domingo, 29 de diciembre de 2013

Lagunas en la memoria
















La verdad es que se me olvidan montones de cosas y enseguida. Siento rabia, pero es imposible luchar contra mi memoria, por eso cuando por la noche recuerdo algo que no quiero que quede en el olvido cojo mi cuaderno  de la mesilla de noche y escribo, no siempre con la misma letra, pues a veces los trazos son rectos, otras inclinados y las menos escribo con letra de imprenta. 

¿Cómo era aquello que ocurrió tan bonito? En realidad no estoy muy segura, probablemente lo que recuerdo es solo una pequeña aproximación de la realidad, aún así intentaré describirlo lo mejor posible.
Antes discurría mucho hasta que  no me decidía, ahora sin embargo ya hace mucho tiempo que no. Por no hablar de las horas que pasaba preguntándome sobre qué era la felicidad, si existiría de verdad y cosas por el estilo. Pero ahora ¿qué más da?.Ya dejó de importarme y no siento ni pizca de interés ni curiosidad

Como he dicho mas arriba, hubo un tiempo en el que intenté escribir lo que me iba ocurriendo a diario. Pero era pretender demasiado. Lo dejé pronto porque las letras se me resistían. Todo intento fue inútil, era como si a base de hilar palabras quisiera dejar mi huella en la vida. Quizá, pensaba yo, habría alguien por ahí a quién interesara saber sobre mí. A veces quedaba en suspenso y me preguntaba si lo que uno dice o escribe es bueno o por el contrario malo, pero llegué a la conclusión de que no es ni una cosa ni otra. De hecho no creo que tenga gran valor para los demás si acaso solo a nosotros nos gusta echar un vistazo de tanto en tanto para recordar como éramos en tiempos pasados. Pero, ahora sigo con este recuerdo escrito…

La noche se presentaba larga y silenciosa, un soplo de  aire helado  entraba por entre la rendija de la ventana y me calaba los huesos, pero no me angustiaba, por el contrario, dormía bien. Tranquila y esperanzada.
Por la mañana temprano el sol, colándose  a través de las persianas, llenaba el dormitorio con una luz  clara y cálida.
Me despertaba con una sonrisa serena. Con la cabeza alegremente echada hacia atrás, sonreía al día que empezaba. Despacio, levantaba los ojos hasta la ventana que daba al jardín. Recuerdo que había una de las tablas del suelo que al pisarla crujía y yo  una y otra vez retrocedía porque  me asustaba. 
El olor a café caliente, panecillos y mantequilla fresca.  El sol a raudales. Los chapuzones en el mar. Aquella luz perpetua de verano. El olor a jabón, a ropa limpia…
Mientras leo, recuerdo. Y pienso que durante aquella temporada, el lugar que elegimos fue mi refugio perfecto  y me digo: Entonces…eso será felicidad.  Oh, la felicidad. ¡Claro, es posible!. O bueno, era una felicidad diferente a la que me habían explicado.
Ahora los recuerdos se mezclan con los sueños y las preguntas. Demasiados interrogantes, o tal vez los justos ¿Y cuando empecé a darme cuenta de que él era así? Tan distinto a como yo creí. ¿Acaso reparé en ello antes y me negué a reconocer lo que veía por miedo a perderle?
Leo en el jardín. Cierro el cuaderno. La lluvia cae, resbalando por mi espalda, me incomoda  y esa incomodidad me hace pensar en la carta que tengo a medio escribir y que debería haber enviado hace unos días.
Así pues, dejo de deambular en esta noche bajo la lluvia y subo hasta mi habitación, por alguna razón oculta hoy me ha dado por retroceder en el tiempo, y ya no sé quién se burla de quién. El caso es que lo que aconteció no fue planeado, incluso tras un tiempo, hubo un intento de reanudación, pero ninguna decisión de conservar lo reanudado es posible, aunque tampoco se puede suprimir definitivamente.

Imagen de Willy Ronis

martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad















Yo también os quiero desear buenas fiestas, que cada uno las celebre como quiera o pueda. Pero felices. Que nos podamos seguir leyendo, compartiendo y todo eso. Que esta nochebuena no os paséis mucho, pero lo suyo es ser un poco malo ¿no? de otra forma la fiesta resulta aburrida.
Hala, muchos besos para todos

domingo, 22 de diciembre de 2013

La noche























Ahora que ha pasado tanto tiempo, es como si estuviera en una película. El sol me da en la cara y es tan cálido y suave que me hace recordar algo que viví. Un hermoso recuerdo. Uno más.

