¿Por qué durante años nuestros ojos están limpios y secos
y en un solo crepúsculo se enturbian de llanto?
(Mario Benedetti)
¿Recuerdas cuánto nos reíamos cuando me abrazabas? No sólo era por la felicidad de estar juntos, es que siempre te olvidabas de que eras grande y fuerte y tus brazos me estrujaban hasta hacerme desaparecer entre ellos. Yo te decía: “para abuelo, que me haces daño”, y tú me mirabas y contestabas: “los abrazos no hacen daño”. ¡Qué razón tenías! Los abrazos no hacen daño, es la ausencia de ellos lo que duele.
¡Qué no daría por volver a sentir tus brazos rodeando mi cuerpo de nuevo y poder acurrucarme entre tu pecho! ¡Lo que yo daría por volver a ponerme de puntillas para poder colgarme de tu cuello y besarte mil veces! ¡Cómo extraño esos momentos, sólo nuestros, cuando nos sentábamos juntos y sentía tu enorme, trabajada y cálida mano sobre la mía, y tú me contabas esas cosas que sólo cuentan los abuelos! ¡Cómo añoro tu mirada, tus carcajadas, tu voz potente, tus caricias, tus pasos, tu olor…! ¡Cómo te añoro a ti, mi abuelo!
Abuelo, dime, ¿Cómo hago para arrancarme esta tristeza? ¿Cómo hago para que no broten las lágrimas cuando pienso en ti? ¿Por qué esa foto que hay sobre mi mesa, y que siempre me hizo sonreír con ternura, me hace ahora llorar?
En el trocito que te has llevado de mi corazón están todos los besos y los abrazos que sólo a ti pertenecen. Si no te importa, tu amor me lo quedo yo aquí, lo necesito para no olvidarte, para recordarte, para soñarte, para no olvidar cómo sentir.
Te quiero y sé que me quieres. Yo soy tu nietuca y tú mi abuelo. Jamás la vida me dio ni me dará mayor regalo.
Un besuco abuelo.
y en un solo crepúsculo se enturbian de llanto?
(Mario Benedetti)
¿Recuerdas cuánto nos reíamos cuando me abrazabas? No sólo era por la felicidad de estar juntos, es que siempre te olvidabas de que eras grande y fuerte y tus brazos me estrujaban hasta hacerme desaparecer entre ellos. Yo te decía: “para abuelo, que me haces daño”, y tú me mirabas y contestabas: “los abrazos no hacen daño”. ¡Qué razón tenías! Los abrazos no hacen daño, es la ausencia de ellos lo que duele.
¡Qué no daría por volver a sentir tus brazos rodeando mi cuerpo de nuevo y poder acurrucarme entre tu pecho! ¡Lo que yo daría por volver a ponerme de puntillas para poder colgarme de tu cuello y besarte mil veces! ¡Cómo extraño esos momentos, sólo nuestros, cuando nos sentábamos juntos y sentía tu enorme, trabajada y cálida mano sobre la mía, y tú me contabas esas cosas que sólo cuentan los abuelos! ¡Cómo añoro tu mirada, tus carcajadas, tu voz potente, tus caricias, tus pasos, tu olor…! ¡Cómo te añoro a ti, mi abuelo!
Abuelo, dime, ¿Cómo hago para arrancarme esta tristeza? ¿Cómo hago para que no broten las lágrimas cuando pienso en ti? ¿Por qué esa foto que hay sobre mi mesa, y que siempre me hizo sonreír con ternura, me hace ahora llorar?
En el trocito que te has llevado de mi corazón están todos los besos y los abrazos que sólo a ti pertenecen. Si no te importa, tu amor me lo quedo yo aquí, lo necesito para no olvidarte, para recordarte, para soñarte, para no olvidar cómo sentir.
Te quiero y sé que me quieres. Yo soy tu nietuca y tú mi abuelo. Jamás la vida me dio ni me dará mayor regalo.
Un besuco abuelo.
El amor de los abuelos y por los abuelos, algo maravilloso, que crea lazos qe niunca se darán entre personas que no sean abuelos y nietos.
ResponderEliminarY mientras hables de él, mientras lo recuerdes, no sólo vivirá sino que, además, consigues que le conozcamos los que no lo hicimos en su momento.
No estes triste, tu abuelo estará orgulloso y feliz de que seas como eres.
Un beso
Qué razón tienes Gaviero, pero qué difícil me resulta quitarme la tristeza.
ResponderEliminarUn besuco para tí.
Me ha gustado mucho tu carta Anjanuca, en cierta manera me he sentido muy identificada.
ResponderEliminarcada día recuerdo a mi abuelo, aunque hace años que murió, pero sentíamos adoración mútua.
Hola Madi, es increíble el papel tan importante que ejercen los abuelos ¿verdad?.
ResponderEliminarUn besuco.
Anjanuca que bonito. Me identifico un montón con tu relato.
ResponderEliminarRecuerdo la figura de mi abuelo como la más entrañable de mi niñez, siempre me contaba historias maravillosas y permanecen en mi, imborrables, esas conversaciones mantenidas con él. Que grande fuiste abuelito!
Hace mucho que marcho, pero como tu dices, sigo queriéndole.
Beso Anjanuca
Que suerte tener un abuelo a quien recordar. Yo solo tengo un ligero recuerdo del único al que llegué a conocer: Sentado a horcajadas en un banco tallando algo en madera para mi. Era de oficio abarquero, y dicen que muy bueno. Lebaniego, la tierra de mis ancestros.
ResponderEliminarSe feliz, el así lo quería.
Qué lindas las historias de los abuelos ¿verdad Baruk?
ResponderEliminarBesucos.
Hola Fermin, bienvenido a este café.
ResponderEliminarMe gustan tus recuerdos aunque sean lejanos y algo difuminados.
Un saludo
¡Hola Fermín! Uno de los momentos más gratificantes que recuerdo fue hace años, sentada en el poyo de una casa lebaniega, charlando con un albarquero mientras disfrutaba de su trabajo. No sé cómo las horas fueron pasando y ya no hice más en todo el día.
ResponderEliminarBienvenido al café de Madi, paisanuco.