miércoles, 30 de septiembre de 2009

A mi padre



Dicen que compartir es necesario para quien quiere ser escuchado.
Dicen que transmitir sentimientos es cosa de seres alterados.
Me altera la disposición de saberme innecesario por ser escuhado,leido o encontrado.
Dicen que compartir es necesario para quien quiera ser escuchado.
Desde que te fuiste me siento alterado y hace ya muchos años que renuncié a tan triste historia y es por ello que te eché y te echo de menos hasta en los mejores momentos de un futuro ausente de tu presencia y anclado en el pasado.
Nos abandonaste una noche cerrada,oscura y hambrienta de pena.
No sirvió de nada llorar a la sombra de la bóveda ni al calor del silencio que reina en esa casa donde la habitación de la alegría linda con la de la pena de no tenerte a mi lado.
Ahora estoy maduro,calmo y sosegado pero deseo que sepas que no te perdono por habernos abandonado, tanto si fue culpa tuya como si lo fue por el olvido de un pasado sujeto con alfileres a cuestas de una de una pena que no encuentra consuelo por marcharte de puntillas donde no puedo encontrarte porque estás a ese otro lado.
Dicen que compartir y transmitir es cosa de seres alterados y no puedo evitar pensar en tan triste pasado porque querido y amado padre te fuiste sin mi permiso al otro lado.

Gracias Gavalia

martes, 29 de septiembre de 2009

Consejos a un escritor












Su carta, mi querido y buen bienhechor, me ha impactado como un rayo. Me conmovió y casi rompo a llorar. Ahora pienso que ha dejado una profunda huella en mi alma.

Todas las personas cercanas a mí siempre han menospreciado mi actividad de escritor y no han cesado de aconsejarme amistosamente que no cambiara mi ocupación actual por la de escritor. Tengo en Moscú cientos de conocidos, entre ellos dos decenas que escriben, y no puedo recordar ni a uno sólo que haya visto en mí a un artista. En Moscú existe el llamado “círculo literario”. Talentos y mediocridades de cualquier pelaje y edad se reúnen una vez por semana en el reservado de un restaurante y dan rienda suelta a sus lenguas. Si fuera allí y les leyera una parte de su carta, se reirían de mí. Tras cinco años de deambular por los periódicos he logrado compenetrarme con esa opinión general de mi insignificancia literaria. En seguida me acostumbré a mirar mis trabajos con indulgencia y a escribir de manera trivial. Esa es la primera razón. La segunda es que soy médico y siento una gran pasión por la medicina de modo que el proverbio sobre las dos liebres “El que sigue dos liebres, tal vez cace una, y muchas veces, ninguna” nunca quitó tanto el sueño a nadie como a mí. Le escribo todo esto sólo para justificar un poco ante usted mi gran pecado. Hasta ahora he mantenido, respecto a mi labor literaria, una actitud superficial, negligente y gratuita. No recuerdo ni un solo cuento mío en el que haya trabajado más de un día. "El cazador", que a usted le gusta, lo escribí en una casa de baños. He escrito mis cuentos como los reporteros que informan de un incendio: mecánicamente, medio inconsciente, sin preocuparme para nada del lector ni de mí mismo... He escrito intentando no desperdiciar en un cuento las imágenes y los cuadros que quiero y que, sabe Dios por qué, he guardado y escondido con mucho cuidado.

Disculpe la comparación, pero ha actuado en mí como la orden gubernamental de “abandonar la ciudad en 24 horas”, esto es, de pronto he sentido la imperiosa necesidad de darme prisa, de salir lo antes posible del lugar donde me hallo empantanado... Estoy de acuerdo en todo con usted. El cinismo que me señala, lo sentí al ver publicado "La bruja". Si hubiera escrito ese cuento no en un día, sino en tres o cuatro, no lo tendría... Me libraré de los trabajos urgentes, pero me llevará tiempo... No es posible abandonar el carril en el que me encuentro. No me importa pasar hambre, como ya pasé antes, pero no se trata de mí. Dedico a escribir mis horas de ocio, dos o tres por día y un poco de la noche, esto es, un tiempo apenas suficiente para pequeños trabajos. En verano, cuando tenga más tiempo libre y menos obligaciones, me ocuparé de asuntos serios.

No puedo poner mi verdadero nombre en el libro, porque ya es tarde: la viñeta ya está preparada y el libro, impreso. Mucha gente de Petersburgo me ha aconsejado, antes que usted, no echar a perder el libro con un pseudónimo, pero no les he hecho caso, probablemente por amor propio. No me gusta nada mi libro [Cuentos abigarrados se publicó bajo el pseudónimo de Antosha Chejonté]. Es una vinagreta, un batiburrillo de trabajos estudiantiles, desplumados por la censura y por los editores de las publicaciones humorísticas. Creo que, después de leerlo, muchos se sentirán decepcionados. Si hubiera sabido que usted me lee y sigue mis pasos, no lo habría publicado. La esperanza está en el futuro. Sólo tengo 26 años. Quizás me dé tiempo a hacer algo, aunque el tiempo pasa deprisa. Le pido disculpas por esta carta tan larga. Con profundo y sincero respeto y agradecimiento.


Consejos a un escritor, de Chejov


Gracias Sunrise

lunes, 28 de septiembre de 2009

La Princesa Durmiente va a la escuela



François le respondió con esta otra, remitida por correo a aéreo:

Querida Agathy: No he salido de casa, desde tu marcha, más que lo indispensable, y te aseguro que, de momento, no pienso escapar a ninguna parte.
Me interesa mucho estudiar esta primera experiencia de soledad, enteramente nueva para mí, de la cual voy sacando conclusiones bastantes graves sobre la naturaleza y las relaciones entre hombre y mujer.
Mis conclusiones sobre la naturaleza humana consisten, ante todo, en la convicción de que el hombre es un ser extremadamente débil, incapaz de resistir la alteración de una amable costumbre. Esto es una vulgaridad, pero bastante cierta, por lo menos en mi caso.
Y tiene, además, el aliciente de la novedad, porque basta ahora, mis conclusiones no habían sido nunca vulgares, y te aseguro que, para mi, tuvo la misma emoción que si un hombre vulgar hubiera llegado a una conclusión genial.
Por fortuna, no pertenezco a la casta de estúpidos que creen en sus propias ideas-Sócrates, cuando decía “sólo sé que no sé nada”, quería significar lo mismo, aunque con otras palabras-. De modo que me queda la esperanza de llegar pronto a conclusiones más consoladoras.
En estas circunstancias, ¿cómo voy a alegrarme de ese proyecto de ausencia? Sin embargo, ya que lo de la Princesa no tiene remedio, me satisface la ocasión de estar bien informado y al día, de lo que vaya sucediendo.
Esto es lo único que puede compensarme un poco de su ausencia.
Sería inevitable, sin embargo, que te escriba terribles cartas apasionadas. Si a los tres días estoy como un loco furioso, ¿qué sucederá pasada una semana?
¡Oh, querida¡ ¡Cómo añoro tu silencio¡ De noche, despierto a tu lado, sólo escuchaba tu corazón. Ahora, escucho hora tras hora el ruidito de una polilla en el escritorio que hemos comprado últimamente. Por cierto que necesitaremos hacerle algún arreglo, si no queremos que se pudra.
Tengo miedo que la polilla abandone el escritorio y se aloje en mi corazón.
Te quiere