Todas las tardes  nos sentábamos a ver la puesta de sol desde el porche de madera.
Contemplábamos como el cielo se unía con  el mar distante, y admirábamos todos los colores que se fundían en aquel espectáculo único.

Permanecíamos sentados muy juntos, con las cabezas recostadas y los ojos entornados.Tan juntos y silenciosos que sentíamos la respiración del otro. Acompasada, tranquila. Él pasaba su brazo sobre mis hombros, había momentos que giraba un poco la cabeza  hasta  besarle la mano.

Al poco, cuando  la noche era cerrada, nos dirigíamos  a la parte trasera de la casa, donde se encontraba  el jardín, esperábamos  el momento  en que se abrían las flores y nos envolvían con su aroma. Era noche de encanto y misterio, las estrellas y la luna  con su mágica luz la hacía resplandeciente. Noches llenas de raros  ruidos, que con el tiempo se habían convertido en familiares. Era un lugar hermoso y lleno de encanto

Te amo mucho, estoy sedienta de ti -le decía yo-Te quiero  mucho, mucho. –le repetía una vez más.
-Calla ahora, y guarda silencio-, me respondía él
Pero yo, no podía estar quieta, me incorporaba un poco, me colocaba un chal sobre los hombros. De pie, miraba su cuerpo. Me soltaba el pelo y lo agitaba con fuerza, a la luz de la luna resultaba aún mas brillante. La risa nerviosa delataba mi nerviosismo. No sabía muy bien qué esperaba de mi.
Empezaba a soplar algo de viento, que aquella hora era fresco. El ciruelo se estremecía.

Y me convertía en una loca, una loca enamorada que  nunca sabía como aprovechar el momento adecuado aún sabiendo cual era. A pesar de tenerlo al alcance de la mano.
Al cabo de unos días nos alejamos abandonando el lugar. Un lugar que los dos sabíamos que no era para nosotros.
Todavía, por las noches cuando estoy sola, añoro que su cabeza repose en mi
Imagen de Bill Brandt

viernes, 20 de diciembre de 2013

La carta






















Te empeñas en que siga contándote lo que sucedió aquella noche una vez que leí la carta. Bien. De acuerdo. Te lo cuento gustosa. Empezaré desde el momento que salí a la calle, como ya dije me dirigí al parque mas cercano, me senté en el extremo de un banco de madera. Antes, me giré para mirar a mi alrededor, cuando estuve segura que no había nadie, deslicé la mano hasta el bolsillo y cogí la carta. Apoyé la cabeza en la mano, y dos dedos en la mejilla aunque de vez en cuando también  me acariciaba  la barbilla.
El césped estaba plateado por el efecto de la luna llena. Abrí la carta con la punta de los dedos y empecé a leer…

Querida :
Cuando me dejaste, me dijeron que pronto te olvidaría, que poco a poco tu abandono  no me dolería y que al cabo de un tiempo todo se acabaría calmando y después de unos  meses la paz  volvería a instalarse en mi vida. Que podría caminar de nuevo sin titubeos sin dudas,  por las calles que recorrí contigo y entrar otra vez en los mismos lugares donde nos reuníamos a diario, que podría incluso leer tus cartas y mirar tus fotos sentado  en el rincón donde solíamos ponernos mientras escuchábamos aquella música que tanto nos gustaba Yo te besaba mientras las notas nos envolvían, no sentíamos temor a que ocurriera a nada o que apareciese de repente alguien para recriminar nuestra osadía.Ninguno presagiaba lo que estaba a punto de suceder.
Me dijeron que todo esto siempre termina por pasar. 
Pero por el momento nada de eso ha sucedido, la pena sigue y mi tormenta interior no amaina, un mar de  negras nubes se han instalado en mi para y no deja que salga el sol.
Me  aseguraron que la vida, siempre sigue su curso y que  el futuro depara cosas nuevas e interesantes. Que conocería a otras mujeres y que volvería a amar y desearlas tanto como a ti.
Que  sin apenas darme cuenta ,dormiría de nuevo por la noche y que el orden retomaría las riendas de nuevo en mi vida
Me dijeron todo eso. Y yo les creí, pero pasa el tiempo y mi amor hacia ti  no se va. Te quise tanto que  no puede irse. Se queda siempre. Y duele. Y sigue. Y no se va. Ha hecho de mí una persona desgraciada y descreída, mi vida es una ruina, y a veces  te espero como antes, a la salida del trabajo, si entro a algún bar te busco con la mirada por todos los rincones
Ya estaba resignado y te daba por perdida, así que imagínate mi sorpresa cuando el otro día me crucé contigo en la calle principal. Tú no te fijaste en mi, pero yo en ti sí. Te reconocí en seguida, supongo que ahora entenderás quién te invitó a la fiesta de esta noche. No podía desperdiciar la ocasión. Ahora que te he encontrado no puedo perderte otra vez. 
Si estás leyendo esta carta, al terminarla gira un poco la cabeza, pues estaré ahí. A tu lado. Se el lugar que has escogido para hacerlo. Te encontraré…

