domingo, 31 de enero de 2010

Otra visión de luna llena


Cuando sale la luna

se pierden las campanas

y aparecen las sendas


impenetrables.


Cuando sale la luna,

el mar cubre la tierra


y el corazón se siente


isla en el infinito.


Los versos de García Lorca me vienen a la mente mientras contemplo la luna llena en esta fría noche, tan lejos de ti. Me dejo acariciar por su luz azulada, faro que ilumina las sombras; todo me lleva a una sensación placentera.

De pronto algo cambia, hay una inquietud que brota en mi interior, una desazón; es como una agitación que me sacude, me siento buscado, y entonces comprendo, eres tu mi niña, notamos la ausencia, la lejanía; dos almas, dos mentes, dos cuerpos que luchan por hacerse uno.

Cierro los ojos y llega tu presencia, nunca un sueño alcanzó tal grado de realidad. Percibo con todos mis sentidos, tu respiración agitada, tu aroma, tu piel, el deseo que nos embarga a ambos, hasta que noto posarse tu boca en la mía, con una dulce suavidad primero, apenas un roce de labios, que en segundos provoca que nos desborde la pasión; quiero perderme en ti, y fijamos nuestras miradas, uno en los ojos del otro hasta sentir como nos fusionamos en un abrazo.

Y separando un instante nuestros labios, al oírte susurrar mi nombre se lo que estás esperando... y pronunció el tuyo, primero muy quedamente para en seguida, alzando la voz, proclamarlo en alto, gritándole al mundo tu nombre, que se enteren todos de que eres mi amada.

Luna llena


Esta noche me cuesta dormir, estaba acostada pero me sentía inquieta y he pensado en tomar un vaso de agua y después acercarme a la ventana, así que me he levantado y después de ir a la cocina me he acercado a ella. El suelo está frío, pero me gusta andar descalza, igual que cada noche, separo los visillos y dirijo la mirada al cielo. Es noche de luna llena. Siempre me ha impresionado la luna llena. Miro hacia abajo y observo la calle. No hay nadie, está completamente desierta. Hace algo de viento y bastante frío. Observo que las farolas desprenden una luz bastante pálida. Las noto tristes y algo apagadas como si estuvieran cansadas y apáticas. Me siento un poco triste, vuelvo a mirar el cielo y de nuevo veo las estrellas, estoy segura de que en una de ellas estás tú, pero por algún motivo que no acierto a comprender no te encuentro. No sé qué es lo que me impide ver con claridad.
No hay prisa, así que me tomo el tiempo necesario hasta que veo con claridad.
De nuevo bajo la vista y miro la calle y la veo más larga que de costumbre, miro y no veo el final, esa calle que de día la ando a estas horas tengo la sensación de no haberla transitado nunca.
Y así van pasando los minutos, las horas, esperando ver alguna huella que me lleve a ti.
Imaginando el reencuentro, hablando de coincidencias y viviendo en mí tu recuerdo que siento completamente vivo. Anhelando una casualidad que me lleve otra vez hasta ti.
Y mientras todo esto sucede, sin darme cuenta, mi respiración que hasta hace unos instantes era suave, ahora se agita, mis labios se humedecen y el corazón empieza a latir de una forma alarmante, el pulso se acelera y cierro los ojos. Cuando los cierro se asoma tu imagen ante mi, solo es un sueño, lo se. Pero es tan real…y empiezo a besarte con mi alma. Mi piel llama a tu piel, se reconocen, hablan entre ellas, se aman.
Nuestro beso es infinito, es beso de pasión, es regalo de amor. Somos nosotros impacientes y locos como cada vez que nos vemos. Tus labios en mi boca es como un tornado, me arrancas, me llamas, me acercas y no podemos separarnos.
Y mientras me tomas de la mano me invitas a perderme en tus brazos. Y yo acepto perderme en ellos mientras susurro tu nombre…desearía que al mismo tiempo susurraras el mío ¿lo harás?

jueves, 28 de enero de 2010

Celine Dion & Garou - Sous Le Vent

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Hay canciones que las escuchas y dan subidón.
Para mí, ésta causa ese efecto.
Ufff me encanta, cada vez que la escucho me gusta más. (sí lo sé, soy exagerada)

Vivir




A veces, en 
 días como hoy ; soleado y luminoso me gusta jugar a ser un poco salvaje y reírme del mundo.
Sin pensar en qué sucederá mañana.
En días como este me quito el reloj, qué poco me importa la hora.
No entran en mis planes respetar horarios.
Y me muevo feliz. Y pienso en la vida. Y creo. Y soy. Y siento.
No, no dudo, estoy segura de que me gusta la vida. Me gusta vivir mi vida.
Y reconozco que a veces ni yo misma me entiendo. No entiendo la vida por lo caprichosa que es.
Por la forma, un tanto cruel que disfruta jugando conmigo. Y a pesar de no ser capaz de comprender qué pasa y por qué decide cebarse en mí me gusta.
A pesar del dolor que a veces me produce, la acepto y asumo el riesgo, porque cuando pasa el dolor hace que reviva en mi todo lo bueno.
Y en mi interior afloran los mejores sentimientos .
Sentimientos nuevos que ni yo misma conocía. Y eso me hace grande.
Me convierte en mejor persona.

miércoles, 27 de enero de 2010

Sueño pendiente




“No te duermas todavía, vengo a cumplir con lo que te había prometido”. Me dirigía a ti, a punto ya de iniciar el merecido descanso después de una dura jornada de trabajo. “No, no abras los ojos, limítate a darme la mano y sígueme”. Y tras pronunciar estas palabras nos dejamos llevar por el mundo de los sueños.