FRANÇOIS

P.S. Será difícil que me escribas una carta diaria, considerando el mucho trabajo que te dará la Princesa despierta. Con que me dediques las tardes de los domingos es suficiente.
Me permito aconsejarte que me cuentes lo que un periodista, en tu lugar, me contaría. Lo único que me importa es lo esencial.
Si alguna vez necesito precisiones sobre trajes, o cosa parecida, te lo indicaré. Pero no olvides que para mis fines me importa más el testimonio de Benjamin Constant que el de Hemingway.
Creo también necesario que te protejas personalmente contra la jettatura que preside, como el Hado amigo, todo el asunto de la Princesa. Mi madre, para estos casos, recomendaba llevar siempre en el bolsillo una cabeza de ajo macho.
Madame Dunois está de acuerdo, en principio, con el traspaso de su tienda.
Piensa en mí

La Princesa Durmiente va a la escuela, de Gonzalo Torrente Ballester

domingo, 27 de septiembre de 2009

La bella durmiente va a la escuela
















La condesa escribió a su marido la siguiente carta:

Amor querido: No sé andar por el mundo sin ti.
Me faltas a todas horas y tu ausencia me resulta insoportable. Te escribo después de haber cenado. A estas horas, tendría mi cabeza en tu regazo y escucharía en silencio lo que quisieras hablarme. Lo imagino, pero no basta. La clase de felicidad a que me tienes acostumbrada es inimaginable: recordarla me entristece.
Y tú, ¿qué harías sin mí? Pienso que aprovecharás mi ausencia con una de tus escapadas. Ahora que no estás delante, puedo confesarte el miedo que me dan.
Yo se que gustas a todas las mujeres. ¿De veras que no me engañarás con ninguna? Es una vulgaridad, lo sé. Temerlo; pero estoy convencida de que amas a una mujer vulgar. Quizás, a fin de cuentas, sea esto lo mejor, si yo consumo toda la vulgaridad disponible, te verás libre de ella, que es lo que importa.

Importa también, de momento, que te dé algunas noticias. Lo de la Princesa no está nada claro. Me inclino a creer que el negocio, en su conjunto, tiene jettatura.
He visto personalmente cómo se desvanecía una esperanza y cómo fallaba un remedio. El Rey está resignado a la desesperación. Por cierto que ha resultado un excelente muchacho, y muy cortés en sus palabras: ninguna de ellas recordó aquel beso ingenuo que todo el mundo convino en considerar escandaloso.

Según esto, yo debiera marcharme a París enseguida. Pero sucede algo imprevisto que nos afecta. Parece ser que, por varias razones, yo soy la persona más indicada para acompañar a la Princesa en su viaje a través del tiempo. Así me lo ha dicho el Chambelán viejo pariente mío que es quien lleva estas cosas. ¿Imaginas, querido, lo que esto supone? Si me permites usar una base de tus frases, nuestro idilio tendrá una base económica firme, porque me pagarán un gran sueldo. Podremos tomar en traspaso la tienda de sombreros de Mme. Dunois (Rue Royal) y dejar en el banco una reserva importante. Podremos tener un hijo, y no habrá por qué ocultar a nadie que eres mi marido. Lo podremos todo, querido: incluso comprar una granja y vivir felices en ella si la tienda de sombreros no te agrada. Una granja donde quieras, aunque sea en Holanda.
¿Me lo permites? No me preocupa la autorización de M. Dior, con la que cuento de antemano; le conviene, porque en todas las revistas ilustradas saldré retratada al lado de la Princesa.. Pero, tú, ¿podrás resistir una separación tan larga? ¿Y yo? Lo he pensado, y creo que la esperanza de tantas cosas me ayudará. Lo necesario es que tú las esperes con la misma vehemencia.

No obstante, debes considerar la conveniencia de ganar ese dinero. Es mucho; quizás mas del que necesitamos. ¿Vale la pena que renunciemos por él a tres meses de compañía?

Olvida lo que te dije al principio. Ya sé que no me engañarás. Si lo pienso a veces, es por mezclar a mi inmensa felicidad una almendra amarga.
Te quiere mucho

AGATHY

La bella durmiente va a la escuela, Gonzalo Torrente Ballester

jueves, 24 de septiembre de 2009

Para un amor


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Querida amada


Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho, por esta razón, quiero que sea mi fuerte sentimiento hacia ti la fuente que me dicte en cada momento todo el flujo de pensamientos de los que tu amor ha sido fruto durante el tiempo que permanecí a tu lado y que jamás olvidare.

Dicen que los amores mueren de hastío y el olvido los entierra, yo te puedo decir que todavía puedo sentir en lo mas profundo de mis entrañas la señal que ni los años ni los lustros podrán borrar de mi mente, la imagen de tu faz mirándome cuando apenas éramos unos simples adolescentes, unos simples niños con sentimientos frenéticos, que se ocultaban de las miradas indiscretas por tener miedo y respeto a eso del “amor” y que se guiaron por ese sentimiento tan descrito por los grandes autores en las hojas y hojas en las que sus libros nos deleitaban midiendo sus sesgadas letras para empatizar con sus personajes y sentirnos amados, sintiéndonos nosotros muy lejos de esa realidad mágica y sofistica que solo los libros nos transmiten, un sentimiento tan real como el que solo pudimos ver en el cine protagonizando por personas afines en las que nuestra vida allí se veía reflejada, todavía puedo recordar esa tarde soleada cuando el roce de ese leve aire de ponente rozaba tu cara y una vez mas me demostraba la belleza ideal que solo con los libros no llegaba a comprender, esa misma tarde que pudimos ver reflejado en la pantalla del televisor la historia de dos jóvenes que bajo el nombre de Toto y Elena, no hacían mas que demostrarnos nuestro propio final, una historia tan paralela a la nuestra, como definida para nosotros.

No me arrepiento, nunca me arrepentiré, tu amor es mas fuerte a cualquier dolor mundano, nos equivocamos a menudo en el amor, a menudo herido, a menudo infeliz, pero soy yo quien vivió, y no un ser ficticio, creado por mi orgullo, fuimos nosotros los que nos amamos, fuimos nosotros los que nos quisimos, y fui yo el que nunca borrara de mi mente el momento en que te conocí, nunca borrare de mi corazón el amor que sentí y de mi retina tu dulce rostro diciéndome te amo.
El que vive enamorado delira, a menudo se lamenta, siempre suspira, y no habla sino de morir.

Ese sentimiento de arrastre dura mucho tiempo, pero esta carta, no es mas que una muestra de la felicidad que me embraga, conocerte fue el regalo mas grande que Dios me pudo regalar, porque conocí el amor, un amor corto, pasajero como el vuelo de las palomas, pero como su nombre indica AMOR, eso es lo que conocí, aunque el destino se olvidase de nosotros, aunque nuestro futuro sea lejos uno del otro, el amor. Claro, el amor. Un año de ardor y llamas y el resto de una vida de cenizas, es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Así fue nuestro amor.

¿Recuerdas aquella tarde en la sumisa soledad de las montañas?, la recuerdas verdad, ese era nuestro lugar, el único, un sitio hecho para nosotros, un sitio que solo tu y yo conocíamos de su existencia, un lugar que la madre naturaleza nos había regalado a cambio de todo lo que el mundo nos quito.
Recuerdo esa tarde cada día de mi vida, en cada instante recuerdo un momento de aquellos minutos mágicos, lo recuerdo como si fuese ayer y poco a poco la nostalgia me invade solo dejando cabida a mi pequeña locura, las nubes, amontonadas y de un azul amoratado, como la tinta desleída de una pluma, iban juntándose, poco a poco, como tu y como yo, sin duda a conclave en las alturas de los cielos,y allí debajo estábamos, debajo de ese roble centenario que solo el ha sido testigo de nuestros clandestinos encuentros, el ha sido testigo del preludio de nuestro amor, de la sinceridad de nuestro corazón y de nuestra amarga despedida,bajo sus protectores troncos nos cubríamos del bochorno calor estival, del frío gélido de nuestro invierno, de las hojas que el otoño arrastraba de los árboles y veíamos caer de manera suave despidiéndose con sus lanceolados movimientos, pudiendo escuchar en el rugir de los vientos la melodía de Love Theme, ese tema que colma la historia de nuestros antecesores en el cine.Ese árbol era nuestro refugio, era el árbol protector, magnífico roble, de majestuoso y vasta copa, abierta en pompa mirando hacia Dios, árbol patriarcal, de esos que ven con indiferencia desdeñosa sucederse generaciones de chinches, pulgones, hormigas y larvas, y les dan cuna y sepulcro en los senos de su rajada corteza.testigo mudo de nuestro amor y pasión.

