Este de hoy trata sobre el suicidio de su madre y me ha soprprendido que apenas la conocía, lo deja ver en la forma en que la describe, en la forma que explica cosas de ella. Lo hace de una manera impersonal y lejana.
No habla de ninguna vivencia juntos y otra cosa que me ha sorprendido es que tampoco dice el nombre de ella.
Pienso que se siente angustiado por esa muerte, se siente mal por no haber notado su enfermedad y de alguna forma siente la nacesidad de deshogarse.
Una mujer inteligente, viva y con inquietudes que fue víctima de la época en que le tocó vivir.
De todos modos es un libro que merece la pena ser leido, que cuando lo he terminado he sentido tristeza y me ha hecho pensar en la vida y a la vez en qué es lo que lleva a una persona a desear su propia muerte?
En estos recuerdos en general hay más cosas que personas, una peonza dando vueltas en una calle desierta en medio de ruinas, copos de avena en una cucharita de café, una papilla en un cuenco de hojalata en el que la marca estaba en ruso; y de las personas sólo detalles: cabellos, las mejillas, cicatrices nodulosas en los dedos; mi madre, cuando era niña, tenía en el dedo índice un corte que había cicatrizado sin piel, y en esta protuberancia dura es donde nos sujetábamos cuando íbamos con ella.
Pág. 38
Leía periódicos, le gustaba más todavía leer libros, libros en los que pudiera comparar las historias que se contaban con su propia vida. Leyó conmigo primero Fallada, Knut Hamsun, Dostoyevski, Máximo Gorki. Luego Thomas Wolfe y Willian Faulkner. Sobre estas obras no decía nada que pudiera llevarse a la imprenta, contaba sólo lo que le había llamado la atención de un modo especial. “Pero yo no soy así” decía a veces, como si el autor de la obra la hubiera descrito a ella en persona. Los libros los leía todos como si fueran una descripción de su propia vida; los vivía; con la lectura salía de sí misma por primera vez en su vida; aprendía a hablar de ella misma; con cada libro se le ocurría algo más sobre sí misma. De este modo, poco a poco fui conociéndola.
Pág. 69
Y desde lejos me miraba con unos ojos que parecía que, al igual que Karl Rossmann para el fogonero humillado por todos del relato de Kafka, yo fuera para ella su “corazón desollado”. Asustado y molesto salí inmediatamente de la habitación.
A partir de ese momento empecé a ver a mi madre tal como era. Hasta entonces me había estado olvidando siempre de ella; todo lo más, de vez en cuando, sentía una punzada al pensar en la estupidez de su vida
Pág. 79
Hola Madi, Llego tarde, bueno en mí casi es normal aunque lo odio, quería comentar en la entrada anterior pero como sabes soy lento y se paso el momento, lo dejaré ahora con carácter retroentrada.
ResponderEliminarMe encanta el mar, vivo lejos pero cuando puedo voy me siento enfrente y dejo que la brisa inunde todos mis pensamientos.
Tu entrada me ha trasladado virtualmente frente a el y me trae recuerdos muy bonitos pero tristes en este momento.
Un beso
No llegas tarde Bre, aquí siempre encontrarás las puertas abiertas y tu sitio preferido.
ResponderEliminarLa tristeza pasará y con el tiempo se suavizará; llegarán momentos tranquilos y felices.
Volverás a sonreir. Volverás a soñar de nuevo.
Un beso Bre
Como en las otras entradas he llegado tarde, en esta quiero estar a la hora.
ResponderEliminar¿que lleva a alguien a desear su propia muerte? es difícil responder, pero te diré que en un caso que conozco bien muy bien, lo que le lleva a pensarlo es que esta muerto en vida. No puedo saber que se siente pero te puedo decir que es duro no tener algo que te una con el presente.
Un Beso
Siempre hay algo que te une con alguien Bre, aunque a veces no seamos conscientes de eso.
ResponderEliminarSiempre hay alguien que nos necesita y que le importamos.
Siempre.No lo olvides.
Me da un poco de miedo enfrentarme a la literatura de Peter Handke. Siempre tengo la tentación, pero acabo postergándola. A ver cuando me animo.
ResponderEliminarBesos, Madi.
No he leído nada de este hombre. sólo lo que has extractado. Tiene muy buena pinta. Parece triste, sí. Habrá que dejarse sufrir un poco.
ResponderEliminarBeso.