“Ya puedes mirar” te dije, mientras observaba tu rostro entre las sombras del anochecer. Nos encontrábamos en una playa desierta en aquellos momentos, de enorme anchura y arena finísima, y el sol estaba ya a punto de sumergirse en el mar. Aún cogidos de la mano iniciamos un tranquilo paseo por la orilla sin pronunciar ninguna palabra. Hacía casi frío y se acababa de levantar un aire de poniente que acrecentaba la sensación de baja temperatura. Pegando a la playa había una pequeña casa baja, que contaba con un porche protegido por esteras de nudos colgantes para impedir el paso del aire pero que no impedía la observación del entorno. Allí nos dirigimos y nos sentamos para resguardarnos.

“Bueno ¿qué te parece este lugar?”, pregunte, y por primera vez escuché tu voz, “genial, la verdad es que estoy aún sorprendida”. Como note que continuabas con frío, entré en la casa y busqué un grueso chaquetón de lana que a pesar de quedarte enorme te pusiste. Estuvimos absortos contemplando la puesta de sol y cuando al fin desapareció en el mar te contemple y vi una expresión en tu rostro de paz y calma.

Enseguida empezaste a observar todo lo que se veía alrededor y preguntaste por una gran duna que cerraba uno de los lados de la playa. “Efectivamente, es una duna; el fuerte viento que sopla en esta playa ha ido formándola al depositar la arena que levanta sobre la montaña de pinos, que está haciendo desaparecer cubierta por ella”. “¿Y esas ruinas?”, seguiste preguntando; “Son los restos de la ciudad romana de Baelo Claudia de finales del siglo II a.C. y que fue famosa por la pesca, la industria del salazón y el Garum (una salsa derivada del mismo)”. La verdad es que resulta impresionante ver el yacimiento arqueológico bajo las sombras de la noche y al lado mismo del mar.

“Bueno ya está bien de hablar de realidades” comente, y echándote a reír me respondiste, “vamos entonces al mundo de la fantasía y la imaginación”, y te pusiste a hablarme del firmamento, de las estrellas; fuiste dándome a conocer las constelaciones, contando su historia, sus interpretaciones, los dobles sentidos que pueden darse sobre el cosmos. Yo estaba embelesado, y mis ojos no podían apartarse de tu cara, fija en el cielo, y que a la luz tenue de la noche me parecía perfecta. Y el placer de oír tu voz, las palabras surgían en voz baja, con una musicalidad que me tenía como hipnotizado. A esto habría que añadir tu aroma, el que emanaba de tus cabellos, de tu piel, todo me producía una sensación difícil de expresar con palabras; me sentía unido plenamente a ti. Volviste la cara y nos quedamos mirándonos a los ojos, sonreímos ambos y nos fundimos en un abrazo. Mis dedos acariciaron muy despacio tus mejillas, tus labios y, cerrando los ojos te devolví a tu cama y posando un leve beso en la frente susurre “ahora ya puedes quedarte dormida, y seguir soñando”.

Don Juan de Marco



En la vida solo hay cuatro cuestiones importantes: qué es sagrado, de que está hecho el espíritu, por qué vale la pena vivir y por qué vale la pena morir.Solo existe una respuesta: El amor.






¿Has amado alguna vez a una mujer hasta conseguir que rezumara leche como si estuviera dando a luz al mismo amor y sólo pudiese alimentarlo o reventar?. ¿Alguna vez has saboreado a una mujer hasta hacerla creer que podía quedar satisfecha solo consumiendo la lengua que la había devorado?. ¿Has amado de tal modo a una mujer que el sonido de tu voz en su oído provocara una explosión de placer de tal intensidad que sólo el llanto pudiese aliviarla?



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Toda mujer es un misterio por resolver, pero ninguna mujer le oculta nada a un amor verdadero. El color de su piel nos indica como debemos proceder, si posee el tono de una rosa en primavera, suave y pálida, hay que acariciarla para que abra sus pétalos con el ardor del sol. Y la piel pálida y pecosa de una pelirroja, evoca la lujuria de una ola que rompe en la playa. Removiendo lo que yace debajo y haciendo emerger el espumoso deleite del amor. Aunque ninguna metáfora describe con justicia el hecho de hacer el amor con una mujer la analogía más próxima sería la de tocar un instrumento musical poco común. Me pregunto si un violín estradivariuos siente el arrebato del violinista cuando éste extrae una sola nota perfecta de su corazón.

martes, 26 de enero de 2010

Me gustas cuando te gusto





Me gusta gustarte, por eso cuando se que vamos a vernos cuido mi ropa, mis complementos y mi lencería.

Me gusta que me encuentres sensual, que me veas segura y adivines lo que los demás son incapaces de ver

Me gusta que me mires, y, mientras descansas tu mirada en mí, sonrías.

Me gusta nuestro juego de seducción y dejarme seducir por ti.

Me gustan nuestros juegos.

Me gusta cómo nos reinventamos cada vez que estamos juntos.

Me gusta, que aunque hagamos lo mismo, cada momento que pasamos juntos sea único e irrepetible

Me gusta el contacto de tu piel en mi piel.

Me gusta que adivines mis pensamientos.

Me gusta la paz que me transmites

Me gusta las mil sensaciones que me produce verte.

Me gusta sentir como mis labios enloquecen ante la intensidad de los tuyos

Me gusta ver como palideces de placer cuando me miras.

Me gusta como enloquecemos y disfrutamos de nuestro amor sin límites.




lunes, 25 de enero de 2010

Maná

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Se ha despertado un día muy feo.
Siento frio. La tristeza gana al sosiego. No me gusta estar así. No me gusta sentir así.
Desde hace días que estoy genial y ahora de nuevo esto.

domingo, 24 de enero de 2010

Noche


Me gusta la noche, es uno de mis momentos preferidos del día; la soledad para la reflexión, la luz tenue de una sencilla lámpara de mesa, el silencio, apenas roto por el rasgueo de la pluma sobre el papel.


