Colección de cartas reales y ficticias para disfrutar del simple placer de leer y escribir.
viernes, 25 de mayo de 2012
Ese país ideal
-Solía pensar que se había ido al País de Nunca Jamás.
- ¿Dónde?
- Nunca Jamás, un lugar maravilloso. Nunca le había hablado a nadie de esto, nunca.
- ¿Cómo es Nunca Jamás?
- Un día te llevaré.
Mientras su imaginación de adulto, sobrevolaba lugares maravillosos, echó el lastre de sus años hacía atrás asombrado ante la inesperada visión frente a él, un rotulo luminiscente sobre el celeste espacio, anunciaba su llegada; el País del Nunca Jamás.
Siguiendo su ondulante senda de invisible mujer, había llegado al País que un día, lejano en el tiempo, ella me dibujó. Tenía un nombre inexistente, pero era palpable ante la visión del momento que Nunca Jamás existía, ese país ideal, como ella me describió. En divinita ella era el país, es decir, una mujer ideal.
Él, se había instalado en la periferia, observando el ir y devenir de otros, leyendo; observando. No se fue para volver, de hecho, siempre está aquí, en el País del Nunca Jamás más que interviniendo en la vida, pues ésta, la vida, transitaba sin pena, sin gloria por su existencia.
Nunca Jamás puede estar en la habitación de al lado. Se trata sólo de saber encontrar la puerta de entrada. Los pequeños gestos cotidianos de la felicidad nos muestran el camino. Saludos, Madi.
Bueno, Nunca Jamas no se en que lugar del globo pueda estar, pero si se cual es el pais al cual nunca fue nadie. Lo sabes? Pues te lo digo... Iran.
ResponderEliminarBesos y se feliz!
¿Me avisarás cuando vayas?
ResponderEliminarLo mismo te acompaño...
Besicos
Mientras su imaginación de adulto, sobrevolaba lugares maravillosos, echó el lastre de sus años hacía atrás asombrado ante la inesperada visión frente a él, un rotulo luminiscente sobre el celeste espacio, anunciaba su llegada; el País del Nunca Jamás.
ResponderEliminarSiguiendo su ondulante senda de invisible mujer, había llegado al País que un día, lejano en el tiempo, ella me dibujó. Tenía un nombre inexistente, pero era palpable ante la visión del momento que Nunca Jamás existía, ese país ideal, como ella me describió.
En divinita ella era el país, es decir, una mujer ideal.
Él, se había instalado en la periferia, observando el ir y devenir de otros, leyendo; observando. No se fue para volver, de hecho, siempre está aquí, en el País del Nunca Jamás más que interviniendo en la vida, pues ésta, la vida, transitaba sin pena, sin gloria por su existencia.
Hay fragmentos en prosa que guardan toda la fuerza de la poesía, no? Naturalmente la poesía no tiene que ver con la rima. La poesía es otra cosa...
ResponderEliminarNunca Jamás puede estar en la habitación de al lado. Se trata sólo de saber encontrar la puerta de entrada. Los pequeños gestos cotidianos de la felicidad nos muestran el camino. Saludos, Madi.
ResponderEliminarPromesas, promesas...
ResponderEliminarBeso.
Buena reflexión Gilberto!
ResponderEliminarUn abrazo
pues te aviso porque en tu compañía cualquier destino vale la pena cabopá
ResponderEliminarMil petones
Germán ojalá tu vuelta sea para quedarte y no una simple visita de cortesia.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
La poesia es que no se explicarla Ramón, solo sé sentirla.
ResponderEliminarMe encantó esta película.
Un abrazo
Cierto Chimi, está donde menos lo esperas y aparece también cuando menos lo esperas.
ResponderEliminarUn abrazo
Y qué poquitas se cumplen, las promesas, igual que las palabras se las lleva el viento, pero digo yo que a alguna parte van a parar...
ResponderEliminarBlanco, besos, estoy feliz de saber de ti