martes, 26 de noviembre de 2013

Hablar por hablar

















"No hace mucho experimenté en un ateneo la sensación de que el conferenciante había elegido un tema que le era absolutamente desconocido y por tanto no conseguía interesarme tanto como hubiera sido de esperar. Hablaba de cosas de las que no estaba convencido y sus argumentos eran débiles y simples. Además no había un pensamiento central o centralizador a lo largo de la conferencia..."

Apreciado señor Thoreau, siento decirle que las cosas no han cambiado mucho desde la fecha en que usted hacía esta afirmación en su libro Desobediencia civil, me atrevería a asegurar que las cosas están todavía peor que entonces. Basta con escuchar unos minutos de cualquier tertulia televisiva para darse cuenta que los tertulianos no tienen idea de que hablan, y no digamos de su convencimiento, algo parecido sucede con los fascículos coleccionables que tratan de cualquier tema, ya sea relojes, o abanicos, o lo que se tercie, creo que quien escribe echa mano de google y con un copiar y pegar está solucionado
Quizá tenga razón cuando dice aquello de..."una vida sin principios". Andamos algo desnortados, hemos perdido principios y rigor. A veces siento envidia de su valentía y me gustaría poder vivir en una cabaña como la que usted construyó a orillas de la laguna de Walden...pero sé que no sería capaz de vivir tanto tiempo sin una persona al lado con quién hablar....
Atentamente se despide de usted, una que echa de menos los principios


lunes, 25 de noviembre de 2013

Carta para ti

















Quiero que sepas, amor mío que desde que te conozco raramente  pasa un día sin que haya pensado en ti en el momento de dormirme y  al despertarme.
Con el paso de los días has llegado a ser un elemento importante en mi vida y creo que continuarás siéndolo hasta el fin de mi existencia. Si estoy triste, pensar en ti me sosiega
Cuando vienes a mi encuentro me entrego ciegamente a ti, porque eres a quien toda la vida he buscado  por todas partes y en todas las cosas. 
Para  vivir me hace falta tu proximidad, tus abrazos, tu aliento. No quiero que otras manos que no sean las tuyas recorran mi cuerpo.
Creo que en las cosas del corazón no hay que adelantarse, pues o sucede todo o no sucede nada, pero me conoces y sabes como soy, no puedo silenciar mis sentimientos, ni me avergüenza exteriorizarlos.
La mayor parte de las veces me olvido de cosas que son importantes para ti,  reconozco mis despistes y  te pido que no te enfades, se paciente conmigo.

Le escribí esta carta para que la leyera por la tarde, a la hora  que  cada día nos gustaba juntarnos en nuestro rincón favorito del jardín. Estábamos sentados los dos muy juntos. Las cabezas recostadas, yo, con los ojos cerrados. La leyó en silencio, cuando terminó la última línea alzó la vista hasta mí sin decir nada.Serio.
Yo, le pregunté:Crees que debo quedarme?
Y él respondió: Creo que ya te echo de menos
La imagen es de Vladimir Volegov.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Otra forma de viajar



Cuando era pequeña no descansé hasta que mis padres no me regalaron la "bola del mundo"y yo, feliz me dedicaba a recorrer ese mundo desconocido con el dedo, observaba todos los países, los que conocía y sobretodo aquellos que no sabía ni que existían. Ponía toda mi atención en que parte del mundo se encontraban, seguidamente cogía mi libro de geografía e historia y leía sobre las características del país y costumbres de sus gentes. Sentía tanta fascinación e impotencia al comprobar todo  lo que había por conocer fuera de mi entorno!. Fascinación por lo nuevo y desconocido, impotencia porque era consciente de que no llegaría jamás a visitar todo lo que me interesaba. Es algo parecido a lo que siento ante la montaña de libros pendientes, aunque eso sí, cada día la lista de autores y autoras es mas pequeño.
En fin...son reflexiones de un frío domingo mañanero de finales de noviembre que posiblemente lo dedique casi exclusivamente a leer...
Feliz domingo

