Nada mas terminar de comer salí de casa y me dirigí al
invernadero, tras andar los escasos metros que le separan de la entrada
principal abrí la puerta y entré en lo que para mi es otro universo, las
paredes del recinto son acristaladas, lo mismo que el techo, eché un vistazo alrededor y me dejé caer en
uno de los bancos. Que eligiera ese y no otro tiene una explicación fácil, y es
que desde ahí un rayo de sol se colaba por entre las ramas de los
árboles entibiándome el rostro y los brazos. Tras permanecer unos minutos
con los ojos entornados me levanté y empecé la tarea del cuidado de las
flores, desde el rincón del fondo mis gatos, observaban atentamente el exterior
Pintura de Brenda Burke
Bonito trabajo.
ResponderEliminarSalu2.
Siempre me gustaron esos palacios de cristal, y lo que guardan en su interior.
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