Empieza el desfile de sensaciones con la apertura del cuaderno de notas, todo un rito para mi, abrirlo apartando la goma elástica que lo mantiene cerrado, desenroscando la pluma estilográfica y disponiéndome a plasmar mis ideas, reflexiones y sentimientos en la hoja de papel, aún en blanco. Estos simples actos me proporcionan una sensación de calma y tranquilidad, recuperando el viejo gusto por la escritura a mano, hoy ya casi olvidado.


La primera palabra que rompe la superficie del papel es “querida”, no podía ser otra; pretendo hacerla llegar mis impresiones sobre como se ha desarrollado el día, como he sentido su ausencia, y a la vez repetirla que a pesar de todo siempre la llevo conmigo. No necesito saber más de ella, es suficiente con saberla ahí, siempre a mi lado. Y se, no me preguntes cómo, que a ti te pasa lo mismo, sientes igual que estoy contigo.


Hago una pausa y, levantándome de la silla, me acerco a la ventana y miro hacia el cielo; hoy está nublado pero ello no impide ver las estrellas y buscar la nuestra. Te imagino contemplándola tu también en este mismo instante y ello hace que estemos unidos.


Vuelvo a escribir y brotan mis sentimientos sin control, te digo lo que no hace falta ya que ambos lo sabemos, pero aún así me gusta escribirlo. Vuelco mis sueños, siempre contigo, vivencias que nos unen más día a día, o mejor habría que decir noche a noche. El sueño de ésta tendrás que adivinarlo, se que puedes hacerlo, y me comprometo a escribir muy pronto un sueño entre ambos.




Tengo una estrella



Cada noche antes de irme a dormir tengo por costumbre mirar por la ventana.
Me acerco, separo las cortinas de color crudo y apoyo el rostro contra el cristal, me gusta notar el frío en mi cara durante unos segundos, seguidamente la abro de par en par y dirigo la vista hacia el cielo.
Me gusta saber como está. Si es una noche cerrada con cielo nublado o si por el contrario el firmamento está nítido y puede verse las estrellas.
Esta noche, está resultando una noche estrellada, hay muchas, en el cielo se ven miles, quizás millones de ellas.
Luminosas y bonitas estrellas. Desconozco sus nombres,tampoco me hace falta saberlo.
Pero siempre reconozco la silueta de una, creo que me mira, que está puesta ahí en ese rincón del cielo expresamente para mí.
Alguien la envía para visitarme desplegando toda su luz sobre mi cuerpo, temblando,me dejo acariciar por ella, alarga su luminosidad hasta que está cerca y noto que desea cogerme de la mano.
No renuncio, me dejo llevar, y, durante unos minutos recorremos lugares que solo son reconocidos por nosotros. No sé cuanto poder posee, sólo sé que durante el rato que pasamos juntos me siento contagiada por su magia.
Ambos sabemos que uno y otro somos dos seres anónimos que no necesitamos nombre para ser el complemento perfecto

sábado, 23 de enero de 2010

Emocionarse


Esta mañana he salido a pasear, es una mañana bastante fría, pero no lluviosa. Mientras caminaba y observaba el paisaje iba pensando en las emociones, y me decía que es bueno emocionarse porque poseer la facultad de la emoción es sentir, es estar viva y exteriorizar esas emociones es vital para la salud.

Estamos acostumbrados a ocultar lo que sentimos, a callar palabras que deseamos decir y nos conformamos con vivir dentro de una norma, en el que no está bien visto exteriorizar, porque si lo haces es señal de debilidad

Yo creo que actuar de esa forma es un gran y grave error.

La vida pasa muy deprisa, y el mundo hace oídos sordos a lo bello que ocurre

Por qué no besamos más a menudo a quién amamos, padres, pareja, hijos, amigos…

Por qué no decimos más veces “te quiero” si lo estamos desando. Cuanta contradicción, lo deseamos, nos morimos por decírselo y debemos hacer grandes esfuerzos por pronunciar esas palabras.

Tenemos demasiados miedos. Miedo al qué dirán. Miedo a exponernos a hacer el ridículo ante esa persona. Miedo a sentirnos rechazados.Y el miedo nos puede

Pero qué más da si nos equivocamos de camino, siempre podemos volver atrás o regresar a donde estábamos. Lo importante es ser valiente y sentirse con fuerzas para lo que nos pueda venir, con lo que nos podamos encontrar, con alguna decisión importante que en algún momento inesperado debemos tomar.

No es tan difícil, solo hace falta observar nuestro alrededor, y ver que estamos rodeados de cosas bellas.

Somos afortunados, la belleza nos rodea, tenemos buena salud y gente que nos quiere.

Entonces ¿dónde está el problema? porque lo que está demostrado es que algo falla.

Cierra los ojos. Ciérralos. Quédate quieto así por unos segundos o minutos, o el tiempo que necesites para ver desde tu imaginación la imagen que más desees en estos momentos.

Quizá te lleves una sorpresa, quizá cuando lo descubras te sientas tan increíblemente bien, tan enamorado que desees con todas tus fuerzas que no termine esa imagen, y así decidas aguantar la respiración, porque si dejas salir el aire todo desaparecerá y tú éso es lo que menos quieres que suceda en estos momentos







viernes, 22 de enero de 2010

Para ti



El príncipe de las mareas



Sabiamos que esto iba a pasar... pero no deja de tomarte por sorpresa.
Abrazame que siento que me muero


La quieres más a ella, reconócelo.
No, solo hace más tiempo



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Y entonces miro al norte y pienso que se deberían repartir dos vidas a cada hombre y a cada mujer

jueves, 21 de enero de 2010

Lost In Translation

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Cuanto más sabes quién eres, y lo que quieres, menos te afectan las cosas.



- Tengo que irme, pero no voy a dejar que eso se interponga entre nosotros, ¿vale?
- Vale.





