domingo, 26 de septiembre de 2010

Un domingo de otoño


A veces me sorprendo a misma con las cosas que me hacen feliz.
Hacía tiempo que no me sentía tan bien, quien lea el título de esta entrada y las primeras líneas imaginará un día de domingo extraordinario, haciendo cosas fuera de lo común, y en cierto modo así es, pero no se trata de cosas excitantes ni nada parecido.
Me he pasado la mañana de domingo en casa limpiando y ordenando. He recogido las hojas secas que han caído del ficus benjamín, he barrido el patio, he repasado todas las macetas, he visto que en una de ellas que un día planté(bueno exactamente no planté nada, sencillamente clavé un esqueje de no se que especie de planta) está brotando, su color es de un verde esperanzador.
He puesto lavadoras y secadoras. He cambiado la ropa de los armarios, he guardado la de verano y he sacado la de invierno. A todo esto me ha llamado mi hermana para vernos, le he dicho que no podía, que tenía trabajo, me ha preguntado de qué trabajo se trataba, cuando le he dicho que estaba en plan maruja total me ha respondido:"tú estás tonta", pero no le he hecho caso y he seguido con lo mío.
Me he probado alguna ropa de la temporada pasada, todo me va enorme, desde el inicio del verano voy perdiendo peso, al principio estaba contenta, ahora estoy algo extrañada, espero que no se deba a nada raro.
He hecho un descanso para ir a comprar pan, también he comprado una botella de buen cava. A la vuelta he hecho una comida que me ha salido rica rica.
También he estado ordenando libros, bueno a decir verdad he intentado colocar los libros que he ido comprando los dos últimos meses. No caben. Lo he intentado de todas las formas, posibles pero no caben.
He visto en la estantería de arriba, donde guardo los de la editorial Edhasa, El buen soldado de Ford Madox Ford, hace siglos que lo leí por primera vez, me apetece una nueva lectura de este libro que tanto me gustó. Me encanta como escribe Madox, pero sus manos me dan repelus. En fin, que empiezo la lectura del buen soldado y a ver si me atrevo a poner reseña un día de estos.
Me gusta mucho los libros que publica Edhasa, tengo unos cuantos.
A todo esto he llegado a la conclusión de que me estoy haciendo mayor, o mejor dicho, me estoy haciendo algo mas mayor de lo que ya soy

Compañero de trayecto


Edward Hooper cape cod evening 1939

El trayecto por si solo no es importante
Lo esencial es saber elegir la persona con quien recorrerlo
No digo que sea fácil, pero un día normal, mientras estamos haciendo algo normal surge el encuentro.
Y entonces todo cambia.
Lo que hasta ese momento son pesadillas se convierte en sueños con previsión de deslumbrante realidad.

Si ambos miran en la misma dirección descubrirán el camino que les está esperando y a algo mas de distancia una delgada línea que alerta del final de trayecto.

En ese momento desaparecen los miedos. Miedo a imaginar que no se está a la altura de lo que el uno ofrece y el otro recibe. Miedo a no ser capaz de dejar a un lado el miedo. Miedo a abandonarse al otro, a confiar plenamente en el otro. Todo se compone de miedo. El miedo es una gran trampa que muchas veces, quizá demasiadas gana la batalla.
Hay que ser valiente, hacer un pequeño o gran esfuerzo y entregarse al amor.
Desprenderse de tabús absurdos que no llevan a ninguna parte, decirle abiertamente a la persona amada lo que sentimos, expresar hasta agotar las palabras lo que con el tiempo ha ido ido agolpándose en la mente, en el pecho, en el estómago, en el corazón.
Porque la vida es el mejor viaje y no creo que exista mejor forma de realizarlo que cogidos de la mano, convencidos de que no es importante a donde vamos, sino con quien vamos.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Paseo de septiembre


Septiembre sigue siendo unos de mis meses preferidos, la temperatura está siendo estos días muy agradable, así que esta tarde he decidido salir a dar un paseo por los alrededores de donde vivo. Al abrir la puerta de la casa, la que da al exterior he notado el suave impacto de la brisa fresca dejándose caer sobre mi rostro, no me ha importado dejarme acariciar por ella, pero antes de salir he cogido un chal de color azul que estaba preparado sobre un sillón de piel color marrón que hay a la entrada del salón, me lo he echado de forma descuidada sobre los hombros mientras cerraba la puerta dando un pequeño golpe seco, sin llave. En el camino, esparcidas por el suelo habían muchas hojas, unas estaban secas, otras tenían manchas entre verde oscuro y marrones. Mientras las pisaba me preguntaba desde donde habrían llegado, cual sería su procedencia y qué fuerza había hecho que llegaran hasta ahí. He pensado-lo he pensado porque me encanta ese ruidito que hacen las hojas secas al pisarlas- que ha sido alguna fuerza que me conoce bien y ha querido obsequiarme con ese pequeño, pero para mi, inmenso placer.