El primer amor es una pequeña locura y una gran curiosidad, una duda que tu me enseñaste a destapar y descubrir, un sueño que solo en el cine y libros era capaz de ver y leer, pero nunca entender, pero al fin y al cabo, eso es lo que hay que entender, que es la magia del primer amor que consiste en nuestra ignorancia y en la idea de que no pueda tener fin.
Nunca he guardado resentimiento hacia tu familia, nunca podría odiar a aquellas personas que en sus venas corre la misma sangre por la que yo daría mi vida, siempre he pensado que ame y hice lo que quise por amor, si calle, calle con amor; si grite, grite con amor; si corregí, corregí con amor, si perdone, perdone con amor, la única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor y tu en mi vida solo fuiste amor, con un sentimiento así, el odio no tiene cabida en mi conciencia,es tan grande mi amor que aunque intente competir con el odio nunca podría vencer.


Fui yo el que me fui, pero también te digo con certeza que ese no fue nuestro final, nuestro final es el encuentro…no me preguntes porque lo se, pero lo se, lo se con la misma certeza con la que te vi por primera vez y supe que serias el primero y único amor de mi vida

No hagas caso de las lágrimas que corren la tinta de mi escritura, no son lágrimas amargas, son lágrimas de felicidad, felicidad por haber conocido el amor y por haberte conocido a ti, ma petite rêveuse

El amor jamás reclama; da siempre. El amor tolera, jamás se irrita, nunca se venga

Siempre tuyo.
Hasta la eternidad.

Gracias Apolo_Licio

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Amor de mi vida con cada palabra tuya crece mi esperanza de volver a ver tu rostro de sentirte pronto de nuevo a mi lado y lo que es mejor tenerte a resguardo de tanta violencia sin sentido como es una guerra entre hermanos.

Se comenta que las fuerzas están muy igualadas y que es cuestión de tiempo que se pongan de acuerdo,se firmen la paz que todos anhelamos y se acabe con este infierno que nos mantiene separados.

Yo te necesito pronto y cerca.Me encuentro inválida sin tenerte a mi lado.Me encuentro vacía cuando arrastro mi mano sobre la almohada y no te encuentro.Me faltan lágrimas con las que ofrendar a Dios la promesa que le hago a cambio de tu vuelta a un mundo que dejó de ser bello por que no estabas a mi lado y que pronto te tendré cerca,a mi verita,si aquí a mi lado.

No desesperes que pronto llega el sueño,las luces y las letras.El mismo sueño que yo soñé.Las misma luces que a poco te alumbraron gracias a tus preciosas letras que hacen de nuestro amor un grito oculto ensordecido por el viento de la guerra.
Querido,amado y deseado... tus cartas me han llegado y estoy dichosa de saber que entre el ruido de bombas,lamentos amargos y desespero puedo gritarle al mundo lo mucho que te echo de menos y que si existe alguna verdad en este mundo esta se llama... te quiero.

Espero que la próxima no sean letras las que marquen las distancias.Ni disparos los que marquen nuestros sueños.Solo lágrimas de reencuentro de un amor dulce,real y desesperado que bañó nuestras almas de sosiego de paz y de esperanza.
No te olvido amor y no desfallezcas ahora que esta pronta tu vuelta...sabes que te espero...sabes que te amo...sabes que necesito a mi lado y mientras tanto me armo de fuerzas de valor y de esperanza porque te quiero.

Gracias Gavalia

Amigo invisible

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Querido amigo invisible:

Te escribo estas líneas para darte las gracias.
Por estar a mi lado, aunque no te pueda ver. Por dejarme desvestir mi alma ante la pantalla y deleitarte ante la tenebrista imagen de ella que cual espejo yo te brindaba, sabiendo que un ángel de la música estaba siempre al otro lado.
Por ser sincero, creyendo correr un riesgo o temiendo pagar un precio del que no llegaste en ningún momento a ser deudor. Por decirme lo que te parecía justo y cierto, aun pensando que tal vez me irritara.
Por tratarme siempre de tú a tú.
Por las canciones dedicadas. Ese tema de Ramazzotti aun resuena en mi mente: “Cosa más linda que tú… Gracias por existir”. Fue como amanecer en un lecho de rosas… y una dicha serena y áurea se extendió esa mañana como el sol de estío sobre las calladas arenas que se alejan de las orillas que suenan a espumas.
Por la gratitud que a su vez siento hacia ti
Por creer en mí. Por confiar y confiarte. Por cada palabra de aliento. Por cada consejo (puesto o no en práctica por mí). Por recibir mi afecto y restituírmelo “ad integrum”.
Gracias porque en el punto exacto de la oscuridad sí supe más de ti.
Gracias al destino, porque en medio de una ciénaga brotó, siempre sorpresivo, el loto: nuestra amistad. Un diálogo entre tú y yo, un mutuo conocimiento, una compañía cierta.
Gracias por entenderme, por hablar el mismo lenguaje que yo, por valorarme, admirarme y hasta por quejarte sin tapujos de mis defectos y por mostrarme mis errores por adelantado.
Tu dicha es la mía. Tu dolor también lo siento yo.
Te quiere,
Tu amiga, en este Universo.
Gracias Katia

martes, 22 de septiembre de 2009

Para Abigail

















Abigail
Anoche volví a soñar contigo, pero no se trataba de esos sueños vagantes e insípidos con los que la noche te deleita unos segundos y al despertar solo recuerdas trazos rotos de aquello que anhelas, se trataba de un sueño realmente bello, los que se tienen con los ojos abiertos y no te abandonan al despertar, muchas veces no se si es fruto de mis locuras siendo quizás preso de la cólera y el tifus o si realmente tus apariciones se producen para ayudarme a continuar y luchar contra mi propio destino
Nosotros somos plenamente conscientes de nuestra decadencia militar después del gran desastre del 98, estando con los países aliados tampoco dejamos de ver la devastación que se producen ante nuestros ojos, como la muerte nos visita día tras día en los cuarteles, los reclutamientos, la calle o simplemente en medio de la fría noche, a veces incluso, puedo notar su presencia y sentir que seguramente yo seré el próximo.Veo las tropas avanzar con su paso ligero y firme para inmolarse y terminar con todos los sueños que anteriores a la guerra construyeron y que en esos momentos son recuerdos que vagan en sus cabezas, en escasos minutos se disiparan de igual modo como desaparecen las bombas que oímos estallar en el cielo y se convierten en eso, en meros pero bonitos recuerdos llenos de nostalgia
Todavía recuerdo tu olor,tu arona, incluso lo podría distinguir entre la olor a sangre, a cangrena, a tifus…a devastación.Delante de mis ojos he visto morir a mis compañeros, a todos lo que hicieron el servicio militar conmigo y muchas veces me pregunto a mi mismo que solo cabe esperar que pronto o tarde llegue mi hora de abandonar mi estado corpóreo y ascender con Dios para metamorfosearme en tu ángel de la guarda
Muchas veces paso frio, un frio que me hiela los huesos y en cualquier momento puedo sentir que se me van a quebrar del mismo modo que se me rompían los juguetes cuando era niño, con un simple y opaco crujido, noto que las extremidades se me adormecen y lo único que siento vital es mi cabeza pensando en ti una y otra vez y así sucesivamente hasta que percibimos el amanecer y nos preguntamos si será el ultimo.
Querida Abigail, no se si será el ultimo de mis días o el principio de mis ultimas semanas, lo único que se es que este donde este siempre voy a pensar en ti, tu fuiste la primera, la única. No quiero decirte que volveré porque esa es una cosa que solo Dios lo puede saber,nuestra relación siempre ha sido sin artificios por esa razón te quiero pedir que no llores, solamente me recuerdes que el recuerdo es la única manera de mantener viva mi persona

Siempre tuyo.