Estoy perdida. ¿Eso tiene arreglo?
- No. Sí. Ya se arreglará.
- ¿De veras? Fíjate en ti.
- Gracias. Cuánto más sabes quien eres y lo que quieres, menos te afectan las cosas.
- Ya. Esque aún no sé lo que quiero ser… ¿Sabes? Quise ser escritora pero odio lo que escribo y… intenté hacer fotos pero eran muy mediocres. Todas las chicas pasan por una fase de fotógrafas… y por querer un boli, ¿sabes? Y haces fotos tontas de tus pies…
- Ya lo averiguarás. No te preocupes por eso, sigue escribiendo.
- Pero esque soy mala.
- Eso es lo bueno.

miércoles, 20 de enero de 2010

Pasado y presente



Hace unos días recibí la llamada telefónica de una antigua amiga, el motivo era hacerme saber la celebración de un encuentro entre antiguos amigos, para tal celebración se había acordado una cena.

No soy partidaria de ese tipo de reencuentros, pero aún así acepté, en los días previos me sentí algo nerviosa, agitada, pero también extrañamente contenta.

Estuve pensando en la causa que me producía tal nerviosismo y de repente una imagen se cruzó por mi mente.
La imaginación me trasladó a un tiempo pasado, me vi en un lugar remoto y me pregunté cómo se puede olvidar algo que tan intensamente se vivió.
Y los sentimientos volvieron a aflorar y la piel se volvió a erizar.
De pronto sentí una imperiosa necesidad de verle, de saber que tal le ha ido por la vida, qué intereses tiene actualmente...
Sentimientos dormidos que de repente vuelven a despertar.

Me arreglé con esmero y mientras conducía mi coche me iba preguntando qué le diría, cómo le encontraría, cual sería su aspecto actual y por supuesto que efecto le producirá verme a mí.
Llegué al lugar acordado con algo de antelación, mis ojos recorrieron el recinto, buscando a todos, pero deseando verle a él.
Y le ví y me di cuenta de que somos lo que en un momento de nuestras vidas elegimos.

Durante estos años, en numerosas ocasiones me he preguntado que hubiera sido de nosotros, de mí; si hubiera aceptado la propuesta que una noche me hizo.
Y sus palabras vuelven a golpear mi memoria y las siento cercanas, como si ese instante por arte de magia hubiera quedado congelado.

Y escucho su voz fresca y joven que me dice “marchemos juntos”. No acepté, como siempre pudo más la cabeza que el corazón. Tampoco me arrepiento de la decisión que tomé aunque como he dicho un poco más arriba en más de una ocasión, en momentos de soledad me he hecho la pregunta ¿qué hubiera sucedido, cómo hubiese transcurrido mi vida, habría sido muy distinta a la que he llevado hasta ahora, hubiese sido más feliz? Hay momentos en que la vida te obliga a elegir. Y yo lo hice

Mi presente es otro, otras personas llenan mi vida. Por ejemplo ayer me preguntaste qué edad tengo. Hoy te respondo que varias primaveras, si la misma pregunta la hubieses hecho hace un tiempo mi respuesta hubiera sido, varios inviernos.

Me he dado cuenta que no se debe dar la espalda al tiempo, pero tampoco acumular preguntas que ya caducaron, los sentimientos que cuentan son los actuales, porque los que en un pasado se vivieron ya no pueden recuperarse, y lo que en su momento no se preguntó no merece la pena imaginar la respuesta. Porque para esas preguntas ya no hay respuestas.

martes, 19 de enero de 2010

La Travesía

Zarpamos con más de una hora de retraso, serían las 10 de la noche; mientras desatracábamos fueron muchos los viajeros que se quedaron en cubierta contemplando la maniobra; una vez que abandonamos el puerto y nos internamos en el mar, el viento que se levantó, haciendo aumentar la sensación de frío, hizo que poco a poco toda la gente buscará refugio en el interior.

La noche, a pesar de las bajas temperaturas, presentaba un aspecto agradable; un cielo totalmente despejado, sin una sola nube, permitía contemplar una enorme cantidad de estrellas y, además, la luna llena proporcionaba una luminosidad casi mágica. Hablamos sobre si entrábamos o no en cubierta y ambos estuvimos de acuerdo en permanecer fuera. Después de permanecer unos minutos acodados en la borda, y ante la espuma que nos salpicaba allí asomados, decidimos dar un paseo y finalmente nos sentamos en unas tumbonas de popa que quedaban relativamente protegidas del mal tiempo. Descubrimos unas mantas de viaje dobladas en el suelo, al lado de una escotilla, y cogiéndolas nos tapamos con ellas.

Estuvimos un buen rato en silencio, disfrutando del espectáculo de la noche estrellada. Después, fueron brotando las confesiones; de manera sencilla y sin ningún interés oculto nos contamos nuestras aspiraciones, los hechos y recuerdos principales de nuestras vidas, las sensaciones que, comprobamos sorprendidos, eran prácticamente vividas por cada uno de nosotros. Al ir desgranando confidencias, apreciamos que compartíamos igualmente sueños e inquietudes.

Fue toda una experiencia el descubrirnos cada no en el otro, y a la vez conocer a la otra persona y ver que nuestros sentimientos eran similares. Dejamos de hablar y nos limitamos a mirarnos a los ojos. Nos dejamos atrapar ambos y en esos momentos nos dimos cuenta de que ambos formábamos un solo ser. De manera instintiva nos buscamos los dos, y permanecimos abrazados, sintiendo el roce de nuestra piel, el olor de cada uno, y entonces nos hicimos una promesa, siendo conscientes de que aquella sería la única y última noche que estaríamos juntos, las noches de luna llena, estuviéramos donde estuviéramos, contemplaríamos el cielo y las estrellas, a poder ser, a la orilla del mar, y de esta forma volveríamos a estar juntos.

Los puentes de Madison


Y vuelves a atrapar mi tristeza para esconderla en tu bolsillo, para alejarla de mi... De nuevo has sembrado el jardín de mis pesadillas con nuevos sueños, con otras esperanzas... Y yo sigo llena de amor por todo aquello que te pertenece, llena de celos por todo lo que te roza y me quita un trocito de ti... Y tu sigues aquí, entregándome la vida en cada suspiro, suplicando por mis besos sin saber que ni siquiera tienes que pedirlos... Porque son tuyos, porque yo ya no soy mía, sino tuya".


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Los viejos sueños eran buenos sueños. No se cumplieron, pero me alegro de haberlos tenido".
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Por un momento no supe dónde estaba. Y por un instante pensé que él no me quería. Que le era fácil dejarme.


lunes, 18 de enero de 2010

Aprender a sentir


Sucedió hace un tiempo, recuerdo que pasé mal invierno, así que un día decidí hacer las maletas e iniciar un viaje, salí sin rumbo fijo, desconocía cuanto tiempo estaría fuera de mi ciudad.
Fui conduciendo durante kilómetros y kilómetros, solo paraba cuando mi atención captaba algún lugar hermoso o bien si acaso sentía el estómago vacío.

Al cabo de unos días llegué a un lugar que pese no haber visto jamás, sí había imaginado. Detuve el coche, busqué alojamiento. No habían hoteles, pero sí una casa a las afueras, entre mar y montaña.
No dudé en quedarme, tuve muy claro que mi estancia allí sería prolongada, así que pagué por adelantado el alquiler de bastantes meses.

A medida que transcurrían los días la apatía iba desapareciendo dejando paso a un sosiego y calma hasta el momento desconocido para mí.
Desapareció el nudo que habitaba en mi estómago permanentemente, empecé a dormir mucho mejor, y a sonreír sin que hubiera ningún motivo especial para ello.

Durante ese tiempo aprendí a sentir, algo que tenía bastante olvidado, me dejé acariciar por la brisa, pensé en el roce de tu piel con la mía. Y me propuse ser egoísta durante esos momentos, que no quise compartirlos con nadie

Imaginé que me acariciabas y al pensar en tus caricias la respiración se agitaba y la piel respiraba.
Y así pasé mucho tiempo, atrapando sentimientos, caricias y besos. Atrapando minutos, abandonada libremente hasta que tú llegaste y me abrazaste

domingo, 17 de enero de 2010

Un recuerdo, un sueño

En el atardecer del domingo surge el recuerdo, despertado por la sensación de calma y tranquilidad; me llega de manera imprevista. Hace ya mucho tiempo y aunque la situación permanece intacta en mi memoria, hoy se ve distorsionada en los que la vivimos; parece que este recuerdo se solapa con un sueño, que con fuerza imprevisible modificara aquel momento; se ha ido borrando tu rostro y en su lugar surge el de “ella”, mi mujer soñada.


Sea como sea, el recuerdo sigue vigente y no me resisto a rememorarlo sin tener lcaro cual es la verdadera protagonista del mismo.


Era otro frío atardecer de domingo invernal, ya prácticamente había caído la noche y estábamos refugiados en un casi vació pub del puerto de Folkestone; allí esperábamos que pasaran las dos o tres horas que faltaban para la salida del ferry que nos llevaría a Ostende. Cuando ya llevábamos casi una hora allí descubrimos en un rincón un viejo y destartalado piano; te acercaste y levantaste la tapa lo que hizo que el camarero que atendía el mostrador te dijera que podías tocar si te apetecía. Sin dudarlo te sentaste y, tras comprobar la afinación, tus dedos comenzaron a interpretar una de las Rapsodias húngaras de Listz (creo recordar que era la número 12). Cerré los ojos dejándome atrapar por la magia de tu música y cuando los abrí note tu mirada fija en mi cara. Me sonreíste levemente y continuaste tocando. Así estuvimos hasta el momento de abandonar el local para embarcar.


Luego vino la travesía; era una noche despejada de nubes y con mucho frío, pero a pesar del mismo decidimos pasar la mayor parte de la misma en cubierta. Nos hicimos con unas viejas mantas de viaje y nos sentamos en unas tumbonas a popa. La mayor parte del tiempo estuvimos sin hablar, limitándonos a contemplar las estrellas que se veían con enorme claridad en un cielo sin nubes. Poco a poco nos fuimos haciendo confidencias, nos dedicamos a exponer sin ningún tipo de ocultación nuestros más íntimos sentimientos y sensaciones. Pero esto es ya otra historia que tal vez recuerde en otro momento, o no.

Diario



Esto es en effet solo la influencia de su mente sobre la mía.

¡La misteriosa manera en que encaja nuestra relación! Y todo lo que me impone me produce una satisfacción tan profunda que termina por resultarme natural. Es parte de esa intuición de que él y yo, diferentes más allá de cualquier diferencia imaginable, formamos sin embargo un todo orgánico. Somos, como dije ayer, las dos caras de la moneda, separados, inconfundibles pero formando una unidad. No creo necesitar a otro para completar mi identidad, pero sin embargo al tenerlo, poseo algo que sin él me faltaría. De hecho somos, además, referencia crítica mutua, en la medida en que él me ve y yo me veo reflejada mejor de lo que aparento, pero no mejor de lo que SOY, y creo que a él le ocurre lo mismo. Es decir que al estar juntos es, además, un acto de fe de nosotros mismos.



Acabo de salir al jardín. El cielo está estrellado y la temperatura es suave. Las hojas de las palmeras son como plumas decaídas; la hierba parece suave, irreal, como musgo. Se oía el mar y sonaba una campanilla, y uno se preguntaba si era real o imaginario. Llegaban muchos sonidos; en las casas se oían los preparativos de la noche. Alguien trae comida del patio oscuro plagado de manchas

¿Ocurre siempre que cuando se mira una estrella las demás bailan, parpadean, cambian de sitio, parecen jugar adrede un juego para desconcertar al que mira?

