lunes, 22 de junio de 2009

La Nariz





Muy señora mía, Alexandra Grigórievna:

No alcanzo a comprender tan extraño proceder por parte suya. Tenga la seguridad de que, obrando de este modo, no ganará usted nada ni me obligará en modo alguno a casarme con su hija. Crea usted que me hallo perfectamente enterado de la historia de mi nariz como también de que usted y nadie más que usted ha sido la principal causante de ella. El súbito desprendimiento, la fuga y el disfraz de mi apéndice nasal, apareciendo primero bajo el aspecto de un funcionario y luego con el suyo propio, no son ni más ni menos que consecuencia de las hechicerías practicadas por usted o por quienes se ejercitan en menesteres tan nobles como los suyos. Por mi parte, considero deber mío advertirle que si el susodicho apéndice no se reintegra hoy mismo a su sitio, me veré en la obligación de apelar a la defensa y la protección de las leyes. Por lo demás, con todos mis respetos, tengo el honor de quedar de usted, seguro servidor

Platón Kovaliov.

Muy señor mío, Platón Kuzmich:

Su carta me ha dejado sumamente sorprendida. Le confieso a usted con toda sinceridad que nunca esperé nada parecido y menos aún lo referente a los injustos reproches de usted. Pongo en su conocimiento que jamás he recibido en mi casa, ni con disfraz ni bajo su aspecto propio, al funcionario a quien usted alude. No niego que me ha visitado Filipp Ivánovich Potánchikov. Pero, aunque él aspiraba, es cierto, a la mano de mi hija -y tratándose de una persona de conducta buena y sobria, así como de muchos estudios-, yo nunca le he dado la menor esperanza. También menciona usted la nariz. Si con ello quiere dar a entender que yo me proponía dejarle con tres cuartas de narices, o sea, darle una negativa rotunda, me sorprende que sea usted quien lo diga, sabiendo como sabe que mi intención es muy otra y que si usted se compromete ahora mismo y en debida forma con mi hija, yo estoy dispuesta a acceder sin dilación, pues tal ha sido siempre el objeto de mis más fervientes deseos, en espera de lo cual quedo siempre al servicio de usted Alexandra Podtóchina.

La Nariz.-Nikolai Gógol

2 comentarios:

  1. A mi me gusta meter las narices en todos lados, y luego pasa lo que pasa, me dicen: No metas las narices donde no te importa!! o aquello de: Saca tus narices de aquí!!!.. pero ya se sabe, lo que quiero es batir un record y por eso miento y miento a ver si me crece, pero por lo visto hay de mejores que yo, pues veo algunos que la tiene muy larga.., la nariz, digo. Y es que tener la nariz larga no es peculiaridad exclusiva de Pinocho, vamos digo yo.

    En fin, no se lo que estoy diciendo pues me he hecho un lío de narices!!

    Un abrazo y por cierto, esta es una entrada de narices!!

    Baruk

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  2. jajajajajaja es una entrada genial, entrar por la mañana y leer tu cometario.
    Has conseguido que ria sola y lo cierto es que en estos momentos no estoy sola.
    Un abrazo y te echaba ya de menos.

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