Imagen de Peter Keetman

jueves, 19 de diciembre de 2013

La fiesta















¿De verdad quieres saber qué fue lo que me llevó hasta aquel lugar?. De acuerdo, intentaré responderte lo mejor que pueda, aunque tú, mejor que nadie deberías saber que no todo tiene explicación. Ni la necesitamos.

Cuando recibí la llamada en la que una voz desconocida para mi, me indicaba la dirección y la hora me costó dar crédito. Intenté decirle que se equivocaba de persona y que a buen seguro que mi presencia allí no era necesaria, pero quien fuera que estaba al otro lado del teléfono insistió en que yo era a quien querían como invitada, además sorprendentemente  me llamó por mi nombre, así que no fui capaz de negarme.
Cuando llegué, enseguida me di cuenta que éramos demasiados para conocernos. Nadie preguntaba nada, pero tuve la impresión que todos pensaban y esperaban lo mismo. Era algo  que se palpaba en el aire de una forma más  que evidente.
Miraba a un lado y a otro escéptica, notaba que mi aspecto desentonaba con el ambiente que me rodeaba.
Alguien  pasó cerca de mi y me preguntó algo sin importancia, a lo que yo no supe que responder, así que permanecí en silencio mientras miraba como se dirigía hacia otro grupo de personas que discutían algo acaloradas.
El hombre que estaba a mi lado hablaba en voz baja, pero el tono era firme. Su interlocutor asentía en silencio mientras le miraba fijamente a los ojos. Su  rostro estaba serio y eso hacía que me pareciera mucho más atractivo que cuando le vi entrar  al principio de la noche.
Era alto y delgado. Vestía con ropa de buena calidad. Su aspecto distinguido y misterioso hizo que sintiera una fuerte y hasta ahora desconocida atracción hacia él, aunque como es lógico disimulé todo lo que pude para que nadie notara  mi interés.
Sentí  la caricia de su mirada clavada en mi nuca mientras se acercaba por la espalda y dejaba caer algo en mi bolsillo, fue tal mi emoción que en ese momento me convertí en un ser flotante.
Me sentía algo mareada y fuera de lugar, de manera que decidí irme antes de que terminara la fiesta.
Me despedí presurosa.Caminé hasta que encontré un lugar tranquilo, entonces cogí la carta arrugada que había guardado en el bolsillo del abrigo para leerla cuando estuviera sola, me  pasé la mano por la frente, después la llevé hasta el corazón, y leí.
Eso es todo. Esa es toda la historia o como quiera que se llame.
Imagen de Sophy Rickett

