A ratos me alegra que exista esa gente, aunque muchas veces no tenga nada que decirles. Su tono pedante y su costumbre de no responder nunca directamente a las preguntas me altera, pero en ocasiones puede darse el caso de que gracias a ellos me entere de cosas interesantes.
Sin embargo, he desistido en tratarles al reparar que me resulta desagradable ver su sonrisa burlona mientras se preparan para exhibirse en breve.
Con esta decisión mi estado físico mejora y aunque es preciso discutir tanto lo absurdo como lo controvertido, salgo airosa de la situación con creces.
Hola, Madi,
ResponderEliminarSupongo que no me incluirás en esa especie. Al menos, no soy consciente de eso que cuentas.
últimamente ando sin Internet en casa, me he mudado y utilizo el phone de moden, esto me limita mucho.
Besos
A veces escuchar a los diletantes, lechuguinos, sabiondos, redichos y demás rales puede ser muy divertido e instructivo.
ResponderEliminarSalu2, Mádison.
¡Hola!
ResponderEliminarHas ganado un premio en mi blog, cuando puedas pásate a recogerlo, un beso <3
http://unpuenteyunapared.blogspot.com.es/2013/11/premio.html
Pues lo importante es que tú estés a gusto con lo que haces, y a los otros que les den morcilla. A mí también me pasa que a veces necesito esos contactos inútiles, me hacen sentir esa parte de miseria interior que lleva el ser humano. Y, luego, a lo mío, aunque sea a chungo (en apariencia).
ResponderEliminarBesitos.
Antonio, debería estar mal de la cabeza para pensar eso de ti. Ya sabes que te adoro. Pero, eso sí, te echo de menos.
ResponderEliminarUn beso
Así es Dyhego, lo mejor es dejarles que hablen, y hablen...
ResponderEliminarMaria Magdalena, no me había dado cuenta, ahora mismo paso por tu blog.
ResponderEliminarMuchas gracias
Cuanto más mayores nos hacemos, mas claro lo tenemos eh, Inti?
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte