miércoles, 3 de febrero de 2010

Los viejos cafés



“Estoy solo entre un laberinto de espejos, como el niño perdido en un bosque poblado de fantasmas geométricos. Estoy cerca del piano al que arranca un pianista ciego valses marchitos y habaneras sentimentales.

. . . . . . . . . .


Este café es el café donde se ama, donde se sueña y donde se muere. Quizá porque amar y soñar es irse muriendo un poco. Todo parece estar sumido en una niebla de lírica decadencia, en una pura pena de no saber por qué.


Café mágico, donde, desde los lomos de sus elefantes sagrados –rojo pelouche de galas alfonsinas-, asisto a la agonía del año 1932. Ha resistido un año más este café romántico la seducción de la moda, el canto de las sirenas de níquel, obstinado y absorto, como esas viejas señoras que, arruinadas y venidas a menos, sacan la cabeza entre almenas de tul y tienen aún una mirada de protección para aquellos que ofrecen protegerlas.


Café de poetas y de enamorados. Café de citas que nunca se han de cumplir, porque, si la Gloria llega pocas veces hasta proyectarse en las últimas frentes pálidas de quienes escriben con la tinta horrible de los tinteros pobres, tampoco los enamorados de los divanes han de recibir jamás la visita del Príncipe Azul o de ña mujer hermosa y espectral que visita a los poetas sólo cuando duermen y no puede ser vista.


Mientras se desangra 1932 en las copas de grueso labio, al costado de mi juventud paso revista de amor por los divanes. Nada. No ha pasado el año, no se ha movido el tiempo. Aquí están, como figuras de cera, todos mis fieles amigos de los viejos cafés. Viene por las tardes a la mesa larga la tertulia de don Fidel, de don Lorenzo, de don Antonio… Todos recuerdan bien la guerra de Filipinas y de Cuba.”


“Recortes madrileños” (fragmento), artículo de Cesar González Ruano, publicado el 1 de enero de 1933.



19 comentarios:

  1. la Unesco debería declarar a ciertos cafés Patrimonio de la Humanidad. Y quien tenga potestad para ello, incluirlos en la lista de especies en vías de extinción.

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  2. González Ruano era un personaje que a mí personalmente no me caía especialmente bien. Pero como cronista tenía su mérito.
    Qué apasionantes años de la República, vistos desde ahora. Muchísimo.
    El tema de los cafés me interesa desde siempre. Anagrama, en su colección de ensayo, publicó hace tres años aprox. un libro, Poetica del café, que compré maravillado. Luego resultó malísimo y ni siquiera lo acabé. Pero la poética de café sigue apasionándome. Y tú, que manejas los hilos de los secretos de tus lectores, vas y publicas esto, este trozo, en que se destila lo mejor de la poética del café como espacio. Contigo...

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  3. Ahora que todas las cafeterías parecen peluquerías de diseño en serie donde no sabes si te han puesto una taza o un diseño de edición limitada de Agata Ruíz de la Prada, se agradecen rincones como el que regoge tu entrada.
    Un beso.

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  4. Precioso texto. Un poema.
    ¿Por qué nos gustan tanto los cafés que parecen, todo el tiempo, a punto de morir?

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  5. Los cafés siempre están a punto de morir (o matar).
    Yo también me quedo con las cafeterías oscuras, donde se paró el tiempo antes que el reloj.

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  6. Recuerdo hace unas navidades estuve en Viena, disfruté de lo lindo visitando sus cafeterías y sobre todo buscando la que iba Thomas Bernard.
    Y hablando de Viena y mi estancia, un día explicaré la anécdota que me maravilló, pero lo haré colocando una entrada de Snobismo de las golondrinas, libro de Mauricio Wiesenthal.

    Y ...

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  7. Los cafés han sido y son un elemento fundamental en la vida de muchos de nosotros, jlmartin63.

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  8. Eastrvber, a mi tampoco me gusta la figura de González Ruano, de quiejn me separan muchas más cosas que me unen, pero este artículo en concreto si me parece interesante.

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  9. Madi siempre tiene muy buen gusto Las hojas del roble.

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  10. Afortunadamente Rocio aún quedan lugares como éste, sólo hay que saber buscarlos, y por supuesto, disfrutarlos. Saludos.

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  11. Insisto Lanita, aún queda alguno por ahí, y muy acogedor.

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  12. Madi, Viena es la ciudad de los cafés, es toda una delicia recorrerlos y dejar que el tiempo transcurra en ellos. Personalmente mis preferidos son el Central y el Hawelka, aunque upongo que tu al mencionar a Thomas Bernhardt te refieres al Café Bräunerhof.

    Espero la anécdota...

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  13. Lo sé. Alguno conozco que recordaré siempre... y eso que no probé una gota de café.
    También recuerdo rememorando un viaje en solitario a París, a la vuelta, haciéndome la cultureta, le explicaba a una amiga que estuve una mañana en Le Flore, "el café donde se reunían a debatir los fundamentalistas"...
    Y me quedé tan ancha.
    (a los de pueblo no se nos puede sacar de casa...)

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  14. A mi me hizo mucha ilusión la inivtación de una amiga cuando en el mes de diciembre estuve en Madrid. Me llevo al Gijon y me encantó.

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  15. Por cierto Gaviero no se si recuerdas este enlace


    http://www.abretelibro.com/foro/viewtopic.php?f=33&t=28269&start=0//url

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  16. Veo el Central y el Hawelka de Gaviero, y sumo el Schwarzenberg.
    Mucha gente mayor, vestida de domingo. Un señora tocaba el piano de cola. Un señor que ya no cumplía los ochenta se arrancó a cantar con un sentimiento que jamás tendrán Bisbal y otros productos por el estilo.

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  17. Ostras Blanco, eso pinta fenomenal.
    Viena es una ciudad a la que volvería sin pensarlo, me gustó todo, lugares, gente, teatro...

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  18. Madi el hilo sobre los cafés es genial, como casi todos los tuyos. Un placer rellerlo.

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