Gracias Apolo_Licio

lunes, 21 de septiembre de 2009

Para todo

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Siempre Mozart

Las aventuras del buen soldado Svejk

























En la cocina, delante de un resto de vela de la iglesia, estaba sentado el telegrafista Chodounský, quien escribía cartas a casa para mantenerlas en reserva y así no tener que cansarse una vez tuviera el número de correo militar. Escribía:
Esposa mía; Bozenka queridísima:
Es de noche y no paro de pensar en ti, tesoro mío, y supongo que tú también piensas n mí cuando miras el sitio vacío a tu lado de la cama. Debes perdonarme que a veces se me ocurran cosas extrañas. Ya sabes que desde el comienzo de la guerra, me encuentro en el campo de batalla y que he oído toda clase de cosas de mis compañeros heridos; les dieron un permiso, y cuando llegaron a su casa hubieran preferido estar muertos al ver que algún canalla cortejaba a su mujer. Me duele tener que escribirte todo esto querida Bozenka. No lo haría, pero ya sabes que tú misma me confesaste que yo no había sido el primero en tener relaciones contigo, que antes de mí habías estado con el señor Kraus de la plaza de an Nicolás. Cuando ahora, en la noche, pienso que ese sinvergüenza podría reclamar algún derecho sobre ti en mi ausencia…, me parece, querida Bozenka, que lo estrangularía sin decir ni pío. He estado ahogando estos sentimientos por mucho tiempo, pero ahora, cuando pienso que aquel canijo te podría cortejar, se me encoje el corazón y te advierto una cosa: no soportaría a mi lado a una ramera que se metiera en la cama con el primero que viniera y deshonrara mi nombre. Perdona estas palabras un poco duras, querida Bozenka, pero ve con cuidado y que no me entere de ninguna cosa mala de ti. En un caso así, me vería obligado a mataros a puñaladas a los dos, porque estoy decidido a cualquier cosa, aunque me hubiera de costar la vida. Recuerdos a padre y a madre. Mil besos.
TU TONIK

P.D. ¡No olvides que utilizas mi apellido¡

Y continuó redactando más cartas:


Queridísima Bozenka:
Cuando recibas estas líneas, sabrás que acabamos de liberar una gran batalla en la suerte de la guerra se ha inclinado hacia nosotros. Entre otras cosas, hemos derribado aproximadamente diez aviones enemigos y a un general con una gran verruga en la nariz. En plena batalla, cuando los proyectiles estallaban a nuestro alrededor, he estado pensando en ti, querida Bozenka, qué debes hacer, si estás bien o qué hay de nuevo en casa. Siempre recuerdo con ternura el día que fuimos juntos a la taberna Tomás, cómo me tuviste que arrastrar hacia casa y cómo al día siguiente te dolía la mano del esfuerzo del día anterior. Ahora volvemos a avanzar, de modo que ya no tengo tiempo para escribir. Espero que me seas fiel, porque ya sabes que por lo que a esto respecta no soportaría ninguna broma. Pero ha llegado la hora de marchar. Te envío mil besos, querida Bozenka, y espero que todo acabe bien.

Tu sincero TONIK

El telegrafista Chodounsky dejó caer la cabeza sobre la mesa y se quedó adormecido.
Las aventuras del buen soldado Svejk, de Jaroslav Hasek

domingo, 20 de septiembre de 2009

Quien mejor me conoce

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...es la música, ella sabe lo que siento y cómo lo siento. Conoce mi grado de emoción al escuchar una canción, sabe en que medida afecta y altera mi estado de ánimo...

sábado, 19 de septiembre de 2009

Tres rosas amarillas









La carta -una parte de ella-rezaba como sigue:


Querido:
Las cosas no van bien. De hecho van mal.
Han ido de mal en peor. Y sabes a lo que me refiero. Hemos llegado al final. Todo ha acabado entre nosotros. Y, sin embargo, cuánto me habría gustado que hubiéramos hablado acerca de ello.
Ha pasado mucho tiempo desde nuestras últimas conversaciones. Me refiero a conversaciones de verdad. Incluso después de casarnos segumios hablando y hablando, en un continuo intercambio de informaciones e ideas. Cuando los niños eran pequeños-e incluso después, cuando se hicieron algo mayores- seguíamos encontrando tiempo para hablar. Era difícil, claro está, pero nos la arreglábamos, encontrábamos el tiempo. Lo inventábamos. Teníamos que esperar a que se durmieran, o aprovechar cuando jugaban fuera o estaban con la niñera. Nos las erraglábamos. A veces llamábamos a la niñera exclusivamente para poder hablar. Otras nos quedábamos hablando toda la noche, hasta el amanecer. Bien. Las cosas suceden, lo sé. Las cosas cambian. Bill tuvo aquel problema con la policía, Linda quedó embarazada, etcétera. Nuestro plácido tiempo juntos se esfumó. Y poco a poco tus responsabilidades volvieron a absorberte. Tu trabajo llegó a ser lo más importante, y nuestro tiempo juntos se esfumó.Luego, cuando nuestros hijos se fueron de casa, volvimos a tener tiempo para hablar. Nos teníamos el uno al otro de nuevo, pero cada vez teníamos menos de que hablar. "son cosas que pasan", diría el filósofo. Y es cierto. "Son cosas que pasan". Pero nos han pasado a "nosotros". En cualquier caso, nada de reproches. "Nada de reproches". No es ése el motivo de esta carta. "Quiero hablar de nosostros". Quiero hablar del "ahora". Ha llegado la hora, ya ves, de admitir que ha sucedido "lo imposible.
De admitir la derrota. De disculparse.De...


Llegué hasta aquí y dejé de leer. Algo no cuadraba. Había gato encerrado en aquella carta.