Título feo (¿"impeorable"?) como haberse olvidado de una madre, no conocerla y hablar de ella desde la lejanía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Handke ha sido durante años mi escritor de bandera. He leído casi todo lo que ha escrito: teatro, novela, ensayo (¿?) y poemas. Ya no le siento como una presencia imprescindible, pero sí creo que es un escritor imprescindible de los últimos 50 años. No es fácil de leer; no regala nada; es exigente. Y no, no es alegre, no es optimista... Salvo que uno lea "Lucie en el bosque...". Para empezar, tal vez "Carta breve para un largo adiós".
ResponderEliminarNo conozco al autor pero me parece tan tan triste... no solo por el fallecimiento sino por esa distancia. Creo que por ahora lo voy a dejar, Madison.
ResponderEliminarUn beso,
No he leído a este autor, y creo que no lo leere. Últimamente he dejado de lado este tipo de autores, paso por etapas, puede que más adelante lo lea, por el momento con sólo leer este pedazo de lectura lo descarto. Te dejo un abrazo.
ResponderEliminarMira, hoy no te voy a llevar la contraria porque parece un libro muy interesante. Me lo anoto.
ResponderEliminarSi el tema "suicidio" te ha gustado te (os) recomiendo "Los bosques de Upsala" de Alvaro Colomer, que explora como pocas veces he visto los motivos y los sentimientos "que pueden ocultarse" tras los suicidios. Un relato muy triste también. Quizá lo recuerdes: ya hablé en La Medicina ... en aquella entrada que tanto te gustó (emoticono diablillo) sobre la muerte de Oblómov (pobre, que mal lo pasó). Es un libro fantástico, en serio.
Se perdió mi coment anterior. Bueno, te decía que tal como presentas la lectura, da la sensación de que el autor tiene una deuda de conciencia no resuelta, o un problema de duelo no solucionado, no terminado. Aleja dolor o temor hasta situarlos en la impasibilidad de la tercera persona. Torres construidas en nuestro subconsciente, diría.
ResponderEliminarYo creo que cada libro tiene su momento Ilona, cada libro y cada autor.
ResponderEliminarUn beso guapa
Claro que sí Blanco, a veces vale la pena dejarse sufrir. Te va a gustar el libro.
ResponderEliminarUn beso
Es que peor que quitarse la vida uno mismo creo que no hay nada.
ResponderEliminarEs la sensación que a mi me ha dado José, quizá no he captado lo que el autor transmite, no lo se.
He leido varios libros de autores que hablan de su padre o de su madre, todos ellos me han hecho sentir cosas buenas; Patrimonio de Philip Roth, Mi oído en su corazón de Hanif Kureishi, El libro de mi madre de Albert Cohen,La invención de la soledad de Paul Auster, todos me han gustado, pero éste último me ha dejado inquieta.
Un beso José
Chema me apunto ese libro, tengo a medias Avispones y la verdad es que me gusta, pero es una escritura seca y dura. Me atrae a la vez que me deja mal sabor, no se, es extraño lo que me sucede con este hombre. De todos modos creo que es una de las mentes mas lúcidas e inteligentes que existen.
ResponderEliminarCarmen yo desde que tengo el libro hasta que lo he leido ha pasado mucho tiempo.
ResponderEliminarExiste una carta que envió a su esposa que es maravillosa, si la encuentro la pongo por aquí
Un beso
Hay tanto por leer Kathy que no vale la pena esforzarnos en un autor que no nos llama la atención, yo soy incapaz de leer algo que no me gusta.
ResponderEliminarUn beso
Ya te vale Carlos, y tanto que me acuerdo,todavía me queda la boca abierta cuando lo pienso. ¡¡Eres muy malo!!
ResponderEliminarSiempre me ha interesado el tema del suicidio y he escrito bastante sobre el tema, hay un libro de Jean Améry que se llama Levantar la mano sobre uno mismo, es muy interesante, magnífico.
El que tú dices tomé nota cuando hablaste sobre él.
Un beso
Inti, has descrito perfectamente mi impresión sobre el libro y autor.
ResponderEliminarGenial
Un beso
Vaya horas para mandar mensajitos Madi. No me dejabas dormir!
ResponderEliminarReconduciendo el tema: Cierra la boca anda, a ver si te a entrar una mosca. O mejor no, no la cierres porque la semana que viene (más bien la próxima, la primera de enero, porque no me da tiempo) tengo una sorpresita para ti. Preparo una batería de entradas epistolares con artistas invitados de excepción. Ya me dirás que te parece.