Es extraño que a veces crea que las estrellas no son en absoluto solemnes: que son secretamente alegres. Es lo que he sentido esta noche. Me senté en una silla de mimbre y me apoyé en la pared. Pensé en el hombre que vivía en la casa en la que estaba apoyada- al alcance- al alcance de su voz. Recordé que hubo un tiempo en que este pensamiento me distraía. Podía ser distracción dulce pero ¡ahí estaba! Me quitaba energía para trabajar…Yo, por decirlo de algún modo, hacía de él mi relato. Pero eso es cosa del pasado…Son momentos superados.


Diario, de Katherine Mansfield

sábado, 16 de enero de 2010

Mañana de enero



La semana la empecé un poco triste y desanimada.
Tengo asumido que soy una persona vulnerable y cualquier cosa que me suceda por pequeña que sea me afecta. Ya sea para bien como para mal
Esta ha sido una semana fría y lluviosa.
Pero a medida que iban pasando los días mi estado de ánimo era distinto y así al final de la semana la transformación ha sido bastante positiva.
A esta hora de la mañana, en que estoy escribiendo estas líneas, me siento, tranquila, sosegada y noto cómo la semana termina bien, mis sentimientos son agradables y en mi mente hay nuevos proyectos. Puede que no sean nuevos. Seguro que no son nuevos, que estaban ahí esperando, pero hasta ahora han pasado desapercibidos.
Durante un tiempo acá me he dado cuenta de que es cierto lo que dicen, para que te quieran debes quererte tú primero.
Para que te valoren, debes valorarte tú primero.
Para que te respeten, la primera que debe respetarse es una misma.
Soy buena alumna, no por inteligencia, pero si por constancia. No pienso rendirme a pesar de los días de desánimo, así que seguiré en ello, continuaré el aprendizaje de descubrirme a mi misma y conocerme un poco mejor cada día.Es posible que ya me conozca, pero que los miedos entorpezca el trabajo.
Pero es que es la única manera de encontrar lo que se busca, de ser quien se quiere ser, y cuando esto se consiga, poder compartir que con quien se desee compartir, si es que hay algo que compartir claro.
Es un buen sábado el de hoy 16 de enero

viernes, 15 de enero de 2010

Su nombre

En la calma y el silcncio de la noche sintió crecer su nombre desde lo más profundo de su ser, brotando entre sus labios sin rozarlos, imperceptiblemente, casi sin hacer ruido, sólo un simple susurro. Y no pudo por menos que recordar los versos del poeta mexicano.



jueves, 14 de enero de 2010

Sueño

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Se que sólo era un sueño, pero se trataba de mí sueño.
Y estuvo a punto de cumplirse, pero a escasos milímetros de la meta se truncó y se hizo añicos.
Me sentí impotente y triste.
Durante muchos días llovió y llovió.
Hoy de nuevo luce el sol.

miércoles, 13 de enero de 2010

Te propongo

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Que esta noche susurres mi nombre como yo hago con el tuyo, a pesar de la distancia

El baile


“Las ampulosas cortinas de lujosa felpa fueron corridas manualmente por el propio Ángel Santiago, la coreógrafa Ruth Ulloa ubicó la radio Zenith sobre una bañadera de la escenografía de Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta, y precisó el punto adecuado de volumen para no dilatarse cuando la prima ballerina estuviese dispuesta, el cuidador de autos Nemesio Santelices pudi acrtar con la palanca que encendió hasta la última lágrima de la portentosa lámpara sobre las cabezas del auditorio…

… todos se callaron simultáneamente cuando la bailarina Victoria Ponce se posó delicadamente en el epicentro del foco de luz otoñal, y con el gesto afirmativo que usa una soprano para indicarle al pianista acompañante que ataque, le dio la orden a su maestra de que apretara la tecla de la radio con la música compuesta especialmente para ella por el señor Addis.”

El baile de la Victoria (Antonio Skarmeta)

martes, 12 de enero de 2010

El tren




Los miércoles viajo en tren, es un trayecto corto y rutinario, pero me gusta.
La escasa media hora que dura el viaje la dedico a leer (poco) o bien a mirar el paisaje, esto último es con lo que más disfruto.
Me gusta mucho mirar el mar por la mañana temprano. Me gusta ver a la gente que hace deporte, a las personas de la limpieza del ayuntamiento que limpia la arena, los barcos que se dirigen al puerto, me gusta ver lo tranquila que a esa hora está el agua, apenas se mueve y si hace sol me encanta el color pues tengo la sensación de que es plata líquida.

El último día me sucedió algo extraño. Y en consecuencia hice algo extraño o fuera de lo normal, y digo fuera de lo normal porque soy una persona a la que le gusta la rutina y no soy nada aventurera
El tren llegó puntual, subo, tomo asiento y abro mi libro. Me siento observada, levanto la vista y le veo a él. Sonríe y me pregunta qué leo, como respuesta le muestro la portada del libro, él que también tiene un libro entre las manos me enseña la suya. Entablamos conversación en torno a la lectura de ambos.
Transcurre unos minutos y cambia de conversación.
Dice que cada miércoles me ve a la misma hora, le respondo que no me he fijado en él. Ante este comentario observo que hace un gesto de desagrado.
Me pregunta si me dirijo al mismo lugar de cada semana, respondo afirmativamente y le pregunto si él también va al mismo lugar de cada miércoles, me dice que sí.
El día a cada minuto que pasa es más luminoso. Nos miramos y de nuevo reimos, ninguno de los dos decimos a qué lugar nos dirigimos ni el por qué de esa visita semanal.
No obstante me sugiere algo. Dice que hoy puede ser un buen día para cambiar el trayecto .Él está dispuesto a hacerlo y me pregunta si quiero seguirlo. Le digo que sí.
No sabemos nada el uno del otro. Pero decidimos pasar el día juntos. Desde ese instante nuestra conversación cambia de forma radical. Hablamos de mil cosas distintas, paseamos por distintos rincones, fuimos a tumbarnos en la hierba de un parque y sobre todo nos dedicamos a reir de mil tonterías.
A la hora acordada volvemos a la estación cada uno subimos a un vagón distinto, cada uno vuelve a su vida de siempre y es posible que no volvamos a coincidir nunca más

domingo, 10 de enero de 2010

El sueño

Y en la nevada y fría noche de invierno quiso soñar con ella...