domingo, 15 de diciembre de 2013

Soledades






















Sus últimas palabras antes de subir al tren fueron: Te veré luego, recuerda que tenemos pendiente una cita.
Él no  me miró al decirme esto, pero intuí que la expresión de su rostro era triste y a la vez esperanzada.
Me sentí tan perpleja, tan desconcertada que no respondí. En silencio cada uno se dirigió a su compartimiento, así nos despedimos. Callados. De esta forma iniciamos el viaje de regreso cada uno a su lugar de destino. Qué disparate!.Me dije
 Ha pasado ya algo mas de  un mes y desde entonces no he vuelto a tener noticias suyas hasta ayer. El teléfono sonó temprano, al escuchar el sonido, el corazón me dio un vuelco, y supe que era él antes de oír su voz al otro lado haciéndome saber que estaría aquí la semana próxima. Cuando colgué, la perplejidad volvió a adueñarse de mi. Terminé de tomar el café y me encaminé al trabajo con la idea de no dedicarle ni un minuto de mi pensamiento. Por supuesto tarea totalmente en balde.
Pero esto es hoy. Es de noche, ha hecho un  día muy frío y sereno, el aire aparecía limpio, pero ahora empieza a llover, cruzo la plaza que me lleva hasta la parada de taxis y pienso…¡Cuántas veces había ido con él allí..
Por el camino, todas las cosas, los escaparates , los rótulos, los anuncios parecen decirme: ¿te acuerdas?.. Claro que me acuerdo, pero hora todo ha terminado. Ya forma parte de un pasado que todavía duele al nombrarlo. Hay heridas que no acaban de cicatrizar nunca. Hay personas que no terminas de conocerlas nunca.
He llamado al taxi, pero éste no llega, desamparada, miro a un lado y a otro, noto que el frío penetra en mi cuerpo como alfileres de hielo. Me subo el cuello de la gabardina, las manos en los bolsillos, palpo algo, creo que es un clip, no sé como a ido a parar ahí, mis dedos juegan con él.
Pienso en la casa vacía y silenciosa  que me espera. Las lágrimas resbalan por mi rostro. ¿Dónde estará él? ¿Qué estará haciendo a estas horas? Quizá en estos momentos pasea feliz del brazo de una chica, perdidos entre la gente, como hacía cuando estaba conmigo, tal vez estén en una plaza parecida a esta, sentados a una mesa mientras comparten cena y confidencias del día.
Y yo me encuentro sola, la gente pasa a mi lado rozándome, llevan prisa y nadie me mira a la cara, nadie puede sospechar lo infeliz que me siento. No pueden imaginar que la fecha de hoy y el lugar para mi significa desesperación.
Sin darme cuenta dejo escapar un débil lamento y me pregunto en qué momento dejé de ser yo para convertirme en una mujer tan vacía Mis recuerdos se tiñen de rojo. Los recuerdos hacen que me estremezca. Me siento pequeña, menguo.Tiemblo y pienso en la próxima semana.
Los dedos se agitan en los bolsillos, las emociones, el mundo entero está en mis recuerdos, allí, con nosotros dos.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El encuentro















Después de mucho tiempo sin saber el uno del otro volvimos a coincidir a finales de otoño. Estuvimos juntos los días  que duró el  ciclo de conferencias, de nuevo compartimos en otra ciudad que no era la nuestra todas las horas del día y la noche y dormimos en la misma cama, ninguno de los dos mostramos síntoma de disgusto, mas bien al contrario, estábamos atentos el uno del otro procurando que la tensión no apareciera.
Aquella tarde, después de comer subimos a la habitación con la idea de  descansar un rato, pero sin darnos cuenta empezamos a hablar recordando el pasado. Yo de pie frente al fuego de la chimenea, con las manos cruzadas ante ella, y él reclinado en el sillón que estaba junto a la ventana.
Me escuchaba silencioso, apoyando los codos sobre las rodillas, sonriendo y mirándome, entonces  me pidió que me acercara a él.
 Una vez hube tomado asiento a su lado me atrajo hacia si y me besó. Nuestras bocas se llenaron de risas, felices de estar fundidas la una en la otra como en los buenos tiempos. No se decir cuanto rato permanecimos abrazados, entados uno junto al otro, pero me atrevería a decir que bastante.
Qué difícil es dejar de amar a una persona una vez se ha empezado a quererla
Me temo que somos opuestos y eso no es una buena mezcla para la convivencia
La imagen es de Alex Colville

martes, 10 de diciembre de 2013

Un mundo raro






















El mundo anda revuelto, desencajado. Suceden tantas cosas y a tal velocidad que me resulta difícil juzgar qué es y qué no es esencial, llevo tiempo dándole vueltas al asunto sin encontrar respuesta que me satisfaga, de ahí que tampoco encuentro mi lugar. Me abruma la doble moral, la hipocresía. Tampoco concibo  la deslealtad.

