Durante varios meses escribió a Laetizia, suplicándole que fuera a reunirse con él, a lo que se negaba ella cada vez. Quiso la casualidad que el borrador de una de sus cartas cayese en manos de su marido:
Estoy triste, aburrida, terriblemente irritada.
Vuelvo a ser, como hace dos años, de una sensibilidad dolorosa. Todo me hace daño y me desgarra. Tus dos últimas cartas me hicieron latir el corazón como si se me fuera a partir. ¡Me trastornan tanto!. Cuando las abro y me sube a la nariz el perfume del papel y me penetra en el corazón la fragancia de tus frases acariciadoras…¡Sé más considerado conmigo! ¡Tu amor me da vértigo! Y sin embargo hemos de convencernos de que no podemos vivir juntos. Hemos de resignarnos a una existencia más vulgar y más pálida. Quisiera saber que te haces a esta idea, que mi imagen, en vez de quemarte, te reconforta, en vez de desesperarte, te consuela.
Es necesario. No podemos estar siempre con esta excitación en el alma y con el abatimiento mortal que la sigue. Trabaja, piensa en otras cosas. Tú que tienes tanta inteligencia úsala un poco para estar más tranquilo. A mí las fuerzas se me acaban. Tenía bastante ánimo para mí sola, pero ¡para dos! He de sostenernos a todos y estoy rendida: no me aflijas más con tus arrebatos, que me hacen maldecirme a mí misma, sin que de ello resulte ningún remedio…
Emilio, naturalmente no sabía a quién iba dirigido aquel borrador in completo.
La vida instrucciones de uso, de Georges Perec
Estoy triste, aburrida, terriblemente irritada.
Vuelvo a ser, como hace dos años, de una sensibilidad dolorosa. Todo me hace daño y me desgarra. Tus dos últimas cartas me hicieron latir el corazón como si se me fuera a partir. ¡Me trastornan tanto!. Cuando las abro y me sube a la nariz el perfume del papel y me penetra en el corazón la fragancia de tus frases acariciadoras…¡Sé más considerado conmigo! ¡Tu amor me da vértigo! Y sin embargo hemos de convencernos de que no podemos vivir juntos. Hemos de resignarnos a una existencia más vulgar y más pálida. Quisiera saber que te haces a esta idea, que mi imagen, en vez de quemarte, te reconforta, en vez de desesperarte, te consuela.
Es necesario. No podemos estar siempre con esta excitación en el alma y con el abatimiento mortal que la sigue. Trabaja, piensa en otras cosas. Tú que tienes tanta inteligencia úsala un poco para estar más tranquilo. A mí las fuerzas se me acaban. Tenía bastante ánimo para mí sola, pero ¡para dos! He de sostenernos a todos y estoy rendida: no me aflijas más con tus arrebatos, que me hacen maldecirme a mí misma, sin que de ello resulte ningún remedio…
Emilio, naturalmente no sabía a quién iba dirigido aquel borrador in completo.
La vida instrucciones de uso, de Georges Perec
Pues no creo que pensase que iban dirigidas a él. Uff, qué trago. Las mujeres poetas o escritoras traen estas cosas, la lian gorda pero gorda. Pero,ay, qué sería de nosotros sin las musas. Y sin el placer de transgredir lo prohibido.
ResponderEliminarBesos.
Las palabras son armas poderosas que a veces te explotan en las manos.
ResponderEliminarBeso.