viernes, 4 de mayo de 2012

Mentiras de verano.-Bernhard Schlink



Había perdido la costumbre de escribir a máquina y, al no poder utilizar la mano derecha, lo hacía aún con mayor torpeza. Tenía que ir buscando con el dedo índice letra por letra:
 
Sin ti no puedo vivir. No es por la ropa limpia; la lavo, la seco y la doblo. Tampoco es por la comida; voy a la compra y cocino. Limpio la casa y riego el jardín.
Sin ti no puedo vivir porque sin ti no hay nada. Todo lo que he hecho en mi vida he podido hacerlo porque te tenía a ti. Si no te hubiera tenido, no habría logrado nada.
Y desde que no te tengo conmigo, me he ido degradando hasta lo más profundo. Afortunadamente he tenido un accidente y he entrado en razón.
Siento muchísimo no haberte dicho nada sobre mi situación, haber planificado yo solo cómo poner fin a mi vida  y haber querido decidir solo cuándo no podía resistir más.
Ya sabes cuál es el cofre que heredé de mi padre. Voy a meter el frasco en ese cofre y a meterlo en el frigorífico. La llave va con esta carta, de modo que sin ti no podré decidir nada. Cuando las cosas ya no sean soportables, tomaremos la decisión juntos. Te quiero.
 
Metió el frasco en el cofre y lo cerró con llave; lo puso en el frigorífico, introdujo la llave en el sobre y le puso la dirección del piso en el que ambos vivían en la ciudad. Esperó a que pasase el cartero y le entregó el sobre.

Mentiras de verano, de Bernhard Schlink

                       

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