Lo primero que uno se encontraba al llegar al pueblo era un edifico al aire libre rodeado de árboles y pequeños arbustos, para resguardarse del sol y la lluvia habían construido un techo cubierto de tejas que ahora estaban enmohecidas, pero alguna vez fueron rojas, lo sostenía cuatro pilares redondos, de color blanco.
Bajo el techo,fijos en el suelo se podían ver una doble hilera de lavaderos encalados todos idénticos y cada uno de ellos provistos de un pequeño tubo a modo de grifo, del cual salía un chorro de agua corriente que provenía de la montaña mas cercana.
Diariamente las mujeres del pueblo iban allí a hacer la colada. Sus vidas eran rutinarias y nunca sucedía nada fuera de lo normal, así que para matar un paliar el aburrimiento mientras lavaban la ropa hablaban de sus cosas y también de las cosas de los demás pues en realidad todos se conocían, incluso entre la mayoría de ellos existía algún grado de parentesco.
Lavaban la ropa con jabón que ellas mismas fabricaban en sus casas a base de aceite de oliva y sosa,estos ingredientes los introducían en un gran barreño de cinc removiendo hasta formar una mezcla homogénea, entonces lo dejaban reposar el tiempo necesario. Una vez la masa quedaba compacta lo cortaban a porciones con un cuchillo grande y lo guardaban en una habitación de la casa que tenían
reservada para tales menesteres o similares.
Una vez que la ropa había quedado limpia la enjuagaban el chorro del agua agitando con brío, después la retorcían
con fuerza y la iban dejando a un lado, así una a una hasta finalizar con la última pieza
Se secaban las manos en el delantal, llevaban el cabello recogido en un moño con horquillas aunque algún mechón rebelde se soltaba de tanto en tanto a causa del movimiento del cuerpo mientras manejaban la ropa...
Una escena vivida todavia en muchos pueblos del mundo, a veces con estos lavaderos y otras rio abajo. Muy bien contado!!
ResponderEliminarTe dejo un beso y se feliz!
Dura vida,la verdad.
ResponderEliminarSalu2, Mádison.
Cordialement pour le partage de l'information avec nous sur cafedemadison.blogspot.ru.
ResponderEliminarYo lo que hacía era extender la ropa sobre la hierba mojada para que se blanqueara al sol. Cuando acababa, también me tendía yo, con los brazos abiertos y una sonrisa grande en la cara, de niña traviesa.
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