El lugar donde trabajo los martes por la mañana está situado en un edificio antiguo y emblemático de la localidad, originalmente era las bodegas de un licor muy afamado pero hace años que la empresa cerró y ese licor ya no lo hacen aquí. El edificio ha pasado a ser propiedad del ayuntamiento, que lo utiliza para fines sociales.
En uno de esos despachos realizo un trabajo concreto unas horas a la semana.
Me gusta, me gusta mucho, es un edificio de techos bastante altos, con grandes ventanales que dan a la calle, para trabajar utilizo un portátil porque me da independencia y puedo colocarme donde mas me gusta, como en este caso frente a la calle.
Cuando llego lo primero que hago es abrir las ventanas, me preguntan por qué no utilizo el aire acondicionado, pero a mi me gusta más abrir la ventana, escuchar el murmullo de la gente y las voces alegres de los niños, pues resulta que ese lugar también es el punto de reunión cuando los niños realizan excursiones escolares, y el mes de mayo, ya se sabe es época de excursiones.
Pero además de todo esto que estoy contando hay algo que realmente llama mi atención, y hoy me he fijado más que otros días.
No me gusta comer mientras trabajo, no soporto ir mordisqueando lo que esté comiendo en esos momentos y al mismo tiempo ir tecleando, así que cuando como paro unos minutos de trabajar.
Mientras lo hago me entretengo mirando por la ventana, mejor dicho la copa de los árboles pues eso es lo que llega a la altura de la ventana, se trata de unos enormes plataneros centenarios, esta mañana hacía viento y las hojas se movían con bastante fuerza.
Pero como apuntaba más arriba lo que ha llamado mi atención es que cada semana hay un pájaro, no se si es el mismo, pero el color sí es el mismo de cada martes, se dedica a pasearse durante un ratillo por la ventana piando mientras me mira; yo que hoy me siento optimista he querido creer que ese pájaro sabe que los martes estoy ahí y viene a saludarme porque le he resultado simpática
Sonrisa y alas en la ventana.
ResponderEliminarUn piquito, un besito.
Hay poetas que cuando se van,
son aves.
Un beso, Madison!
Seguro que lo sabe, Madison. Casi parece una escena para que fuera pintada por un japonés, un Hokusai, pongamos por caso. Y me la hiciste ver.
ResponderEliminarUn beso.
Seguro que si, que sabe que es martes y pasa únicamente a saludarte porque eres la chica de las ventanas abiertas ;)
ResponderEliminarBesos Madison
Una vez escuché la historia de un enamorado qué, en las noches de verano, para poder ver a la mujer que era toda su vida, arovechaba que dormía con las ventanas abiertas por el calor, y se transformaba en ave y la velaba el sueño sobre su alfeizar.
ResponderEliminarUn beso, Madi.
qué bonito, Gaviero..!
ResponderEliminarA mi megusta la frase "el lugar donde trabajo los martes por la mañana". Quizá me equivoque, pero para mí suena a independencia, dinamismo, interés, movilidad, variedad, realización y muchas más cosas que nos traen rminiscencias de ausencia de rutina.
ResponderEliminarFirmado:
Un sedentario laboral.
Lena, que bien verte por aquí, ¡me encanta!
ResponderEliminarUn beso
Pues Daniel, eso suena fantástico.
ResponderEliminarUn abrazo para ti y para Angeles
alamalaire, es que soñar e imaginar, sentirse protagonista de algo es chulo ¿verdad?
ResponderEliminar!Anda! Gaviero, yo duermo con las ventanas abiertas, jeje
ResponderEliminarLanita, ¿cómo que gaviero? y lo que yo he escrito qué ¿eh?
ResponderEliminarjajajaja
No te equivocas Enric, es más o menos lo que piensas.
ResponderEliminarEsta tarde el lugar de trabajo ha sido el puerto.
No hay rutina en mi trabajo, la esencia es la misma pero trato con personas muy distintas.
No me quejo
Buen momento de relax, el pajarito seguro que viene porque le caes simpática.
ResponderEliminarBeses, hasta pronto.
El pájaro de los martes.
ResponderEliminarSeguro que aparece porque sabe que tú estás ahí.
Un beso.
En estas mañanas fresquitas de primavera,cuando llego al trabajo también abro las ventanas para cambiar el aire; me dicen es qué tienes calor...? No tengo una cierta edad,nadie se da cuenta que lo que quiero es respirar el nuevo día...
