jueves, 14 de agosto de 2014

Regresar

Después de cenar quitamos la mesa, y en la cocina él me miró fijamente. adoptando una expresión enigmática, cuando pasó a mi lado me lanzó una sonrisa de complicidad. Me puso la mano en el hombro, como para reconfortarme y empezó a subir las escaleras dirigiéndose a la habitación.
Daba la sensación de llevar prisa, o por lo menos a eso me  pareció. Yo, no comprendía nada.
Subí tras él y al abrir la puerta le encontré andando de un lado a otro nervioso, con pasos aligerados, abriendo y cerrando cajones. De pronto, supuse que un pensamiento, un impulso, o vete a saber qué, hizo que se detuviera en seco. Permaneció unos minutos de espaldas a mi, sin mirarme sin verme, pero yo sabía que intuía mi presencia. Yo permanecía callada, con una mano sostenía el pomo de la puerta, con la otra me recogía el pelo. Es un acto reflejo que deja al descubierto mi nerviosismo.

De repente dio media vuelta y  se acercó  hasta donde yo estaba, me cogió de la cara y me miró como si no me conociera. Asombrada, observé sus ojos, que reflejaban una mirada tremendamente vacía, una madeja de miedos y sobresaltos. Por unos segundos estuve a punto de decirle que aún le amaba, Que podía quedarse,  pero  no me atreví. Tuve miedo a su reacción. Tuve miedo a  oír pronunciar mis propias palabras. Cuanto más lo pensaba, menos claro lo tenía.

 Pasaron apenas unos segundos o  quizá fueron  unos minutos, Y ya algo más tranquilo me miró con ternura, puso sus manos entre las mías, soltó una de ellas y noté que sus dedos se me clavaban en el hombro..
Se acercó a mi oído y cuchicheó: ¿Te das cuenta? No razonamos igual.
Eres una romántica. Cada día te vuelves más romántica.
No sé cómo se las apañaba para dejarme siempre pensativa, intentando dar cuerpo y sentido a sus razonamientos. 

Y aún hoy, cuando pienso en todo lo que pasó después, me siento mal. Durante mucho tiempo me sentí culpable, incluso me guardé rencor  a mi misma por no haber salido corriendo tras él, no haber llegado  antes que él a la puerta de la calle y haber evitado su marcha. No supe renunciar a mi orgullo y continuamente me reprocho mis dudas, Dudo de casi todo, incluso de la bondad de mis sentimientos

Y ahora, mi amor, cuando te sientas preparado e inicies  el trayecto que te trae de regreso a casa, cuando estés cerca del camino correcto, te impregnarás con nuestros olores de siempre y sentirás que por cada poro de tu piel entra mi voz que te nombra. Lo  notarás, ¡ya lo creo!..notarás y sabrás que es el momento. Que ya basta de abandonos. Ya es hora de empezar una vida mejor y más atractiva. Ahora es el momento.

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