Hace un tiempo, cuando alguna situación me desbordaba o cuando alguien venía a mi con la intención de dañarme, me indignaba. Reaccionaba irritada, hasta ponerme o rebajarme a su mismo nivel, eso ya pasó y por suerte he aprendido a contar hasta tres o si hace falta hasta diez antes de responder o reaccionar. Observo y escucho con la mayor calma posible, al menos aparentemente. Con el transcurrir del tiempo he podido comprobar que cada uno tenemos lo que merecemos y que la ira o el malmeter se vuelve en contra de quien utiliza esos métodos para obtener lo que persiguen a cualquier precio.
Aún así, reconozco que cuando me encuentro en alguna de esas situaciones que he descrito anteriormente el corazón se me acelera, pero mi estado de ánimo se ralentiza. Mi cerebro se torna lento y no consigo despojarme de la tristeza que se abre camino en mi interior, noto que un manto espeso, tupido cae sobre mí. La claridad se ve envuelta en niebla. Ya no hay blanco o negro o colores alegres, lo que yo veo a mi alrededor son gama de grises. Los motivos se amontonan entre personas tontas que dicen cosas tontas.
Metamorfonseándome dejo a un lado el hastío y el tedio que me producen las discusiones sin sentido que acaban hartando, y que llegado a un punto no se cuando empiezan ni cuando terminan, como tampoco sé el motivo que ha desembocado tal discusión.
Basta ya de complicar lo sencillo.
Es difícil ignorar la estupidez, y uno no sabe si con el tiempo nos vamos haciendo más sabios y tolerantes o, por el contrario, mas quisquillosos y malhumorados.
ResponderEliminarEs muy reconfortante cuando uno puede lograr ese equilibrio que has logrado vos, sobre todo porque es muy saludable para la psiquis!
ResponderEliminarCuando nos enojamos por lo que nos hacen los demás, les estamos siguiendo su juego perverso y terminamos ayudándolos a que nos dañen.
No es fácil, pero se puede.
ResponderEliminarA mí me pasa lo contrario: reacciono con demasiada indolencia cuando me hieren. Es cuando cuento hasta diez o veinte o cien cuando empiezo a darme cuenta de que soy imbécil, de que debería reaccionar de una vez. Veo demasiados grises.
ResponderEliminarSí, acaba de pasarme otra vez.
Con la camara lenta para decidir que momentos de la vida se aprecia, pero agudos y ávidos para nunca llegar tarde si no bien.
ResponderEliminarEs lo mejor, no responder a la sinrazón o la maldad. Respirar, pensar en otra cosa, y desviar la conversación, no recoger el guante que nos han lanzado como reto.
ResponderEliminarUn besito
Isabelnotebook
Ralentizar una reacción ante una ofensa no es relativizarla: es dejar al ofensor sin la satisfacción de observar la herida, dejarle sin esa discusión que anhela pero que tanto hastío, es cierto, produce.
ResponderEliminarLo que pasa es que a veces es muy difícil controlarse.
ResponderEliminarSalu2 controla2.
Relentizar excelente verbo y mejor en la accion! El enojo le pertenece a quien lo siente, por eso siempre trata de pasarlo a otra(o)... Besos
ResponderEliminarMetamorfosis y delgadez contra el hastío, el mal de vivre...
ResponderEliminary luego, un íntimo renacimiento, en otro lugar (dentro)
Gracias por tu visita. Por supuesto, puedes venir cuando quieras.
ResponderEliminarCoincido contigo en mucho de lo que dices sobre las discusiones estériles. El vinagre hay que dejarlo para las ensaladas.
Saludos.
a mí no me sale siempre contar, en ocasiones se me olvidan las matemáticas y arraso con todo
ResponderEliminarel ralentí se activa con las réplicas, que las hay!
no afende quien quiere si no quien puede.
ResponderEliminarlo mejir es pasar, no darnos por aludidos, no hay mejor desprecio que no hacer aprecio.
un beso
marian