miércoles, 31 de octubre de 2012

Algo parecido al amor













 El tomó su mano y la llevó hasta  la cama, despacio la despojó del vestido y los zapatos, le quitó las medias...mientras tanto ella no dejaba de pensar que no había en el mundo un hombre más atractivo que él, más dulce y cariñoso.

Con apenas un hilo de voz, acercando los labios a su oído la besaba y le decía: descansa, deja de pensar, no pienses en nada, no pienses más; que hoy quiero estar contigo, sentirme el dueño de tus emociones, poner fin a las reservas. Anhelo tenerte a mi lado, acortando distancias, desdibujemos tensiones. Siénteme íntegro, sin que la esperanza te distraiga, hundámanos en la inconsciencia recorriéndonos poco a poco, paso a paso nuestras intimidades.

 Pintura de Rob Hefferan

Mi madre, Maragaret Ogilvy.-J.M. Barrie













Pocos libros habrá en la historia literaria tan emotivos en recuerdo de una madre como éste del célebre creador de Peter Pan. No es de extrañar que el libro emocionara tanto a Borges -al igual que Barrie, adorador de R. L. Stevenson, y también muy ligado a su madre-, quien, admirado, se refirió a él en una de sus viejas reseñas de la revista «El hogar». Por lo demás, la obra está imbuida de un constante humor entrañable debido a la personalidad fascinante de esa Margaret Ogilvy, típica y sencilla matrona escocesa con una viva inteligencia natural que alimentó la imaginación de su hijo, guiándolo gustosa en su carrera de escritor cuando vio que nada podía hacer para impedirla.



















Como bien indica el título, el relato se centra sobretodo en la madre, una mujer de fuerte personalidad, con una gran vitalidad y gran lectora. Posee sentido del humor y es muy perspicaz, (aunque a mí también me ha parecido una mujer déspota y mandona) todo parece ir bien en la familia, pero el fallecimiento de David,el hijo preferido de ella produce una gran transformación en toda la familia, sobre todo en la madre que no consigue reponerse de la pérdida, este hecho afecta de tal manera a James que desde ese instante se obstina en imitar a su hermano fallecido a ver si así su madre reacciona.
El caso es que tanto James como su hermana consagran sus vidas a la de Margaret.
El libro está magníficamente bien escrito, con una prosa clara y sencilla  retrata a la perfección al niño introvertido que fue James, y sus inicios como escritor de artículos en un periódico, eso si, siempre con la aprobación de su madre, de hecho según cuenta en sus páginas ella era quien le enviaba relatos del pueblo y sus gentes y él los publicaba. Por cierto que suerte tuvo con el editor.
Me ha parecido una lectura emotiva y gratificante, ha conseguido que aflorara en mí mil sensaciones, al finalizar su lectura me he sentido conmocionada,sobre todo pensando en  la última parte. Imagino lo que tuvo que sufrir James, sintiéndose un niño no querido por su propia madre, su niñez debió vivirla de una forma horrible, probablemente preguntándose cosas de las que jamás obtuvo respuesta, quizá por eso se negaba a crecer.
Y precisamente de las últimas páginas dejo este párrafo que me parece brutal, inmenso...
Y ahora me veo privado de ellas, pero confío en que mi memoria pueda siempre regresar a esos felices días, no para recorrerlos apresuradamente sino para recrearme en uno u otro, del mismo modo que mi madre se pasea por mis libros. Y si yo también llego a vivir un tiempo en que la edad ensombrezca mi mente y el pasado se deslice hacia atrás como las sombras de la noche sobre la desnuda carretera del presente, no será, creo, mi juventud la que verá, sino la suya, no a un muchacho colgado de la falda de su madre y gritando....

martes, 30 de octubre de 2012

¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria...



¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria

del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?

Recuerdo y no recuerdo aquella historia 
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.

Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.

Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.

lunes, 29 de octubre de 2012

Domingos de cine






















Después de comer nos vestíamos con la ropa nueva que guardábamos para los domingos al rato nos encaminamos hasta el cine. Echaban dos películas, una era la "buena" y la otra alternaban la de romanos con la del oeste. A la media parte, el intermedio decíamos nosotros, salíamos a comprar algo para comer y algún refresco si teníamos sed.
El cine, era un cine  de pueblo que por supuesto hace años dejó de existir. El vestíbulo era amplio de  paredes mal pintadas y algo sucias, techo muy alto y luces pardas y amarillentas que apenas alumbraban. Al lado de la ventanilla  donde vendían las entradas había un viejecillo con un carrito de madera donde tenía expuestas a la la vista  toda clase de chucherías y que antes de entrar compramos.
El cine tenía dos plantas, pero a nosotros nos gustaba la planta de abajo, solíamos llegar temprano, un poco antes de que las luces se apagaran, nos gustaba entrar y elegir asiento, que casi siempre era el del rincón y a ser posible alejados de la vista de la gente.
Las luces se apagaban, invitando al silencio aunque éste nunca se instalaba del todo, pues no dejaba de escucharse una tos aquí y otra allá. También cuchicheos al oído acompañados de risas amortiguadas. Los cuerpos se acomodaban en la butacas de skay color granate y  las cabezas se inclinaban hasta el punto de juntarse por completo. Los brazos  se alzaban lentos hasta reposar sobre hombros impacientes que reclamaban la calidez y el peso de ellos. Manos de tacto suave y acariciadoras buscando el camino entre las piernas y los pliegues de la falda...
Ya ves tú qué nos importaba a nosotros que pusieran malas películas si tú y yo éramos los protagonistas de la mejor de todas, la nuestra propia, aquella que inspiraba a la mente y respondía a la llamada del deseo, Que despertaba y abría los ojos a lo nuevo, besos sueltos algunos de ellos robados.Todo era reciente, todo estaba por estrenar, por descubrir... 
Eran tardes de domingo, cuando los domingos todavía no estaban hechos de sobras de la semana.
Pintura de William E.Rochort 

