…Al atardecer nos sentábamos cerca del mirador que hay en la casa, a lo lejos se divisaba algún barco de pasajeros, nos gustaba jugar a imaginar qué estaba sucediendo en el interior de los camarotes, también en la cubierta. Nos inventábamos personajes y situaciones. Contemplábamos el mar de fondo que unas veces estaba tranquilo, otras encrespado, pero siempre vivo y dicharachero.
Cuando me besaba, yo cerraba los ojos. Él se quejaba, decía que le gustaba verme con los ojos siempre abiertos, que necesitaba sentir mi mirada en él, encima de él. Yo reía y me burlaba, cariñosamente de sus palabras, entonces él pasaba su brazo sobre mis hombros y decía que cuando transcurrieran muchos años recordaríamos estos momentos.
Los días transcurrían de uniformidad camuflada, habitaban silencios acompasados con la música de Van Morrison, en aquellos momentos nada hacia presagiar lo que estaba a punto de acontecer…
Los miradores, ya estén a orillas del mar o en la ciudad,dan mucho de sí...
ResponderEliminarSi además la imaginación,la memoria y el recuerdo acompañan...Y el amor o la ternura, esto ya son palabras mayores.
Me gusta esta reflexión que podria convertirse en una perfecta narración.
Yo sigo con mis postales
Besicos.
Bueno, él tenía razón: después de la tempestad aquellos momentos no fueron olvidados.
ResponderEliminarCuánta nostalgia, Madi, y el suspense al final como un cuchillo que se alza.
ResponderEliminarBesos, muchísimos.
Si en tu paisaje escrito llega a estar lloviendo, la música escogida hubiera sido un fado.
ResponderEliminarLa melancolía anida en este texto suspensivo. Porque digo yo que después habrá más para leer.
Te dejo un abrazo.
Mario
M'enkantan los miradores! Cuando imaginaba mi casa había uno en lo más alto; el arquitecto se encargó de plasmarlo en números y quedó en un sueño. Suerte que los hay por doquier, donde haya un faro seguro que tienes uno.
ResponderEliminarB_sines, 3spum4
¿Qué estaba a punto de acontecer? ¿La vida y sus miles de golpes? Me encantan los miradores frente al mar. Imaginar la vida de los demás debía ser deporte olímpico, a mí también me pasa en los aviones y cuandos ves pasar un trén y adivinas siluetas tras las ventanas.
ResponderEliminarEl texto es muy melancólico Madison. Me ha gustado, y le pongo esa banda sonora: Van Morrison, al que he visto en directo varias veces.
Besitos
Isabelnotebook
Quiero saber qué aconteció... en tu mente, en la mía, en la de ambos. Me he olvidado.
ResponderEliminarEs que solo recuerdo nuestros recuerdos de los juegos que imaginábamos...
(Excelente manejo de la expectativa, Madison)
Muy buen comienzo, se adivina interesante. ¡Y que viva Van Morrison!. Saludos.
ResponderEliminarEspero que sigas durante mucho tiempo con tus postales, porque muy muy bonitas, las postales y los textos que acompañan.
ResponderEliminarPetons
Me quedo pensativo por lo que acontecerá....Más bien con miedo.
ResponderEliminarLos buenos recuerdos creo que siempre vuelven, a veces tardan, pero vuelven.
ResponderEliminarUn beso Blanco
Isa, ¡¡qué contenta estoy de verte!!
ResponderEliminarUn beso muy fuerte
Pues mira Mario, me has dado una idea.
ResponderEliminarLa lluvia crea ambientes estupendos para describirlos mientras dejas correr la imaginación, y eso que no te soy yo mucho de fados.
Otro abrazo para ti también
Oye espuma, lo del arquitecto y los números me recuerda a mi.
ResponderEliminarMe encantaba (y me sigue encantando) un tipo de chimenea y una escalera que enlazaba hasta arriba de todo, etc, pero...se quedó en eso, en un dibujito. No me quejo de todos modos, que tengo una casa enorme y estupenda
Ains que pena ser pobre con gustos de ricos.
Incluso cuando tiendo ropa muy temprano y veo luces ajenas imagino qué están haciendo, supongo que unos están en la ducha, otros desayunando, etc.
ResponderEliminarEl texto es meláncollico porque a la hora de escribir me he basado en algo que recordé.
Un beso Isabel
Bueno Roberto, dejemos volar la imaginación al menos un ratito más...
ResponderEliminarEs grande Van Morrison, me encanta
ResponderEliminarUn beso Maria
Pues sí Manuel, los acontecimientos no fueron lo que se esperaba.
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