Tres rosas amarillas, de Raymond Carver

viernes, 18 de septiembre de 2009

Círculos de tiza



Querida Julia:
Te escribo por culpa de Alicia, que conste. Es una instigadora de lo más temible.
Lo primero que quiero decirte es que tenías razón en que tu padre es un tipo estupendo. Me habló muchísimo de ti, y nos caímos muy bien.
Es la primera vez que le escribo una carta a una persona que ya no puede responderme, aunque Alicia sostiene que el hecho de que alguien se haya ido para siempre no es una razón de peso para no escribirle cartas. En fin, creo que a estas alturas ya la conoces un poco.
Bueno, tengo que decirte que me hubiera gustado despedirme de ti. No te puedes imaginar las ganas que tenía de hacerlo. Ya se que resulta chocante, teniendo en cuenta lo poco que nos conocimos, pero tienes que admitir que eras una persona muy especial.
Le he hablado mucho de ti a Alicia y creo que está algo celosa, aunque a su manera. Le hubiera encantado conocerte, y os habríais caído muy bien. Demasiado bien, incluso.
Casi puedo imaginar las risas contenidas cuando yo me hubiese levantado para ir a la cocina, o algo así. En fin.
La verdad es que he conocido muy pocas almas como la tuya. Yo siempre las imagino iluminando la mira de capitanes valientes que ordenan cerrar filas entorno a su bandera desdeñando a la muerte, esa presuntuosa dama tan enigmática y deshonesta.
Las personas como tú sois un reflejo que resplandece en el fondo de un mundo de estrategias como una moneda en el fondo de un lago. Y así seguirás en mi memoria, desde luego.
Estos días he estado releyendo tus cartas y repasando las notas que tomé mientras estuviste viniendo a la consulta, y no he tardado en darme cuenta de que no me hacía falta.
Creo que siempre seguirás muy presente, y no sé cómo explicarlo. Como la guardiana entre el centeno que nadie podía ver, precisamente.
Supongo que sobrevivimos en aquello que dejamos en los corazones de los quien nos quisieron de verdad. Y en el mío, desde luego, dejaste muchas cosas, y además lo hiciste en un lugar muy especial y recóndito. Me temo que allí deberás convivir con Sir George, pero estoy seguro de que os llevareis bien. Bueno, es una broma. Hay bastante gente allí, la verdad. Incluso el pobre Román. Le quise muchísimo, y era un buen tipo antes de que empezara a sentirse culpable.
Seguiré escribiéndote, y procuraré ser muy cursi.
Un beso

Círculos de tiza, de Jorge Berenguer Barrera

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Maravillarnos



...Lo maravilloso de la vida es que los acontecimientos por muy previsibles que sean, por mucho que sepamos cómo y por qué suceden, cuando hacen acto de presencia en nuestro camino nunca deja de sorprendernos

martes, 15 de septiembre de 2009

Me llamo Rojo














No me contestó. Leía una carta completamente absorto. Le dejé que la leyera. Como estaba detrás de la lámpara no podía verle la cara. Cuando la terminó comenzó a leerla otra vez.
-¿Y?- le dije-. ¿Qué ha escrito?
Hasan leyó:

Estimada señora Seküre:
Yo, que también he vivido durante años con el recuerdo de una única persona, comprendo respetuosamente que esperes a tu marido y que no pienses en nadie más. Qué otra cosa se podría aguardar de una mujer como tú sino honestidad y castidad. Pero el hecho de que fuera a ver a tu padre se debía a algo relacionado con la pintura y no a la intención de molestarte. Eso ni se me pasaría por la cabeza. Tampoco se me ocurriría sugerir que he recibido una señal tuya ni que me hayas dado esperanzas. Cuando se me apareció tu rostro en la ventana como un rayo de luz, sólo pensé que era una gracia que Dios me concedía. Porque la felicidad de poder ver tu rostro en la ventana me basta –“Esto se lo he plagiado a Nizami”, interrumpió airado- . Pero ya que me dices que no me acerque a ti, respóndeme, ¿eres un ángel para que acercarse a ti sea tan terrible?. Escúchame, escúchame: cuando a medianoche contemplaba la luz de la luna que se reflejaba en montañas peladas por las ventanas de caravasares solitarios y malditos regidos por posaderos desesperados donde solo se hospedaban bandoleros que huían del cadalso e intentaba dormir escuchando los aullidos de lobos aún más desdichados y solos que yo, pensaba que un día te vería de repente tal y como te he visto en esa ventana. Escucha: ahora que vuelvo a casa de tu padre a causa de un libro, me devuelves la pintura que te hice de niño. Es una señal de que he vuelto a encontrarte y no de que nuestro amor ha muerto. He visto a uno de tus hijos, a Orhan. Pobre huérfano. ¡Yo seré su padre¡.

Me llamo rojo, de Orhan Pamuk


sábado, 12 de septiembre de 2009

El pasado
















¿Cuánto hacía que no te miraba dormir? ¿Cuánto hacía que no me regalabas ese espectáculo? (Recién, una gota de agua-acabo de bañarme, son las doce y cuarto, estoy llegando tarde, llevás treinta horas durmiendo sin parar- resbaló por mi brazo, quedó suspendida del codo, como dudando, y cayó y explotó en tu mejilla, dos milímetros por arriba de la marca que te dejó la sábana, y después se dividió en un ramo de gotitas menores, y una bajó por la piel de tu cara enorme, siguiendo el declive de la mejilla, y desapareció en la esquina de tu boca. Ahí se asomó tu lengua, como un animal que sale de su cueva, pero ya era tarde: no quedaba nada para beber) Como ves, me sigue gustando escribir. Y los paréntesis. No lo puedo remediar. No hay remedio, Rímini. No tenemos remedio. Ese podría ser nuestro lema. Yo sigo metiendo frases, y vos seguís…¿Es demasiado pronto? Vas a decir que sí (pero no decís nada, estás mudo, y yo puedo hablarte horas y horas, como si fuera una hipnotizadora, y lavarte el cerebro, y cuando despertaras no te acordarías de nada). Pero yo, Rímini, yo sigo viendo. Y lo que ahora veo (lo poco que vas a saber por ahora de todo lo que veo al mirarte dormir) es que, aunque hace años que dormís sin mí, lejos de mí, contra mí, seguís durmiendo con los brazos aplastados bajo la almohada (quisiera poder ver tu cara de espanto cuando te despiertes y no los sientas y creas por un segundo que ya no los tenés, que alguien- yo, por supuesto, la mujer monstruo, la mujer-cuchilla- te los arrancó mientras dormías, pero no. Error: yo, si quisiera tus brazos, Rímini, yo te los petrificaría), seguís durmiendo con medias, seguís frotándote un pie con el otro mientras dormís, seguís mojando la funda de la almohada con saliva, seguís hablando en sueños (a propósito, ¿sabías que en sueños hablas un francés falso y perfecto?, seguís moviéndote demasiado y llevándote las sábanas para tu lado (nada que con un poco de trabajo no podamos arreglar), seguís tapándote los ojos con el antebrazo, como si algo terrible te afligiera o te encandilara el sol, seguís sentándote en la cama en medio de la noche, completamente dormido pero con los ojos abiertos, alarmado, como me contaste que hacías de chico (pero ya estás mayor, ya no te levantás a recorrer la casa: ahora mirás fijo dos puntos en la oscuridad, el ventilador de techo, digamos, y mi rodilla, que, con los pliegues que dibuja en la sábana, parece de piedra, y después de ir de uno al otro varias veces, cuando ya agotaste el terror que te sobresaltó, volvés a recostarte de un solo moviemiento, como se vuelcan, apretando un botón, los respaldos de las camas articuladas, y es como si no hubiera pasado nada). La lección de anatomía. Seguís temblando, Rímini Mi pobrecito Rímini. Mi náufrago. Pero ya está, ya pasó, ya estás en casa. Hablé con el abogado: le entregaron el cuadro y la mujer retiró la denuncia. Hubo que darle unos pesos, también. Mi abogado se resistía. No te quiere. (Creo incluso que piensa que papá murió por tu culpa) Me dijo que nunca en su vida había visto una mujer ten vulgar. ¿Tan bajo caíste? Sabía que sin mí estabas perdido, pero ¿tanto? (Una cincuentona teñida y llena de oro- sí, hablo de oídas: no tuve el gusto-, un …¿cómo se llama? ¿Personal trainer? Hablo del que me llamó por teléfono para avisarme. Y vos…Verte saliendo de la comisaría con esas zapatillas…No me hubiera sorprendido que te volvieras alcohólico, o cocainómano o puto. Pero ¿caer en el deporte?) Podría haberte dejado preso, ¿sabés? No creas que no se me ocurrió. Pero no por venganza (me hiciste mal, te hice mal: nos hicimos la misma cantidad de mal, como pasa sólo entre dos personas que no tienen remedio). Fue por amor. Me imaginé visitándote en la cárcel, llevándote cosas, como en las películas. Como si estuvieras preso por mí. Un crimen pasional. Como si hubieras matado a mi amante, al marido que me pegaba, al patrón que me violó. Yo sé que robaste el Riltse por mí. (No son cosas que se le puedan explicar a un abogado.) Te lo digo así, ahora, mientras estás dormido, porque despierto sé que nunca te vas a atrever a admitirlo. (¡ué de hombres es guardar secretos¡) Y también se me ocurrió (dirás que estoy loca) ir a juicio. Agarrar a esa yegua y demandarla. Porque lo que hiciste no fue un robo: fue una expropiación, un acto de justicia. Robar robó ella. Roban los que compran Riltses. No importan quienes sean. Riltse es nuestro. Estuve buscando el cuadro en los libros; no lo encontré. Después, estúpida, me di cuenta de que los libros llegan hasta 1976 , hasta donde llegó nuestra juventud, y que no tengo nada que vaya más allá. Y ahora te miro dormido, por primera vez me impresiona ver lo igual que estás. No, ya sé que no es algo nuevo. Siempre fuiste Dorian Grey. Pero cuando estábamos juntos yo no lo podía entender. Nos amábamos = éramos iguales = no envejecíamos. Ninguno de los dos. (Pero mi padre murió, murió con esa sonrisa en la cara, la sonrisa que vos le dejaste antes de huir, y a la mañana siguiente ya tenía el pelo gris.) Ahora vos sos Dorian Grey y yo el retrato. ¿Querías que cambiáramos? ¿Pedías eso: un amor maleable, que supiera pasar a otro estado? Ya está. “Podría ser tu madre”. Perdóname tuve que atender. Era Víctor desde el hospital. Le conté. Le dije: “A que no sabes a quien tengo durmiendo en mi cama.” ¿Te creés que se sorprendió? Nadie se sorprende. (Venimos de tan lejos, Rímini. Tenemos millones de años. El nuestro es un amor geológico. Las separaciones, los encuentros, las peleas, todo lo que pasa y lo que se ve, lo que tiene fecha, 1976, todo eso tiene tanto sentido como una baldosa quebrada comparada con el temblor que lleva milenios haciendo vibrar el centro de la tierra) Se muere. Creo que alguien le sostenía el teléfono para que hablara. El también te extrañó. Me preguntó si íbamos a hacer una fiesta. Le dije que no. Le dije se pusiera bien para la inauguración del Adela H. Tengo que irme. Las mujeres me van a matar. Hay café en la cocina, hay pan, hay toallas limpias en el baño. Te dejo acá la caja con las fotos. Está intacta, esperándote desde hace años. No, no tuve tiempo de hacer otro juego de llaves. (Ahora que lo pienso, no sé si quiero que tengas un juego de llaves.) ¿Estás acá? ¿Sos vos, realmente, el que protesta en sueños en esa cama? Adiós, mi bello durmiente. Adiós, mi prisionero.
El pasado, de Alan Pauls

