¿Recuerdas aquel
cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que
era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?
Recuerdo y no recuerdo
aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne
cuello
y a vocear la nieve transitoria.
Recuerdo y no recuerdo
aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y
breve vía.
Y recuerdo aquel beso
sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello,
aquel beso y aquel día.
Un bello recuerdo el que nos traes de Miguel Hernández. Un abrazo.
ResponderEliminarQué grande siempre don Miguel.
ResponderEliminarNo conocía este poema. ¿Es de Miguel Hernández?
ResponderEliminarSi no lo fuera, también es una belleza.
Me encanta... se me había pasado.
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