“Estoy solo entre un laberinto de espejos, como el niño perdido en un bosque poblado de fantasmas geométricos. Estoy cerca del piano al que arranca un pianista ciego valses marchitos y habaneras sentimentales.
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Este café es el café donde se ama, donde se sueña y donde se muere. Quizá porque amar y soñar es irse muriendo un poco. Todo parece estar sumido en una niebla de lírica decadencia, en una pura pena de no saber por qué.
Café mágico, donde, desde los lomos de sus elefantes sagrados –rojo pelouche de galas alfonsinas-, asisto a la agonía del año
Café de poetas y de enamorados. Café de citas que nunca se han de cumplir, porque, si
Mientras se desangra 1932 en las copas de grueso labio, al costado de mi juventud paso revista de amor por los divanes. Nada. No ha pasado el año, no se ha movido el tiempo. Aquí están, como figuras de cera, todos mis fieles amigos de los viejos cafés. Viene por las tardes a la mesa larga la tertulia de don Fidel, de don Lorenzo, de don Antonio… Todos recuerdan bien la guerra de Filipinas y de Cuba.”
“Recortes madrileños” (fragmento), artículo de Cesar González Ruano, publicado el 1 de enero de 1933.
la Unesco debería declarar a ciertos cafés Patrimonio de la Humanidad. Y quien tenga potestad para ello, incluirlos en la lista de especies en vías de extinción.
ResponderEliminarGonzález Ruano era un personaje que a mí personalmente no me caía especialmente bien. Pero como cronista tenía su mérito.
ResponderEliminarQué apasionantes años de la República, vistos desde ahora. Muchísimo.
El tema de los cafés me interesa desde siempre. Anagrama, en su colección de ensayo, publicó hace tres años aprox. un libro, Poetica del café, que compré maravillado. Luego resultó malísimo y ni siquiera lo acabé. Pero la poética de café sigue apasionándome. Y tú, que manejas los hilos de los secretos de tus lectores, vas y publicas esto, este trozo, en que se destila lo mejor de la poética del café como espacio. Contigo...
Maravilloso, Madi.
ResponderEliminarAhora que todas las cafeterías parecen peluquerías de diseño en serie donde no sabes si te han puesto una taza o un diseño de edición limitada de Agata Ruíz de la Prada, se agradecen rincones como el que regoge tu entrada.
ResponderEliminarUn beso.
Precioso texto. Un poema.
ResponderEliminar¿Por qué nos gustan tanto los cafés que parecen, todo el tiempo, a punto de morir?
Los cafés siempre están a punto de morir (o matar).
ResponderEliminarYo también me quedo con las cafeterías oscuras, donde se paró el tiempo antes que el reloj.
Recuerdo hace unas navidades estuve en Viena, disfruté de lo lindo visitando sus cafeterías y sobre todo buscando la que iba Thomas Bernard.
ResponderEliminarY hablando de Viena y mi estancia, un día explicaré la anécdota que me maravilló, pero lo haré colocando una entrada de Snobismo de las golondrinas, libro de Mauricio Wiesenthal.
Y ...
Los cafés han sido y son un elemento fundamental en la vida de muchos de nosotros, jlmartin63.
ResponderEliminarEastrvber, a mi tampoco me gusta la figura de González Ruano, de quiejn me separan muchas más cosas que me unen, pero este artículo en concreto si me parece interesante.
ResponderEliminarMadi siempre tiene muy buen gusto Las hojas del roble.
ResponderEliminarAfortunadamente Rocio aún quedan lugares como éste, sólo hay que saber buscarlos, y por supuesto, disfrutarlos. Saludos.
ResponderEliminarInsisto Lanita, aún queda alguno por ahí, y muy acogedor.
ResponderEliminarMadi, Viena es la ciudad de los cafés, es toda una delicia recorrerlos y dejar que el tiempo transcurra en ellos. Personalmente mis preferidos son el Central y el Hawelka, aunque upongo que tu al mencionar a Thomas Bernhardt te refieres al Café Bräunerhof.
ResponderEliminarEspero la anécdota...
Lo sé. Alguno conozco que recordaré siempre... y eso que no probé una gota de café.
ResponderEliminarTambién recuerdo rememorando un viaje en solitario a París, a la vuelta, haciéndome la cultureta, le explicaba a una amiga que estuve una mañana en Le Flore, "el café donde se reunían a debatir los fundamentalistas"...
Y me quedé tan ancha.
(a los de pueblo no se nos puede sacar de casa...)
A mi me hizo mucha ilusión la inivtación de una amiga cuando en el mes de diciembre estuve en Madrid. Me llevo al Gijon y me encantó.
ResponderEliminarPor cierto Gaviero no se si recuerdas este enlace
ResponderEliminarhttp://www.abretelibro.com/foro/viewtopic.php?f=33&t=28269&start=0//url
Veo el Central y el Hawelka de Gaviero, y sumo el Schwarzenberg.
ResponderEliminarMucha gente mayor, vestida de domingo. Un señora tocaba el piano de cola. Un señor que ya no cumplía los ochenta se arrancó a cantar con un sentimiento que jamás tendrán Bisbal y otros productos por el estilo.
Ostras Blanco, eso pinta fenomenal.
ResponderEliminarViena es una ciudad a la que volvería sin pensarlo, me gustó todo, lugares, gente, teatro...
Madi el hilo sobre los cafés es genial, como casi todos los tuyos. Un placer rellerlo.
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