He caminado despacio sin un rumbo fijo, cuando salgo a esa hora no me pongo meta alguna, disfruto dejándome llevar por la magia del atardecer, así han ido transcurriendo las horas hasta que sin darme cuenta he entrado en un bosquecillo, me he sentido atraída por un olor característico que se respiraba en el aire. He intentado recordar cerrando los ojos, a veces, cuando no recuerdo algo que se es importante cierro los ojos durante unos instantes al mismo tiempo que respiro hondo y acostumbra a dar buen resultado, pero hoy no ha sido así, y por mucho que me esforzaba no he conseguido acertar olor y recuerdo

Había manzanos, tan llenos de fruta que alguna de ella, la que sobraba y las ramas no podían sostener a causa del peso había caído encontrándose esparcida por el suelo, me he quitado el chal a la vez que me agachaba y he empezado a recoger manzanas, no se el rato que he permanecido agachada,. De nuevo he sentido cerca muy cerca de mí el olor, también el peso de una mirada sobre mi espalda.

Al sentir esa presencia cercana y amada no he experimentado temor alguno, al contrario me ha invadido una felicidad extraña, extraña por lo extraordinaria, me sentía tan bien que temía levantarme por miedo a romper el hechizo del momento.

No ha sucedido nada de eso, he escuchado tu voz invitándome a sentarme a tu lado. Di un respingo por la sorpresa, quería regañarte por no haberme llamado antes, pero al verte allí sentado en el banco de madera que hay junto al pozo de la cabaña me he emocionado.

Tu mirada decía todo, me mirabas tan intensamente, tus ojos desprendían tanto brillo que fui incapaz de decir nada, me acerqué despacio hasta llegar a ti, te quité las gafas, te besé en la frente y en los ojos.
Es una manía eso de besarte los ojos, bueno es nuestra manía. Una de tantas bellas manías .Cogí el libro que estabas leyendo mientras me sentaba a tu lado, tu mano acariciaba mi cabello. Dices que te gusta el olor de mi cabello. Y mientras leí en voz alta un párrafo al azar del libro de Robert Walser:

"¿Somos todos nosotros tan sólo imágenes para nuestros muy estimados congéneres? A veces así me lo parece"

"El sol es un dibujante maravilloso. En lo tocante al arte, es un mago. Qué buen narrador. Refiere sus historias en el más impecable tono de salón."

Y esos párrafos me dejan pensativa, así que cierro el libro y ambos quedamos callados, escuchando lo que nos decimos en silencio. Te amo, lo sabes ¿verdad? pase lo que pase te amo.


jueves, 23 de septiembre de 2010

José Maria Alvarez



Dejo vivir mi cuerpo y lo contemplo

Lo veo amar y lo veo escribir

Lo veo vivir. Y a veces

Somos uno en algún sitio

Acabaremos juntos

sábado, 11 de septiembre de 2010

Espuma de mar


Una y otra vez me hago las mismas preguntas
¿Adonde irán a parar los sueños que estuvieron a punto de realizarse pero por algún motivo no fue posible?
¿Adonde las promesas que por alguna causa no se cumplieron?
¿Adonde las ilusiones perdidas?
¿Adonde están los recuerdos que hicieron mella en el alma?
¿Y los olvidos que no aprendimos a recordarlos?
Esta tarde mientras paseaba han vuelto a mi mente las mismas preguntas.
Y he pensado en la posibilidad de que estén todos condensados entre la espuma de las olas del mar de media tarde que contemplaba.
Quizá vayan y vengan, quizá no desaparecen del todo, quizá no se pierden, quizá vayan al encuentro de alguien.
Es una posibilidad ¿no?