jueves, 10 de septiembre de 2009

Septiembre


Me gusta Septiembre, hasta donde alcanza mi memoria es uno de los meses del año con el que más y mejor me identifico.
Este año su entrada está resultando maravillosa.
Días que se acortan, temperaturas suaves que invita a pasear en los atardeceres por la orilla del mar. El Mediterráneo es especialmente bello y su olor incofundible, pero durante este mes toda esa belleza y olor se acentúa mucho más, haciendose notar por todas partes.
Sentarse en una terraza a tomar el café de mañana, ese café que ayuda a estar despejada el resto del día .
Mientras lo tomo sorbo a sorbo, paladeando y oliendo, mi memoria me transporta a otros septiembres vividos.
Son recuerdos reales, ahí estoy, en el patio de la casa de mis abuelos. Una casa grande de paredes blancas y un patio con muchas flores. Huele a desayuno hecho por mi abuela. Un olor increiblemente embriagadro. ¡¡Qué rico concinaba mi abuela!!!
Soy una persona imaginativa y a veces siento rabia de serlo, pero en momentos como estos lo cierto es que disfruto mucho de esa habilidad mía y me siento muy afortunada
Qué tiene septiembre que cada año produce en mi una regresión a tiempos pasados?.
Cómo es posible que por momentos vuelvo a ser, vuelvo a estar, vuelvo a oler...?
Y la misma plenitud de aquellos días en aquellos años se instala en mi ser.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Miradas



















Me gustan las personas que con una mirada son capaces de ver belleza en cada cosa que ven.
Miradas que escanean cuanto gira a su alrededor.
Miradas que perciben cuándo un corazon es bondadoso, un alma sabia, una piel es sensual.
Miradas que son capaces de escoger qué color poner en su vida.
Miradas que se eligen.
Miradas que se regalan.
Te regalo mi mirada
Y tú, ¿de qué color es tu mirada?
¿Tiene forma tu mirada?
¿Tienes a quien regalar tu mirada?






lunes, 7 de septiembre de 2009

Siempre pienso en ti


Siempre dije que eras aceptable y no lo que tu pensaste desde ese primer momento.Siempre dije que tendrías futuro,a no ser que decidieras bajarte antes.Siempre quise entender que estabas aquí para ser parte y seguir la estela de tu aprendizaje.Sin embargo estás cargado de un orgullo que te confunde y deja ciego ante las luces de tono brillante.Te digo esto porque te quiero,no como un amante, si no como amigo sincero.Te digo esto porque te estimo y tu perdón ni deseo ni quiero,solo vengo a decirte compañero que hasta el más granado de los personajes la caga de vez en cuando y no solo deberías crecer en altura también en modestia pues creo sinceramente que tu camino sería más placentero.Yo en su día a si lo hice y creo que gané muchos enteros aunque perdiera algún envite y ganara solo desespero.Lo cierto es que me importa un ardite tus formas y tu reverdeo,pero más cierto es que te estimo como el hijo que da pasos poco a poco hasta que se cae y le ayudas a levantarse porque de otro modo seguirá escalabrandose sin darse cuenta de que por mucho que quieras necesitas que te orienten,que te digan de vez en cuando ....no,no eres el lucero del alba,más bien eres un pequeño cometa que vuela ligero sin saber que tarde o temprano colisionarás si no cuidas de tu trayectoria,de tus ínfulas,de tu soberbia y por qué no, de la gente que te estima aunque tu no lo sepas o no quieras saberlo.Atentamente...un amigo que está sin estar ,que pasó por eso hace tiempo y que logró en su momento no colisionar con resultado de siniestro.Un saludo...aquí te espero....y no te olvides de que te estimo pero no por ello... no te quiero
Gracias Gavalia

domingo, 6 de septiembre de 2009

Rayuela





Carta de la maga a Rocamadour

Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour :

Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿ Por qué, Rocamadour ? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.Rocamadour, es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego. La pieza está llena de remolacha, Rocamadour, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga Horacio ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte, llorar así es tonto, las cacerolas se ponen blandas, se ven como halos en los vidrios de la ventana, y ya no se oye cantar a la chica del piso de arriba que canta todo el día Les amants du Havre. Cuando estemos juntos te lo contaré, verás. Puisque la terre est ronde, mon amour t’en fais pas, mon amour, t’en fais pas…Horacio la silba de noche cuando escribe o dibuja. A ti te gustaría, Rocamadour. A vos te gustaría, Horacio se pone furioso porque me gusta hablar de tú como Perico, pero en el Uruguay es distinto. Perico es el señor que no te llevó nada el otro día pero que hablaba tanto de los niños y la alimentación. Sabe muchas cosas, un día le tendrás mucho respeto, Rocamadour, y serás un tonto si le tienes respeto. Si le tenés, si le tenés respeto, Rocamadour.Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. Me parece que voy a buscar otra nourrice aunque Horacio se ponga furioso y diga, pero a ti no te interesa lo que él dice de mí. Otra nourrice que hable menos, no importa si dice que eres malo o que lloras de noche o que no quieres comer, no importa si cuando me lo dice yo siento que no es maligna, que me está diciendo algo que no puede dañarte. Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice l’enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l’enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿ Le dejo leer mi carta para que él también te diga alguna cosa ? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que también buscarás, Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto.Es así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en lo que no entre el agua, somos muy sucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duerme y el libro va a parar abajo de la cama, hay peleas terribles porque los libros no aparecen y Horacio cree que se los ha robado Ossip, hasta que un día aparecen y nos reímos, y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero donde ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no te podría tener aquí, aunque seas tan pequeño no cabrías en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose, es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete …

Rayuela

Rayuela, de Julio Cortazar

Gracias Jeckyll

sábado, 5 de septiembre de 2009

El túnel




He pasado tres días extraños: el mar, la playa, los caminos me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos. No sólo imágenes: también voces, gritos y largos silencios de otros días. Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza.

El túnel, de Ernesto Sábato

Gracias, Noseque

viernes, 4 de septiembre de 2009

Alimento

















Dicen que el amor es lo que alimenta al alma.
Quizá tienen razón, puede ser que hay momentos en los que el alma esté anémica y le haga falta nutrientes.
Eso no quiere decir que sea bueno para ella atiborrarla. Porque puede suceder que entonces enferme a consecuencia de un empacho.

Es bueno saber que no todo vale.
Que el alma no es apta para alimento rápido y abundante. El alma es una gran sibarita,elegante y lista, por eso a la hora de alimentarse prefiere la calidad a la cantidad

Vivir sin aire

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Werther





Han pasado por tus manos; tú misma les has quitado el polvo, tú las has tocado..., y yo las beso ahora una y mil veces.
¡Angel del cielo, tú favoreces mi resolución! Tú, Carlota, eres quien me presentas este arma destructora, así recibiré la muerte de quien yo quería recibirla. ¡Qué bien me he enterado por el criado de los menores detalles! Temblabas al entregarle estas armas...; pero ni un adiós me envías. ¡Ay de mí!, ni un adiós. ¿Acaso el odio me ha cerrado tu corazón por aquel instante de embriaguez que me ha unido a ti para siempre? ¡Ah, Carlota!, el transcurso de los siglos no borrará aquella impresión; y tú, estoy seguro de ello, no podrás aborrecer nunca a quien tanto te idolatra.
Guillermo: por última vez he visto los campos, el cielo y los bosques. También a ti te doy el último adiós. Tú, madre mía, perdóname. Consuélala, Guillermo. Dios os colme de bendiciones. Todos mis asuntos quedan arreglados. Adiós, volveremos a vernos..., y entonces seremos más felices.
Todo duerme en torno mío, y mi alma está tranquila. Te doy gracias, ¡oh Dios!, por haberme concedido en momento tan supremo resignación tan grande. Me asomo a la ventana, amada mía, y distingo a través de las tempestuosas nubes algunos luceros esparcidos en la inmensidad del cielo. ¡Vosotros no desapareceréis, astros inmortales! El Eterno os lleva, lo mismo que a mí. Veo las estrellas de la Osa, que es mi constelación favorita, porque, de noche, cuando salía de su casa, la tenía siempre delante. ¡Con qué delicia la he contemplado muchas veces! ¡Cuántas he levantado mis manos hacia ella para tomarla por testigo de la felicidad de que entonces disfrutaba! ¡Oh Carlota!, ¿qué hay en el mundo que no traiga a mi memoria tu recuerdo? ¿No estás en cuanto me rodea? ¿No te he robado codicioso como un niño, mil objetos insignificantes que habías santificado con sólo tocarlos?
Tu retrato, este retrato querido, te lo doy suplicándote que lo conserves. He estampado en él mil millones de besos, y lo he saludado mil veces al entrar en mi habitación y al salir de ella. Dejo una carta escrita para tu padre, rogándole que proteja mi cadáver. Al final del cementerio, en la parte que da al campo, hay dos tilos, a cuya sombra deseo reposar. Esto puede hacer tu padre por su amigo, y tengo la seguridad de que lo hará. Pídeselo tú también. Carlota. No pretendo que los piadosos cristianos dejen depositar el cuerpo de un desgraciado cerca de sus cuerpos. Deseo que mi sepultura esté a orillas de un camino o en un valle solitario, para que, cuando el sacerdote o el levita pasen junto a ella, eleven sus brazos al cielo, bendiciéndome, y para que el samaritano la riegue con sus lágrimas. Carlota, no tiemblo al tomar el cáliz terrible y frío que me dará la embriaguez de la muerte. Tú me lo has presentado, y no vacilo. Así van a cumplirse todas las esperanzas y todos los deseos de mi vida, todos, sí, todos.
Sereno y tranquilo voy a llamar a la puerta de bronce del sepulcro. ¡Ah, si me hubiese cabido en suerte morir sacrificándome por ti! Con alegría con entusiasmo hubiera abandonado este mundo, seguro de que mi muerte afianzaba tu reposo y la felicidad de toda tu vida. Pero, ¡ay!, sólo algunos seres privilegiados logran dar su sangre por los que aman y ofrecerse en holocausto Para centuplicar los goces de sus preciosas existencias. Carlota, deseo que me entierren con el traje que tengo puesto, porque tú lo has bendecido al tocarlo. La misma petición hago a tu padre. Prohibo que me registren los bolsillos. Llevo en uno aquel lazo de cinta color de rosa que tenías en el pecho el primer da que te vi rodeada de tus niños... ¡Oh! Abrázalos mil veces y cuéntales el infortunio de su desdichado amigo. ¡Cuánto los quiero! Aún los veo agruparse en torno mío. ¡Ay, cuánto te he amado desde el momento en que te vi! Desde ese momento comprendí que llenarías toda mi vida... Haz que entierren el lazo conmigo... Me lo diste el día de mi cumpleaños, y lo he conservado como sagrada reliquia. ¡Ah!, nunca sospeché que aquel principio tan agradable me condujese a este fin. Ten calma, te lo ruego; no te desesperes... Están cargadas... Oigo las doce... ¡Sea lo que ha de ser! Carlota..., Carlota... ¡Adiós, adiós!

