Pienso en mi calle; o en ti si quieres, pues es lo mismo. La calle donde una palabra tuya cobró tanta vida como ninguna que escuchara antes o después. Es lo que me dijiste una vez en Travemunde. Que toda aventura viajera, para que pueda ser narrada realmente, tendría que girar en torno a una mujer o, al menos, a un nombre de mujer, pues es el asidero indespensale para que el hilo rojo de lo vivido pase de una mano a otra.
Tenías razón, pero cuando yo subía por aquella calle ardiente, todavía no imaginaba de qué extraña manera y por qué, desde hacía un par de segundos, mis propios pasos, que retumbaban en la solitaria calleja, parecían llamarme como una voz.
Las calles del entorno tenían poco en común con las que hicieron famosas a las pequeñas ciudades del sur de Italia. No eran lo bastante viejas para parecer que se desmoronaban, ni tan nuevas como para resultar acogedoras; era un muestrario de antojos del limbo de la arquitectura.
Párrafo extraido del libro Historias y relatos, de Walter Benjamin
¡Qué bueno! Qué bien eliges.
ResponderEliminarQue tipo oscuro era Benjamin. No tenía estos escritos pero los voy a buscar.
ResponderEliminarMe habían fascinado sus pensamientos pesimistas en torno a la reproducción mecánica del "arte". Y su existencia.
Recuerdo aquella noche lejana en el tiempo. La recuerdo esta noche, recogido en este ángulo oscuro del viejo y entrañable café, mientras la escribo a Ella, ausente ahora..
ResponderEliminarSigo el hilo invisible que despide el café, perdiéndose entre infinitos hilos humeantes donde me encuentro.
Mis ojos, desandan la huella de ese aroma, descubriendo el sonoro tintineo provocado por la batuta de unos dedos femeninos, delicados, hiriendo el liquido como un agujero negro, averno en su temperatura.
Como inseparables amigos, mis ojos siguen la orden de mi cerebro, reptando, huroneando, fisgando esa mano hasta alcanzar mi vista sus hombros, su cuello, su boca; sus ojos.
Mis ojos, tan abiertos como una aurora boreal, se fundieron como la acción de mi entreabierta boca de sorpresa. Ella; sonreía descubriendo mi grata sorpresa.
Sentí el aroma y el sabor de sus labios en mis mejillas. Desde que crucé el marco de la puerta del café, había estado siguiendo mis inseguros pasos hasta ese ángulo oscuro del habitáculo.
Sólo el café de Madison podía llevarme a aquella noche lejana en el tiempo, tan cerca y tan lejos.
Aquella noche, nos amamos sin palabras. Aquella noche dejé escrito en su cuerpo la pasión desenfrenada de nuestro amor. Aquella la noche la recordamos hoy en este café, el Café de Madison.
Maravillosa elección, Madison.
ResponderEliminarWalter Benjamin está guay!
ResponderEliminarleyendo vuestros comentarios se me abre un abismo: mi ignorancia acerca de casi todo pasa de ser enciclopédica (ya era más que la británica) a, directamente, agujero negro.
ResponderEliminar¿Todos conocíais a Walter...?
Me visto y me voy.
En 10 vidas sin dormir no tendría tiempo para ponerme al dia de lo que lleváis leído hasta hoy... Y yo soy de siesta...
(eso sí, el texto me ha encantado.. criterio sí tengo!)
Después respondo a cada uno, que ahora llevo mucha prisa pero...
ResponderEliminar¡¡Lanita!! vístete y no vuelvas hasta que hayas cumplido una penitencia.
No puedo creer que np conzcas a Walter Benjamín!!
Me visto y me voy contigo, esperame
Yo estoy con Lanita. No desesperes Lanita, yo tampoco he leído a Benjamin y ni falta que hace. Hasta ahora he vivido tranquilamente sin que ningún turbio desasosiego clamara en mi mente "¡No has leído a Benjamin! ¡No has leído a Benjamin!" Así que no debe ser tan importante.
ResponderEliminarLo importante es salir a la calle a sentir el sol en la piel, las caricias del (o de la) que te ama, pasear en busca de rincones, etc....y si quedan ratos libres, pues ya leeremos.
Besos, Madi.
Plasplasplasplas!!!!
ResponderEliminarViva enric!!!!!
Ya si eso yo me espero rinconeando al sol mientras me acarician... Eso sí, se acepta que el acariciador nos lea a Benjamin en voz alta... O mejor, al oído interno...
Blanco, gracias. Abro el libro y miro al azar, y lo que llama la atención a mis ojos es lo que pongo aquí.
ResponderEliminarPulgarcito, mi libro es de la editorial El Alpeh.
ResponderEliminarUn abrazo
Manel, que genial saber que el Café de Madison te suegiere todo lo que has escrito.
ResponderEliminarEchaba de menos verte por aquí
Un beso
Maria Jesus, para mi todo lo Benjamin es digno de subrayar.
ResponderEliminarY le doy las gracias a Enrique Vila Matas porque me lo dio a conocer, bueno me ha dado a conocer tantos y tan buenos escritores que nunca se lo agradeceré lo bastante.
Un beso
Está muy guay miette, siempre que lo imagino lo veo sentado, triste y pensativo en un café.
ResponderEliminarUn beso
Vale, vale Enric no te enojes.
ResponderEliminarYo no he viajado a no se cuantos lugares que creo ha ido todo el mundo y tampoco lo creo indispensable (pero me encantaría poder ir alguna vez en la vida).
Y además tienes razón es much0 más importante las pequeñas cosas que nos rodean y que son tangibes.
Hala, ya he quedado bien.
Un beso
PD.leer a Benjamin es importante
Lanita, tú lo quieres todo!! y eso no puede ser.
ResponderEliminarVive tú tu propia calle, siempre será lo mejor. Sin perjuicio de que leas sobre las calles de los demás.
ResponderEliminarPosiblemente estés en lo cierto.
ResponderEliminarGracias Randle
Madison me pasarías los relatos El pañuelo y EL viaje en la Mascotte de este mismo libro? mi mail es marialauracourtet@gmail.com y no consigo este libro en ninguna libreria ni en la web. Te lo agradeceré!! Saludos
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