domingo, 28 de octubre de 2012

Olor a otoño






















El día ha ido pasando,yo no tenía prisa alguna, así que he ido frenando hasta quedarme quieta. Sentada a ratos en el quicio de la puerta, y otros sobre la hierba que hay en los bordes del  caminito que lleva a la salida de la casa. Allí, esperaba a que pasaras. Las ventanas y las puertas que dan a la calle las he dejado abiertas de par en par, la brisa me ha traído  olor a otoño recien llegado. Algo mas lejos, donde queda el parque que da al río las voces de los niños me han hecho compañía, alguna que otra pitada de coches conducidos por personas presurosas que atravesaban la avenida que les llevaba quien sabe a que destino. Sobre  las ramas de los plataneros los pájaros gritaban. Oí un movimiento, como si de una sacudida se tratara, y levanté la vista, miré a los lados, primero hacia la izquierda, después hacia la derecha, pude observar a lo lejos una silueta que se parecía a ti avanzaba hacia mi con paso decidido y ligero, o eso  me pareció, claro que bien pudo ser una ilusión. El cielo pálido de la tarde se presentaba antojadizo. Los silencios, surgidos de no se sabe donde han sido mis cómplices por horas, como ves hablo de ellos en plural, y es que aunque a simple vista parecían idénticos no ha sido así, cada uno poseía una peculiaridad que lo difereciaba del otro. Qué poco cuesta hablar con el silencio, y a la vez qué contradictorio parece. No todo el mundo entiende este hecho, y es comprensible que así suceda.
Parece que a estas horas la sombra empieza a caer encima del mundo y sobre mis hombros todo calma, nada irrita.
Es hora de levantarse y cerrar puertas y ventanas antes de que llegue la negra noche, el relente no es bueno, está atardeciendo y el camino tiende a desparacer, lo mismo que tus huellas.
Mientras voy  hacia a la casa hablo en voz baja conmigo misma. Me sigo preguntando dónde fueron a parar las palabras que un día nos dijimos, dónde quedan los ratos compartidos, porqué para algunas personas resulta tan sencillo el olvido. En qué lugar se cruza el tiempo con el espacio y deciden borrar los hechos, qué poco clementes son con los que quedamos a la espera, pensando que no hay caso a que todo desaparezca.
Y a que se debe que  el pasado siempre sabe a pérdida y ausencia insostenible...

Cuandro de Xie Chuyu


miércoles, 24 de octubre de 2012

Flores en la grietas, de Richard Ford

















Contraportada
Este libro reúne por primera vez los textos memorialísticos y ensayísticos de Richard Ford, en los que reflexiona sobre la literatura y la vida, sobre la vida como germen de la literatura y sobre la literatura como indagación en los misterios de la vida. Hay textos íntimos como el recuerdo de un instante de felicidad con su padre o de la etapa adolescente que pasó en el hotel regentado por su abuelo tras la muerte de su progenitor. Y textos sobre literatura: el sentido de la escritura; el proceso creativo; del placer de la lectura; el cuento entendido como género de la audacia y la concentración narrativa; Chéjov como fuente de la que brota toda la cuentística contemporánea; Carver como ser humano, más allá del genio literario y del mito; la poderosa verdad narrativa de escritores como Richard Yates o James Salter... Un libro imprescindible para completar el canon fordiano, para descubrir sus fuentes de inspiración, las claves íntimas de su universo literario y su pasión de lector.