Werther, de Goethe


Gracias, Jeckyll

jueves, 3 de septiembre de 2009



Que narices te pasa que vuelves a las andadas ?Por qué razón te alejas de mi verita si siempre te he cuidado mi querida y todavía bien amada ?Que es lo que empuja tu desgana, tu desidia, tu persistencia enconada ?Si sigues así esto se acabaNo podrán tus lágrimas redimir lo que tantas veces me mata.. tu desgana.. tu desidia... tu persistencia enconada.No podrán tus divagaciones desconcertadas volver a hacer mella en mi ser, en mi cabeza, en mi mirada.No te das cuenta de que si esto sigue así...esto se acaba ?Te amé siempre aunque no tuvieras que ver conmigo nada.Tus gustos nunca fueron los míos, más tus deseos siempre fueron aceptados, colmados, siempre me preocupé de que no te frustraran.Que te pasa mi niña, mi dueña, mi señora, mi amada ?Solo ves demonios que intentan hacer mella en nuestro merecido gozo...son muchos años los que llevamos asidos el uno del otro, superando problemas, compartiendo nuestro tiempo, nuestras caricias y finalmente compartiendo el fruto de un amor que nunca estuvo condicionado, que nunca fue collar de perro obligado a estarse quieto para conseguir de su amo una caricia o una alegre mirada.Siento que te alejas, siento que me dejas, siento que no sirve de nada cuanto yo haga.No puedo dejar de ser quien soy para adaptarme a tu guión material donde priman lo corriente, donde reinan las costumbres y las tradiciones que fueron condenadas por unos tiempos cambiantes que a ti no te alcanzan pues te refugias en las reglas, te refugias en los celos de una decadencia trasnochada.Se que me amas pero te superan tus miedos y tu modo derrotista de entender lo que hago, lo que siento, lo que miro, lo que sueño.Por qué me pregunto ?Que te pasa ?Acaso ya no me amas ?Si miro el firmamento no lo hago para encelar tu alma, tan solo miro lo que es bello, lo hermoso de este mundo para mi alma como en un día no muy lejano lo fue tu mirada que ahora se enturbia por no sé que razones que azotan tu espíritu, tu vida y tu corazón.Querida y amada mía no dejes que tus nudos detengan la escala de razones que preñan tu entendimiento de ponzoña, de furia, de desamor.Yo no busco nada y me conformo con que me digas alguna vez que me quieres que me estimas que me amas.Que te pasa que vuelves a las andadas ?

Gavalia

Soy...

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curiosa y siempre que puedo dedico mi tiempo a descubrir, aunque si me dan a elegir prefiero que me descubran a mi

martes, 1 de septiembre de 2009

El cuaderno de Noah


Querido Noah,Escribo estas líneas a la luz de las velas, mientras tú duermes en la habitación que hemos compartido desde el día de nuestra boda. aunque no alcanzo a oír tu respiración, sé que estás ahí, y que pronto me acostaré a tu lado, como siempre. sentiré tu calor, el bendito consuelo de tu proximidad, y tu respiración me guiará lentamente hasta el lugar donde sueño contigo, con lo maravilloso que eres.La llama de la vela me recuerda a un fuego del pasado, que contemplé vestida con tu camisa y tus vaqueros. Entonces ya sabía que estaríamos juntos para siempre, aunque al día siguiente titubeara. Un poeta sureño me había capturado, robándome el corazón, y en lo más profundo de mi ser, supe que siempre había sido tuya. ¿Quién era yo para cuestionar un amor que cabalgaba sobre las estrellas fugaces y rugía como las olas del mar? Así era entonces, y así es ahora.Recuerdo que al día siguiente, el día de la visita de mi madre, volví contigo. Estaba asusta¬da, como nunca en mi vida, porque temía que no me perdonaras que te hubiera dejado. Cuando bajé del coche, temblaba, pero tú sonreíste y me tendiste los brazos, ahuyentando todos mis te¬mores. "¿Quieres un café?", dijiste simplemente. Y nunca volviste a sacar el tema. Ni una sola vez en todos los años que hemos vivido juntos.Tampoco protestabas cuando, en los días siguientes, salía a caminar sola. Y si regresaba con lágrimas en los ojos, siempre sabías cuándo debías abrazarme y cuándo dejarme sola. No sé cómo lo sabías, pero lo hacías, y con ello me facilitaste las cosas. Más adelante, cuando fui¬mos a la pequeña capilla e intercambiamos anillos y votos, te miré a los ojos y comprendí que había tomado la decisión correcta. Más aún, comprendí que era una tonta por haber dudado. Desde entonces, no me he arrepentido ni una sola vez.Nuestra convivencia ha sido maravillosa, y ahora pienso mucho en ella. A veces cierro los ojos y te veo con hebras de plata en la cabeza, sentado en el porche, tocando la guitarra, rodea¬do de niños que juegan y baten palmas al ritmo de la música que has creado. Tu ropa está sucia después de una jornada de trabajo, y estás agotado, pero aunque te sugiero que descanses un poco, sonríes y dices: "Es lo que estoy haciendo ". Tu amor por los niños me parece sensual y apa¬sionante. "Eres mejor padre de lo que crees", te digo más tarde, cuando los niños duermen. Poco después, nos desnudamos, nos besamos y estamos a punto de perder la cabeza antes de meter¬nos entre las sábanas de franela.Te quiero por muchas razones, pero sobre todo por tus pasiones, que siempre han sido las cosas más maravillosas de la vida. El amor, la poesía, la paternidad, la amistad, la belleza y la naturaleza. Y me alegro de que hayas inculcado esos sentimientos a nuestros hijos, porque sin lugar a dudas enriquecerán sus vidas. Siempre hablan de cuánto significas para ellos, y entonces me siento la mujer más afortunada del mundo.También a mí me has enseñado muchas cosas, me has inspirado, y nunca sabrás cuánto significó para mí que me animaras a pintar. Ahora mis obras están en museos y colecciones privadas de todo el mundo, y aunque muchas veces me he sentido cansada o aturdida por exposiciones y críticos, tú siempre me alentabas con palabras amables.Comprendiste que necesitaba un estudio, un espacio propio, y no te preocupabas por las man¬chas de pintura en mi ropa, en mi pelo o incluso en los muebles. Sé que no fue fácil. Sólo un hombre de verdad puede soportar algo así. Y tú lo eres. Lo has sido durante cuarenta y cinco maravillosos años.Además de mi amante, eres mi mejor amigo, y no sabría decir qué faceta de ti me gusta más. Adoro las dos, como he adorado nuestra vida en común. Tú tienes algo, Noah, algo maravilloso y poderoso. Cuando te miro veo bondad, lo mismo que todo el mundo ve en ti. Bondad. Eres el hombre más indulgente y sereno que he conocido. Dios está contigo. Tiene que estarlo, porque eres lo más parecido a un ángel que he visto en mi vida.Sé que me tomaste por loca cuando te pedí que escribieras nuestra historia antes de marcharnos de casa, pero tengo mis razones, y agradezco tu paciencia. Y aunque nunca respondía tus preguntas, creo que ya es hora de que sepas la verdad.Hemos tenido una vida que la mayoría de las parejas no conocerá nunca, y sin embargo, cada vez que te miro, siento miedo porque sé que todo acabará muy pronto. Los dos conocemos el diagnóstico de mi enfermedad y sabemos lo que significa. Te veo llorar, y me preocupo más por ti que por mí, porque sé que compartirás mis sufrimientos. No encuentro palabras para expresar mi dolor.Te quiero tanto, tan apasionadamente, que hallaré una forma de volver a ti a pesar de mi enfermedad. Te lo prometo. Y por eso te he pedido que escribieras nuestra historia. Cuando esté sola y perdida, léemela —tal como se la contaste a nuestros hijos— y sé que de algún modo comprenderé que habla de nosotros. Entonces, quizá, sólo quizá, encontremos la mane¬ra de estar juntos otra vez.Por favor, no te enfades conmigo los días en que no te reconozca. Los dos sabemos que llega¬rán. Piensa que te quiero, que siempre te querré, y que pase lo que pase, habré tenido la mejor vida posible. Una vida contigo.Si has conservado esta carta y la relees, cree que lo que digo vale también ahora. Noah, dondequiera que estés y cuando quiera que leas esto, te quiero. Te quiero mientras escribo estas líneas, y te querré cuando las leas. Y lamentaré no poder decírtelo. Te quiero con toda el alma, marido mío. Eres, y has sido, lo que siempre he soñado.
Allie
El cuaderno de Noah, de Nicholas Sparks
Gracias, Casper