Nunca tuve una idea muy clara donde está el punto de inflexión, en qué momento acaba el después y empieza el ahora, qué se gana cerrando una puerta para abrir otra...
Sentimos nostalgia de lo que pudo ser, pero no fue. Incluso soñamos con volver  sabiendo que es imposible el retorno.
Desde que recuerdo me hago este tipo de preguntas, pero no me he atrevido a adentrarme en elucubraciones, por temor a desesperarme aún mas al no encontrar respuesta.Y todavía no me atrevo.
 Lo único que puedo decir, haciendo un pequeño esfuerzo, es que todos contemplamos la vida desde algún punto de una forma esperanzada.
Porque claro ¿Quién sabe?
La imagen es de Vicente Cervera.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Carta a Andrea


















Querida Andrea:
Te mando esta carta a la única dirección que tengo, aunque dudo que todavía sigas allí, pero no sé a qué otro sitio podría enviártela.
Espero que todavía quede algún conocido en el pueblo y que si estás leyendo esto sea desde tu casa de siempre; sería terrible que tú también hubieses tenido que irte como yo,  a la fuerza a vivir a otro sitio. 

Me pregunto si últimamente has visto a Cesar, me extraña que de pronto y sin avisar haya dejado de tener noticias suyas ¿Has recibido alguna carta de el? Yo  no, y esta incertidumbre me inquieta a la vez que me entristece.

A veces le imagino, al atardecer yendo calle arriba, solo, con el cuello del abrigo levantado, las manos en los bolsillos y la mirada baja pensando en dios sabe qué. Siento nostalgia de nuestros paseos diarios.

Por más que pienso no encuentro motivo que justifique su mutismo. Todavía le quiero muchísimo ¿sabes? A pesar de su silencio sigo pesando que todo se debe a un mal entendido y que el día menos pensado volveremos a encontrarnos y terminaremos arreglando nuestras diferencias.
De todos modos he llegado a la conclusión que cosas así suceden a diario.
En la próxima carta te contaré como llegué hasta aquí, y también todo lo que he encontrado y voy conociendo, aunque por el momento disfruto de mi soledad, aunque no te negaré que por momentos me entran muchas ganas de verte.
Por el momento me despido de ti porque tengo que salir
Con todo mi cariño
Imagen de Deborah Dewit

martes, 3 de diciembre de 2013

Robert Desnos























(Cuento de hadas )
Había una vez  (y fueron tantas veces)
un hombre que adoraba a una mujer.
Había una vez (la vez fue muchas veces)
que una mujer a un hombre idolatraba.
Había una vez (lo fue muchas más veces)
una mujer y un hombre que no amaban
o aquel o aquella que los adoraban.

Había una vez (tal vez sólo una vez)
una mujer y un hombre que se amaban.


domingo, 1 de diciembre de 2013

El encuentro


Aquel invierno yo trabajaba hasta muy tarde, de regreso a casa me divertía entretenerme por el camino observando mi imagen flotante en el cristal de los escaparates. Fue una de esas noches cuando me fijé en él por primera vez, me impactó ver su cuerpo reflejado junto al mío, pero sucedió todo tan rápido que enseguida me olvidé.
Por eso aquel día, cuando nos cruzamos en el portal justo cuando yo abría la puerta para entrar y él salía con su perro, quedé perpleja y dubitativa, mientras me preguntaba si lo que estaba viendo era real

Nos saludamos casi  con sorpresa y nos miramos con disimulo, pero noté que me sonreía de una forma muy extraña, y aunque aquel día no nos dijimos nada más, parecía como si supiéramos lo que iba a suceder.
No sé qué me pasó por la cabeza, quizá alguna extravagancia el caso es que nunca antes se me había presentado la ocasión de hacer algo semejante.
Pero me dije: Para qué demorar lo inminente, no crees que hay que vivir el momento. No ves que  debes intentarlo todo antes de ceder?
Por un lado corría el riesgo de equivocarme y que en realidad yo no le interesara lo mas mínimo, y, lo que era peor, me arriesgaba a reducir mis emociones si la osadía desembocaba en fracaso.
Todo esto tiene relación con la tendencia que tengo a idealizarlo todo.

Dejé a un lado el pudor y me dije que estaba dispuesta a todo, incluso a decir cualquier tontería con tal de agradarle, aunque de todos modos, pensé, se puede ser digno y locuaz ¿¿no?
Así que me armé de valor y salí a su encuentro, después de todo lo único cierto era, que me había pasado tanto tiempo imaginándolo y  resultaba que ahora estaba aquí.

Imagen de Jacques-Henri Latirgue