano Miguel Otero de Silva.

    "Amo tu voz cuando estás en silencio
    porque el silencio es un sutil presagio de tu voz.


    Y amo tu voz con un amor intenso como la muerte
    cuando ella se deshoja en palabras confusas,
    en palabras mojadas de tu aroma y tu sangre,
    en menudas palabras que en la sombra me buscan
    como niños perdidos,
    en palabras quemantes como llamas azules,
    en el tibio murmullo que no llega a palabra.
    Amo tu voz intensamente en el corazón de la medianoche."

    Pido mil disculpas por haberme alargado tanto en el comentario. Prometo no hacerlo más,

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  4. Así es Pulgarcito, nuestro nombre escuchado en la voz amada suena especial.

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  5. Gracias por tus palabras anónimo
    Soy persona de miedos y de constantes dudas,el caso es que creo que los miedos son necesarios porque me avisan, me ponen en alerta.
    Lo malo es cuando esos mismos miedos deciden instalarse en mí.

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  6. Gaviero, como siempre genial respuesta y en absoluto larga.
    Prohibido decir que no lo harás más
    Un abrazo

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  7. El azar, me llegó a Ella. ¿Verdaderamente fue el azar?
    Posiblemente no. Seguí el ritmo de su madison, un baile que encierra círculos, que sigue el ritmo de la fila y, entre esa hilera de hombres y mujeres, una sonrisa, una foto, una voz; me acercó a Ella.
    La sonrisa en descubrir su voz escrita. Me sentí entusiasmado, sin Ella saberlo, de su encuentro. Paseaba silenciosamente por sus letras, como si su desconocida pero imaginada voz, transitara por mi cuerpo despertando mi piel dormida.
    En su voz, sus letras, acompañadas por la melodía del baile, ese madison enamorado, armonizaba Alicia con Kafka, como nos enseñó Jean Luc Godard.

    La foto; ese perfil dibujado, se me antojó la belleza plasmada de Hopper. Podía imaginarme, igualmente sin esfuerzo, que Ella, en ese recuadro, leyendo o escribiendo, me estaba esperando a mi, su lector callado.
    Aquella noche, guardada en mi memoria selectiva, me sorprendió al dejar el café, al abandonar esa foto. Una agradable sorpresa al comprobar que esa foto, su perfil tenía vida, armonía y una voz, una voz que deseaba oír.
    Como una de esas silenciosas, simpáticas y risueñas ardillas que se pasean libremente por el parque Madison, la foto de Hopper dejó oír su voz: “Tardaste en llegar, pero estás aquí, en mí y esto es lo importante. Te estaba esperando como quien espera a Godoy”.

    Su voz; su voz encendió la noche. Su voz; una voz que durante el día, aún calladamente, acompañaría mis horas de soledad.
    Una voz dulce, melosa, risueña e inquietante cuando se encierra en su pensamiento de horizonte. Unos pensamientos que, tan pronto descubre la caricia a tu lado, como la distancia en esa raya imaginable que nos deja el horizonte lejano, inalcanzable y, a la vez, deseosa, deseosos de tenernos, de sentir esa voz, ese lenguaje de amor.
    Un lenguaje de miradas, caricias y abrazos. Esta es su voz.
    Una voz que trataba de entender, yo mismo. Que tenía esa voz para haberme puesto en un estado de feliz excitación al oírla, al estar con ella, al sentirla como la siento, no su voz, sino toda Ella.
    Ayer; Ella salió del perfil para bailar madison, compartir sus letras, su café. Hoy; espero, sentado en su café, sumergirme en su voz.

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  8. Has nombrado a Hopper, casi, casi mi pintor favorito, me fascina la luz que desprenden sus cuadros.
    Hay uno, creo que lo titula conversaciones nocturnas, en ese cuadro, se ve una luz que entra por la pequeña ventana...maravilloso cuadro.
    Manel, siempre te digo lo mismo, quizá me repito demasiado pero no importa. Estás hecho un gran poeta.
    Besos

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  9. Yo tengo la experiencia y la teoría (no sé si antes expuesta por algún sabio) de que cuando recordamos a alguien a quien hace mucho tiempo que no vemos, lo primero que recordamos es su voz. Recordar a un familiar perdido hace muchos años, a un amigo que hace tiempo dejamos de ver, a una ex pareja sentimental: todos nos traen a la memoria su voz. Al menos a mí me sucede así, y por eso me gusta tanto escuchar las voces, sobre todo cuando tienen algo que decir.

    Un abrazo, Madison, muy hermosa tu entrada.

    Jorge Andreu

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  10. Buenas noches Jesús, encantada de verte por aquí, tines un blog magnífico.

    Y sí, tienes razón sobre las voces impostadas, pero es el precio que debemos pagar hasta llegar a voz aunténtica, la que nos hae sentir cosquillas en el estómago.
    Un abrazo

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