ResponderEliminarMuy bonica tu crónica de cada martes...BESICOS.
Esto es como el romance del prisionero pero en versión buen rollo y felicidad laboral. Un gran abrazo.
ResponderEliminarEsto es aplicar el zoom sobre las cosas cotidianas y sacarlas de su insignificancia. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso.
Querida Madi, enhorabuena.
ResponderEliminarMe parece una descripción soberbia, con su punto de ternura no empalagosa en ese final perfecto. También creo, como tú, que el pajarico sabe que es martes.
Esos pequeños detalles que transmites: la apertura de las ventanas en vez del uso del aire acondicionado, las voces de los niños que suenan, las copas de los plataneros, el pajarillo..., son todos de buen escritor. Hay que descender a las cosas desde los ojos del personaje, ver qué nos transmiten. De paso, en un par de pinceladas, has retratado un alma.
Que me encantó, vamos.
Explota esa vena, amiga mía.
Un besazo y gracias por el disfrute.
En mi terraza tengo varios nidos de gorriones.
ResponderEliminarCuando tienen pollos, los quisiera matar a todos. No te dejan dormir con el alboroto que tienen.
Soy incapaz de quitar esos nidos.
Madi, besos con trinos.
Es cierto, cómo cambiamos los hábitos. Es algo sobre lo que pienso bastante. Comparto contigo: mejor ventana abierta que aire acondicionado, mejor ventana abierta, apurando la luz del día, que luz artificial con cortinas y persianas echadas, mejor los sonidos de la vida, de la gente, que el ruido de las máquinas... Continuamente incitándonos a aislarnos.
ResponderEliminarPues Jesús, yo me atraganto si hago eso de comer y trabajar, además los dedos se me quedan pegajosos de azucar porque yo siempre como dulce por la mañana y eso me da rabia, lo de los dedos pegajosos digo.
ResponderEliminarY sí mucho pájaro agobia
Un beso Jesús
Megamerlin, eso quiero creer, además me encanta verle ahí con esa actitud tan caprichosa.
ResponderEliminarBeso
Pues mira le voy a poner nombre hala, a partir de ahora se llama martes.
ResponderEliminarUn beso Elias
cabopá soy una entusiasta del contacto con la gente, me gusta oir converaciones en el bus, casi siempre son personas mayores y hablan de enfermedades y tal, pero me encanta escuchar sus expresiones.
ResponderEliminarjajajajajajaa Ramón estas caracajadas que he escrito es una reproducción de las verdaderas que han salido al leer tu comentario.
ResponderEliminar¡Qué bueno por Dios! siempre tienes ocurrencias fenomenales.
Ay Isabel tus comentarios son todo un lujo y además siempre me animas.
ResponderEliminarHay pajaritos muy tunos eh?
Un beso muy fuerte amiga
A ver noseque, explicame eso,¿ un gorrión tiene pollos?
ResponderEliminarMira bien lo que tienes en tu balcón a ver si va a ser otra cosa, que el mundo está muy raro.
besis guapetona
Hey Paloma que te haya encantado precisamente a ti me llena de orgullo, porque mira que escribes bien eh? Una pasada leer tus poemas, lo digo en serio
ResponderEliminarUn beso
Magdalena, no soporto el ruido de las máquinas es algo para mi insufrible, y lo que me extraña es que siempre hay alguien que se queja de que los niños jueguen y se les escuche. Es algo que siempre ha llamado mi atención, que siempre exista el típico vecino o vecina que les moleste los niños cuando ellos, los niños son quienes nos hcaen vivir.
ResponderEliminarSin ventanas qué sería de las casas y de los poetas.
ResponderEliminarMe hacían reír tus ojos
ResponderEliminarMe daba risa el pan
El sol
La tierra
El firmamento entero
Los días pasaban
De cuatro en cuatro
De diez en diez
Y nosotros debajo de las sábanas
Te reías de mi risa
Era tan lento el mundo
Tan limpio
Tan soleado
La mantequilla se derretía cada mañana
Como un sol derretido
Y derramabas miel sobre el serial
(no decías cereal y eso me hacía reír)
Y de nuevo a las sábanas
No había nadie en la puerta
Nadie nos esperaba
Nos daba risa el cielo que veíamos
Desde las sábanas.