sábado, 23 de noviembre de 2013

Aquellos días

Por la noche mientras él escribía, yo permanecía leyendo, ovillada en el sofá que se encontraba justo al lado de la ventana y de espaldas a su escritorio. La habitación era clara y acogedora, con algunos detalles en la decoración que la hacía romántica y elegante. Mas allá de la ventana el tiempo parecía detenerse. Aunque respetábamos nuestros silencios, alguna vez sentía la necesidad de comentar algún párrafo del libro, giraba la cabeza hasta él y si estaba concentrado me mantenía callada y seguía con la lectura, pero otras veces le hablaba y él, dejaba sobre el papel la pluma estilográfica que utilizaba para escribir desde que se la regalé al poco de conocernos, se quitaba las gafas y se echaba el pelo hacia atrás con la ayuda de las dos manos,mientras me escuchaba con atención.
No siempre era yo quien le distraía mientras escribía, pues había ratos que era él quien sentía el impulso de levantarse y  venir a mi lado, oía que me llamaba y su voz, resonaba tenue en el aire quieto de la habitación.
Mientras se acercaba  percibía casi el tacto de su piel. Yo, cerraba la boca intentando retener los suspiros que me provocaba la emoción de tenerle tan cerca. 

Después de todo ahora veo las cosas con una calma distinta, una atmósfera abatida y cruel en que las ventanas dejan que se filtre el silencio, aunque en mis sueños él sigue habitando mi presente

Imagen de Deborah Dewit

lunes, 18 de noviembre de 2013

Especies
























A ratos me alegra que exista esa gente, aunque muchas veces no tenga nada que decirles. Su tono pedante y su costumbre de no responder nunca directamente a las preguntas me altera, pero en ocasiones puede darse el caso de que gracias a ellos me entere de cosas interesantes.
Sin embargo, he desistido en tratarles al reparar que me resulta desagradable ver su sonrisa burlona mientras se preparan para exhibirse en breve.
Con esta decisión mi estado físico mejora y aunque es preciso discutir tanto lo absurdo como lo controvertido, salgo airosa de la situación con creces.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Mooch.-Dan Fante













El aspirante a escritor Bruno Dante lleva meses sin escribir una sola línea, bloqueado. Vive en un edificio de acogida para ex alcohólicos y se gana la vida vendiendo aspiradoras de puerta en puerta bajo el sol abrasador de Los Ángeles. Hasta que lo despiden. Desesperado, Bruno sigue el consejo de su hermano mayor en Alcohólicos Anónimos y empieza a trabajar en Consumibles Orbit, la empresa de venta telefónica del también ex adicto a la botella y ahora triunfador Eddy Kammegian. Bruno tiene un don especial para engatusar a la gente al teléfono, y antes de trabajar en Orbit ya vendía por teléfono con suma facilidad desde trasplantes de cabello hasta monedas raras o porno. Descartado el sueño de convertirse en escritor, Bruno se emplea a fondo en su nuevo trabajo y rápidamente acumula suculentas comisiones en forma de cheques. Parece que finalmente el antihéroe creado por Dan Fante podría sentar la cabeza y disfrutar de la vida cerca del océano, pero entonces se enamora de la mujer equivocada: la ex stripper mexicana y compañera de trabajo Jimmi Valiente. Bruno inicia una relación de amor-odio con la explosiva mexicana que lo llevará de nuevo a perder el control de su vida y a alejarse, una vez más, del sueño americano. 

Mooch es una novela no muy extensa, tampoco lo precisa. En tan solo 216 páginas narra en primera persona el día a día de Bruno, un perdedor que se pasa la vida borracho e intentando encontrar un trabajo para poder pagarse más bebida y el alquiler de  una vivienda, y aunque ande desesperado no deja de luchar por seguir adelante, Si cae una vez se levanta dos. Un hombre capaz de darlo todo por la mujer que ama aunque esta no se  lo merezca. Y que nos muestra que con voluntad las cosas pueden cambiar para mejor y que siempre hay una luz al final del túnel, eso no quiere decir que los problemas se terminen. No. La lucha siempre continua, pero es que Mooch no es un libro de final feliz, al contrario, es un libro muy realista.
En definitiva, un magnífico libro.

Noviembre
















La caída de las hojas.La lluvia.Viento. Cuando todo eso se junta sume en la melancolía a casi todos. Días de noviembre.Lo viejo ya ha hecho su función, es hora de desaparecer para dejar paso a lo nuevo cuando llegue la primavera. Bienvenido otoño, invierno, ya puedes pasar y quedarte ocupando el lugar que te pertenece, ponte cómodo pues estás en tu casa.
Imagen de Stanko Abadzic