Que Richard Ford es un autor de culto nadie lo duda, he disfrutado con cada uno de sus libros que he tenido la suerte de leer, pero este último no me ha convencido. No se a ciencia cierta si el fallo ( a mi modo de ver, claro) está en que falta algo o por el contrario le sobra. Me ha resultado interesante lo que cuenta en él, pero una vez finalizado y a medida que  pasan los días mas convencida estoy de  no es lo que yo esperaba, quizá por el título creí que sería más biográfico que otra cosa, tengo la sensación que es un libro impuesto, forzado, sugerido, apresurado o como sea, pero que no está escrito de la manera que suele hacerlo, cuando le apetece  y le sale del alma; aún así  los textos  son maravillosos
Reflexiones sobre  literatura y vida como esta me ha gustado:
...no deseo que las reacciones de mis libros me afecten de tal manera que me vea obligado a tomar otra decisión acerca de qué escribir y qué no. Si sigo adelante, quiero sentirme libre para escribir lo que crea que puedo escribir bien, sea lo que fuere. Quiero que mis historias, si es posible, afecten a los lectores como la gran literatura me ha afectado a mi....
 Aunque también me ha encantado cuando relata la relación que mantuvo con su abuelo y vivía con él en el  hotel que regentaba.
Resalto especialmente los capítulos dedicados a Raymond Carver, resaltando su lado mas humano y  el gran escritor que era, que es...desconocía que hubiesen mantenido una estrecha amistad,  y de Chéjov,  centrándose sobre todo en La dama del perrito, ambos me han parecido magníficos.
También el análisis profundo que realiza de  la novela de  Richard Yates,  Revolutionary road , libro que por cierto no he leído, ni pensaba leerlo, pero que ahora he cambiado de opinión
También quiero resaltar las palabras que dedica a James Salter, escritor al que admiro mucho y he leído algunos de sus libros
En definitiva, y siempre según mi criterio, un libro correcto, porque está muy bien escrito, aunque su  lectura no creo en absoluto que sea imprescindible como afirma la contraportada .

miércoles, 10 de octubre de 2012

El viaje de Kokoshkin.- Hans Joachim Schädlich











Magnífica crónica narrada en primera persona y que transcurre entre varios tiempos . El presente con ambiente distendido y amable, incluso irónico con la gente que comparte viaje en  el barco que le lleva de vuelta a América, y el  pasado, cruel y doloroso a causa de las aberraciones políticas que le tocó vivir
Kokoshkin es mayor, tiene noventa y cinco años, pero siente el deseo de volver una vez mas, quizá sea la última  a los lugares que han formado parte de su vida, para ello envía un  mail a un amigo que conoció en una librería de viejo en Praga en el 1968

Jakub Hlavàcek, que así se llama su amigo  acepta  acompañarle y empiezan el trayecto  por San Petesburgo que es donde nacio y vivió Kokoshkin hasta la edad de cinco años, cuando asesinaron a su padre que en aquellos momentos era ministro del Gobierno Provisional. Tras el asesinato su madre y él se trasladan a Odesa junto al poeta Bunin y su esposa Vera, aunque al cabo de poco tienen que huir de nuevo y se deciden por Berlin, allí se convierten en cuidadanos apátridas igual que todos los emigrantes rusos de aquella época. Explica que asesinaron al padre de Nabokov al querer este  ayudar a su amigo Miliukov.
También habla sobre Gorki y su doble juego "Por un lado aceptaba dinero de Lenin y por otro criticaba el terror de lenin contra artistas e intelectuales rusos"

En Berlin estudia, pero la inminente llegada de los nazis hace que huya de nuevo, esta vez  viaja  solo y se dirige hacia Praga, allí conoce a Aline, su primer amor, también a los que escriben en el periódico Prager  Tagblatt, Max Brod, Johanes Urzidil, Alfred Polgard y Roda Roda, Friedrich Torberg y Egon Erwin Kisch.
Todo parece ir bien, pero la sombra de los nazis  está cada vez mas cerca, así que decide embarcarse hacia América.

Al principo del libro una pasajera le pregunta el porqué de su viaje, si es causa de la nostalgia, y  él responde:
 No. Sencillamente tenía que ver una vez más algunos lugares de mi pasado. San Petesburgo, Berlin, Praga, adonde me fui en el año mil novecientos treinta y tres y volví en el sesenta y ocho durante la llamada Primavera de Praga 

Me gusta, porque no mira el pasado con rencor, las cosas son como son y así deben aceptarse, y si a uno le toca dar tumbos por el mundo hasta encontrar su lugar  pues se da tumbos.
Tras el viajes, cuando baja del barco y pide un taxi, el taxista le pregunta a dónde le lleva, él responde :
A Boston
A casa.
Porque es así, uno es de donde hace su vida y forma sus raíces.
Una vez más leo un libro que me demuestra que para decir todo no hace falta llenar mil páginas, en este caso ciento setenta y seis sirven para dejarme maravillada.

viernes, 5 de octubre de 2012

Inmensidad













A simple vista no se aprecia ningún trazado, parece como si anduviera a tientas, haciéndole caso tan solo a su impulso
Con decisión se propone cambiar el rumbo de las cosas. De sus cosas. Aligerar la maleta abandonando palabras huecas y poner en lugar preferente las verdaderas.
Quiere irse. Marchar del lugar que le está consumiendo, pero antes de iniciar el trayecto , por un momento permanece inmóvil, observando a su alrededor  con valentía y decisión, y de esa manera, con ese gesto inigualable que da el saber lo que uno quiere, se propone ser el héroe de su propia existencia
Y así  fue como cautivado por  la inmensidad  que sus ojos contemplaban salió a la calle en busca del camino que desde ese momento dirigiría su rumbo encontrando el sendero que le llevaría a confraternizar  con el mundo