...y fue sólo eso, un bello sueño.

Una película




Hay días en los que me despierto y tengo la sensación de estar viviendo en una película.

Una película mediocre, porque no me siento contenta, ni me creo la heroína, ni el protagonista decide quedarse conmigo.

Se que estoy dentro de esa historia, pero desconozco qué sentido tiene.

Cabe la posibilidad que se trate de una película de terror o quizás de una comedia, si es esto último se trata de una mala comedia, porque no consigo ver la gracia por ningún lado.

Al final estoy hecha un lío, no entiendo nada, desconozco por completo que papel desempeño, pero estoy segura que es un papel estúpido y que no va conmigo.
Cuando esto me sucede, envidio la superioridad de los ordenadores sobre las personas, porque ellos poseen una hermosa tecla con la facultad de reiniciar.
Le damos al botón y soluciona cualquier tipo de equivocación. Reinicias y listos. Y así, de esa manera tan sencilla empiezas de nuevo.
Cuando nosotros cometemos algún error, alguna estúpida equivocación y deseamos que la tierra nos trague o quedamos bloqueados por una mala información o expresión poco afortunada no podemos volver atrás, quedamos totalmente indefensos.

Las personas tenemos limitaciones y no podemos cambiar nuestra experiencia, tampoco nuestro pasado, ni las palabras que salen de nuestra boca

Las hemos dicho y ahí quedan para siempre. Porque no es cierto que se las lleva el viento.
Podemos arrepentirnos y adaptarnos a lo nuevo, pero seguimos con nuestras experiencias y nuestros errores.

No podemos borrar lo malo como si no hubiese existido.

Nuestra vida sigue su camino en función de nuestro pasado.
Las palabras y los hechos construyen la realidad y ahí está. Es nuestra realidad. Es nuestra vida. La que hemos escogido

sábado, 9 de enero de 2010

Qué es el cielo



Mi cielo hoy, lo miro y eres tú cuando me acaricias, cuando me abrazas fuerte y me miras a los ojos.
Cuando me enseñas lo sutil que puede ser sostener entrelazadas nuestras manos y me demuestras que el amor no solo significa acostarte...
Mi cielo es cuando te veo y me hablas...y me cuentas que para ti lo importante es amar con los defectos del otro, sin pretender ni desear que cambie.
Mi cielo es cuando me besas y me dices que los besos son regalos y deben aceptarse con los ojos abiertos y así hacer frente a lo que venga, porque con cada derrota que te depara la vida te haces más fuerte y con cada circunstancia se aprende algo nuevo.
Mientras miramos al cielo me dices que cada experiencia es irrepetible y eso mismo te hace construir tu camino,pero sin prisas, porque los los acontecimientos no deben apresurarse jamás...
Mi cielo es este instante que estoy viviendo, porque siento que estamos los dos juntos, caminando en la misma dirección...

La Identidad


Ella le tomó de la mano:
-¿Qué te pasa? Te has vuelto triste. Desde hace unos días me doy cuenta de que andas triste. ¿Qué te pasa?
-Nada, no pasa nada.
-Sí. Dime qué te pone triste en este momento.
-Imaginaba que eras otra persona.
-¿Cómo?
-Que eras otra persona que la que imagino.
Que me he equivocado sobre tu identidad.
-No te entiendo.
El veía una pila de sostenes. La triste pila de sostenes. La ridícula pila de sostenes. Pero, más allá, reaparecía enseguida el rostro real de Chantal sentada frente a él. Sentía el contacto de la mano de ella sobre la suya, y la impresión de tener enfrente a un extraño o a un traidor se eclipsaba rápidamente. Sonreía:
-Olvídalo. No he dicho nada.
La identidad, de Milan Kundera

viernes, 8 de enero de 2010

Zapatos italianos




La primera carta la escribí el mismo día en que regresé.
A la grisácea luz de la mañana, llegué a mi casa cruzando el hielo.
Mis mascotas parecían hambrientas, pese a que les había dejado comida más que suficiente. Cuando vi que ya habían saciado su hambre, me senté a la mesa de la cocina y le escribí una carta a Agnes:
Disculpa mi precipitada partida. Puede que me sobrepasara el hecho de verte sabiendo que te había causado tanto sufrimiento. Yo quería haber hablado contigo de muchas cosas y puede que tú hubieras querido preguntarme sobre muchas otras. Pero ya estoy de vuelta en mi isla. La banquisa sigue cubriendo las bahías y se mantiene firme en las playas. Espero que mi súbita desaparición no nos lleve a perder el contacto.
No modifiqué una sola palabra. Al día siguiente se la envié a través de Jansson, que no parecía haber notado mi ausencia. Naturalmente, le intrigó la carta. Pero no me hizo ningún comentario. Aquel día, ni siquiera le dolía nada.
Por la noche empecé a redactar una carta para Harriet y Louise conjuntamente, pese a que no había recibido respuesta a la anterior. Resultó una misiva demasiado larga. Además, comprendí que no era adecuada. No podía enviar una única carta para las dos, puesto que yo sólo intuía lo que una pensaba o sabía de la otra. Rompí la carta y empecé de nuevo. El gato estaba dormido en el sofá de la cocina mientras el perro suspiraba en el suelo, junto a los fogones. Intenté ver si le dolían las articulaciones. El nimal no viviría más allá del otoño. Y tampoco el gato.
Le escribí a Harriet, le pregunté cómo estaba. Era una pregunta absurda, puesto que, naturalmente, estaba mal. Pese a todo, le pregunté. La pregunta que habría sido natural fue imposible de formular. Despues, le hablé de nuestro viaje:
Visitamos la laguna. Estuve a punto de ahogarme y tú me salvaste. Ahora que me encuentro de nuevo en mi isla, he tomado conciencia de lo cerca que estuve de morir. Me habría congelado enseguida. Un minuto más en el agua, y todo habría acabado. Lo más extraordinario es, pese a todo, que me dio la sensación de que me perdonabas mientras me salvabas.
El solo recuerdo me erizó la piel. Aunque no por ello dejé de cavar mi hoyo en el hielo por las mañanas.
Zapatos italianos, de Henning Mankell

