El día ha ido
pasando,yo no tenía prisa alguna, así que he ido frenando hasta quedarme quieta. Sentada
a ratos en el quicio de la puerta, y otros sobre la hierba que hay en los bordes del caminito que lleva a la salida de la casa. Allí, esperaba a que pasaras. Las ventanas y las puertas que dan a la
calle las he dejado abiertas de par en par, la brisa me ha traído olor a otoño recien llegado. Algo mas lejos,
donde queda el parque que da al río las voces de los niños me han hecho compañía,
alguna que otra pitada de coches conducidos por personas presurosas que
atravesaban la avenida que les llevaba quien sabe a que destino. Sobre las ramas de los plataneros los pájaros gritaban. Oí un
movimiento, como si de una sacudida se tratara, y levanté la vista, miré a los lados, primero hacia la izquierda, después hacia la derecha, pude observar a lo lejos una silueta que se parecía a ti avanzaba hacia mi con paso decidido y ligero, o eso me pareció, claro que bien pudo ser una ilusión. El cielo pálido de la tarde se presentaba antojadizo. Los silencios, surgidos de no se sabe donde han sido mis cómplices por horas, como ves hablo de ellos en plural, y es que aunque a simple vista parecían idénticos no ha sido así, cada uno poseía una peculiaridad que lo difereciaba del otro. Qué poco cuesta hablar con el silencio, y a la vez qué contradictorio parece. No todo el mundo entiende este hecho, y es comprensible que así suceda.
Parece que a estas horas la sombra empieza a caer encima del mundo y sobre mis hombros todo calma, nada irrita.
Es hora de levantarse y cerrar puertas y ventanas antes de que llegue la negra noche, el relente no es bueno, está atardeciendo y el camino tiende a desparacer, lo mismo que tus huellas.
Mientras voy hacia a la casa hablo en voz baja conmigo misma. Me sigo preguntando dónde fueron a parar las palabras que un día nos dijimos, dónde quedan los ratos compartidos, porqué para algunas personas resulta tan sencillo el olvido. En qué lugar se cruza el tiempo con el espacio y deciden borrar los hechos, qué poco clementes son con los que quedamos a la espera, pensando que no hay caso a que todo desaparezca.
Y a que se debe que el pasado siempre sabe a pérdida y ausencia insostenible...
Cuandro de Xie Chuyu
Cuandro de Xie Chuyu
Que bella vagabundeas por la nostalgia.. Con paso que enciende el otoño bajo unos pies descalzos.
ResponderEliminarEs muy bonito este pasaje Otoñal Madison. Donde se mezclan la perdida y la melancolía, donde el personaje construye un monólogo acorde con el paisaje, el olor del otoño y el tiempo. Donde al final acelera el pensamiento para discurrir más rápido que el tiempo ralentizado por la nostalgia y, planteando cuestiones y aceptando certezas se siente víctima de la perdida y el abandono.
ResponderEliminarAbrazos
Cuando una persona se sienta a oler el otoño, a observarlo, es capaz de hablar con el silencio, aunque sus respuestas a veces entristezcan como una ausencia. Muy interesante tu texto, Madison.
ResponderEliminarUn beso
Jorge Andreu
Y que tendrá el otoño que todo está lleno de senderos, caminos, atardeceres antojadizos, brisa cargada de olores de almendras y madroños...
ResponderEliminarQue tendrá que nos llena el corazón de ausencias, de palabras no dichas, de olvidos, y de bancos de madera donde sólo faltas tú...
Madi, que hermosas estas palabras de otoño. Un abrazo.
Qué bonito... Parece un corto mudo, de esos en que es una voz en off quien nos cuenta, como el pensamiento del protagonista, todo un mundo interno muy denso.
ResponderEliminarPintura, literatura, cine... hermanados para expresar el alma humana.