lunes, 9 de abril de 2018

Decirte

Si yo te dijera que hoy me ha parecido verte de nuevo,
que a pesar de los días que han transcurrido desde que te fuiste no tengo que hacer un gran esfuerzo para sentir tu cuerpo a mi lado como ha sido desde que nos conocimos, es decir casi toda la vida.. 
Que si cierro los ojos tengo la sensación que me abrazas, porque noto el calor de tus manos haciéndome sentir el ritmo de la música al deslizarse por mi espalda no te mentiría, te estaria diciendo la verdad.
Mentiría si te dijera que tu rostro se desvanece en mi mente, o que ya no siento tu respirar, tu aliento tibio en mi cuello, o que apenas recuerdo tu mirada, sí, te estaría mintiendo si afirmara todo eso, a decir verdad te diré que tus ojos rasgados los veo en sueños y despierta con idéntico brillo de la primavera pasada por estas fechas.
Y escucho el movimiento de tus labios y la entonación ilusionada de tu boca mientras hacíamos planes para cuando nos fueramos a vivir a nuestra nueva vivienda, más pequeña, más íntima . Hablabas que apenas necesitábamos equipaje, si acaso sólo llevaríamos con nosotros nuestros antiguos secretos de amor con el fin de mezclarlos con los nuevos, los que estaban a punto de producirse.
Como cuando en un momento de locura, o pasión o yo que sé nos dijimos que mi cuerpo es tu cuerpo aunque el tuyo es más 
fuerte y me recuerda al de las estatuas perfectas de las céntricas plazas de la ciudad, pero  nosotros nunca fuimos perfectos, ni fríos como esas estatuas adormecidas y tristes, al contrario que ellas nosotros nos dejábamos llevar dando  
 rienda suelta al deseo y nuestros cuerpos permanecían amorosamente enredados como ramas, hojas, flores y dieron sus frutos. Era la felicidad, sin adornos, de hecho la autenticidad no necesita adornarse

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