Bye.
jajajaja pero es que internet es para el ordenador y no para el movil, y si no pues se para por la noche.
ResponderEliminarMe parece fenomenal, pero podrias adelantarme alguillo ¿no?
No puedo pararlo: también es despertador.
ResponderEliminarDe modo que quieres un avance. Uff. Vale, de acuerdo. Aprovechando que no nos lee nadie te dejo la primera de ¿16, 17? cartas: mas o menos. Pero recuerda: es un secreto.
CARTA DE CARLOS GONZÁLEZ (LA Medicina de Tongoy) A OBLÓMOV VARESE (Oblomovka Herida)
Estimado Oblómov.
Te escribo porque hace tiempo que no tengo noticias tuyas y tanta ausencia, incluso viniendo de ti, es preocupante. Me quedó mal cuerpo después de nuestra pequeña "discusión" (si podemos llamarla así) al final de aquella entrada múltiple en la que me apropiaba de tu identidad para comentar tres libros. Sé que no te pareció bien mi propuesta de romper nuestro acuerdo al querer llevarlo más allá pero ya habrás visto que finalmente quedó en nada (aquella promesa de enredar más el enredo). Te lo dije por email en noviembre y te lo repito ahora por el mismo sistema: perdona, perdona, perdona. Sé que me he excedido y lo lamento; que tenías buenas intenciones para tu blog y que te hice perder seguidores. De aquellos diez que llegaste a tener veo que sólo te quedan cuatro: los únicos que sospecho no se sintieron engañados. Para tratar de compensarte le he enviado a uno de los míos, un tal León Tolstoi (con un blog, también como el tuyo, muerto; un tipo con un perfil siniestro), un correo en el que le hablo de ti y de tu espacio y de tu (hasta donde yo sé abandonada) afición por la literatura rusa. (La excusa que he puesto para justificar el correo ha sido agradecerle su “afiliación”, por lo que si se pone en contacto contigo trata de no descubrirme). No he tenido todavía respuesta pero estoy seguro de que lo ha leído y después (estoy casi seguro) te leerá también a ti.
Espero que sea suficiente como señal de reconciliación porque es todo lo que, aparte de las palabras, puedo ofrecerte.
Recibe un fuerte abrazo de tu amigo,
Carlos,
Hola. Yo no conozco a este escritor pero quise dejar un saludo porque estoy de promoción jeje
ResponderEliminarun abrazo
Carlos la puedes poner en "la epístola de la semana" ¿no?
ResponderEliminarEstá muy bien!!
Romek, bienvenido ya me pasé por tu blog y me gusta mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
Absolutamente siempre hay alguien... si queremos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Claro , porque para que alguien nos ayude lo primero que debemos hacer es dejarnos ayudar.
ResponderEliminarUn beso Marina
Respecto a la epístola de la semana: tienes razón, no había caído. De todos modos voy a esperar un poco porque está mutando. Ha pasado de la 279 palabras de la que puse arriba a las 580 de ahora. Creo que se quedará así, pero nunca se sabe.
ResponderEliminarAprecio a Peter H. y ahora a tí. Coincido en mucho.
ResponderEliminarEstá muy bien tal cual Carlos, me gusta.
ResponderEliminarPor cierto Carlos tienes que comentarme sobre lo de Pligia
ResponderEliminarElías encantada de que sea así.
ResponderEliminarUn abrazo
Te gustará más la nueva versión, ya verás. A mi me gusta mas.
ResponderEliminar¿Qué es lo quieres que te comente de Piglia? ¿Que somos amigos? Te lo acabo de contar en el foro. Claro que somos amigos. De la infancia, además. Yo le daba clases de literatura a su hermana mayor. Qué guapa era y qué mal gusto en el vestir.
Cada día que pasa disfruto mas mintiendo. ¿Qué me pasa, doctor?
No se si voy a leer este libro pero a mi humilde entender creo no podemos dejar de leer su poema "Lied vom Kindsein" (Canción de la niñez). Aquí tienen la traducción.
ResponderEliminarhttp://perso.wanadoo.es/dergoldenevogel/uebersetzungen/handke_lied_vom_kindsein.html
Su belleza se multiplica si lo escuchamos de la voz de Bruno Ganz.
http://islakokotero.blogsome.com/2010/09/25/lied-vom-kindsein-cancion-de-la-ninez-por-peter-handke/
Saludos. Walter