viernes, 10 de septiembre de 2010

Kenny Rogers - She Believes In Me

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Y ella cree en mí, nunca sabré lo que ella ve en mí
Le dije una vez que si ella aceptaba ser mi chica yo iba a cambiar el mundo
Con mis pequeñas canciones, estuve mal
Pero ella tiene fe en mí. Y yo trato con fe
Y quien sabe, quizás en una noche especial si mi canción es la correcta
Encontraré la manera, mientras ella espera, mientras ella espera por mí.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Tiritar o temblar




Al salir del trabajo empezó a llover, a pesar de haber escuchado por televisión la previsión meteorológica que alertaba del mal tiempo con avisos de lluvia y fuerte viento dejé el paraguas en casa pues antes de salir mire al cielo y observé que éste era de un azul tan intenso que dañaba la vista, así que creí improbable que lloviera horas mas tarde, pero me equivoqué, porque en cuestión de minutos unas nubes negras e inoportunas dejaron caer enormes gotas de lluvia empapando la ropa que se pegó a mi como si se tratara de una segunda piel filtrándose por todo el cuerpo.


Iba presurosa, se podría decir que corría y cuando me disponía a cruzar la calle para llegar hasta el lugar en que horas antes había aparcado el coche le vi.


Vi como sus pasos se dirigían hacia donde yo me encontraba, alzó la mano mientras la movía en forma de saludo al mismo tiempo que me llamaba por mi nombre, y en ese momento todo cambió, noté que una sacudida se producía en mi interior, pero por fuera no podía dejar de tiritar a causa del frío y la lluvia, y en ese momento me sorprendí a mi misma al darme cuenta que utilizamos distintos nombres para la misma sensación dependiendo del motivo que lo produzca, es decir si el temblor es producido por causas climatológicas decimos que tiritamos, pero si esa emoción, ese frío, viene de dentro por causas emocionales le llamamos estremecimiento.

La corriente interna que sentimos, que recorre todo nuestro cuerpo que motiva ese estremecimiento es increíble ¿verdad? y quién de nosotros no la ha sentido alguna vez a lo largo de la vida.





martes, 7 de septiembre de 2010

Francisco Brines



Cuando yo aún soy la vida

La vida me rodea, como en aquellos años
ya perdidos, con el mismo esplendor
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,
y un amor fatigado.

¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella verdad.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Cuando te pienso y te sueño


Miriam Briks

Cuando te sueño me gusta hacerlo imaginando que eres mucho más que un sueño, lo hago pensando en los muchos detalles que me enamoran de ti, esos que hacen que te diga mirándote a los ojos cuanto deseo que te quedes.

Cuando te pienso, los recuerdos se convierten en una mezcla de presente y pasado, y aunque se que tan solo se trata de eso, de pensamientos y sueños incompletos, te veo real y cercano. Imaginar tu presencia en mi hace que escuche mil sonidos distintos en la noche.

Y me gusta. Me gusta tanto que me veo corriendo apresurada mientras cruzo el jardín hasta llegar a la puerta de la entrada principal que da al salón y en el centro mezclado entre la gente te encuentras tú esperándome. Y es tan fantástico que aunque en esos momentos está lleno de gente solo me ves a mi.

Ante pensamientos y sueños, me hago preguntas, algunas de ellas bastante estúpidas y por eso me enfado conmigo misma.

Y me pregunto si en algún momento del día tú también me piensas, si cuando llega la noche y te quedas a solas contigo, momentos antes de que el sueño te venza, me sueñas.

Mis preguntas se convierten en deseos, deseos de respuestas afirmativas, pensamientos con imágenes elegantes, instantes acompañados de sensualidad, y besos de mil sabores.



miércoles, 1 de septiembre de 2010

Jorge Teillier


Gonzalo Sicre

Cuando en la tarde aparezco en los espejos...

Cuando en la tarde aparezco en los espejos
Cuando yo y la tarde queríamos unirnos
Tristemente nos despedimos
Tristemente nos hablamos en el espejo que disuelve las imágenes
Quién soy entonces
Quizás por un momento
De verdad soy yo que me encuentro

Quién soy yo sino nadie
Alguien que quisiera pasarse los días y los días
Como un solo domingo
Mirando los últimos reflejos del sol en los vidrios
Mirando a un anciano que da de comer a las palomas
Y a los evangélicos que predican el fin del mundo

Cuando en la tarde no soy nadie
Entonces las cosas me reconocen
Soy de nuevo pequeño
Soy quien debiera ser
Y la niebla borra la cara de los relojes en los campanarios.

De "En el mudo corazón del bosque" 1997