jueves, 7 de enero de 2010

Nostalgia


Fotografia de Chema Madoz

Hoy,igual que ayer, como cada día que pasa, cada minuto que transcurre, a cada instante...me acuerdo de ti.
Y he pensado en dejar vagar mi mente y quedarme un rato más aquí en lo que fue nuestro lugar preferido. Y será como si estuvieramos juntos, como en tiempos pasados... porque tengo cosas que contarte. Cosas que sólo a ti te las puedo decir. Cosas que sólo tú puedes llegar a comprender.

Pero ya no estás. Así que para hablar utilizaré la voz del silencio y te llegará con la fuerza de mi mente,y por muy lejos que estés se que me escucharás.

Deseo con todas mis fuerzas conservar todos nuestros recuerdos. Lo necesito. Aunque hay momentos en los que esos recuerdos no son tan claros como quisiera y noto que empiezan a difuminarse.

Incluso en algunos momentos carecen de la nitidez deseada y comienzan a transformarse en recuerdos borroso e incompletos...
Lucho para combatir con el olvido, pero la memoria se rie de mí.

miércoles, 6 de enero de 2010

Ronda nocturna



...He notado que en las noches blancas todas las desgracias de la vida parecen aplacarse, no se manifiestan, se esconden, no se las ve, y la paz se cierne sobre la gente y la naturaleza toda...Cuando hay noche blanca, gasta es raro que llueva, que se levante viento o que aparezcan ciclones. ¡Y eso que ya sabes cómo es el tiempo aquí en Píter!
O...el silencio, tal vez el fenómeno más sabio que existe. Por aquella época, yo estaba algo interesaso en Dios...Me había enamorado de una monjita...y el silencio aquel me producía todo tipo de pensamientos.
Una vez me dio la impresión de que si aguantaba la respiración podía escuchar cómo se elevaban al cielo las oraciones de ciertas personas, en concreto las de aquellas que habían sido privadas de toda esperanza de conseguir justicia y caridad en este mundo debido a las limitaciones de su conciencia.
Cuando una débil ola golpaba a los pedruscos de la costa, yo creía escuchar, en el rumor del reflujo, las oraciones de mi difunta abuela, que solía pasar horas postrada sobre una alfombrilla frente al icono, balbuceando letanías entre sus húmedos labios.
Cuántas veces no intenté descrifar las palabras del rezo..., pero jamás logré entender más allá de los "Oh señor, ten piedad de mí..." Solía burlarme de ella diciéndole que no conseguiría nada porque sus ruegos eran incomprensibles. Pero ella me hacía un guiño, y señalándome con un dedo tieso me aseguraba: "Dios todo lo oye...todo"
Ronda nocturna, de Mijail Kuráyev

martes, 5 de enero de 2010

Amor de perdición


Al anochecer hallándose solo, Simón se puso a escribir una larga carta, de la cual entresacamos los siguientes párrafos:

Te considero para mí perdida. Puede ser que yo no alcance a ver el nuevo sol. Todo a mi alrededor toma un aspecto fúnebre. Me parece que el frío de la sepultura ha empezado a penetrar en mi sangre y en mis huesos.

No puedo ser lo que tú querías que fuese. Mi pasión no se conforma con la desgracia. Eras mi vida entera. Creía tener la seguridad de que los sucesos no me privarían de ti. Sólo el temor de perderte, me mata. Lo que me queda del pasado es el valor de ir a buscar una muerte digna de ti y de mí. Si tú tienes fuerzas para una agonía lenta, yo no puedo resistirla.

Podría vivir con una pasión desgraciada; pero este rencor sin venganza es un infierno. Me perderás, Teresa; pero no quedará ahí un infame que te persiga después de mi muerte. Tengo celos de todos tus instantes. Tú te acordarás con ternura de tu esposo en el cielo, y nunca apartarás de mí los ojos de tu alma, para ver a tu lado al miserable que mató la realidad de tantas bellas esperanzas.

Esta carta la leerás sólo cuando yo ya esté en otro mundo mejor, esperando las oraciones de tus lágrimas. ¡Las oraciones! ¡Me admira este rayo de fe que ilumina en mis tinieblas…! Tú me has dado con el amor la religión, Teresa mía. Aún creo; no se apaga la luz que es tuya; pero la Providencia divina me ha desamparado.

Acuérdate de mí. Vive para explicar al mundo, con tu lealtad a una sombra, la razón por la que me trajiste a un abismo. Escucharás entonces, orgullosa, la voz del mundo, diciendo que eras digna de mí.

A la hora en que leas esta carta…

No le dejaron continuar las lagrimas ni, poco después, la presencia de Mariana…

Amor de perdición, de Camilo Castelo Branco

Luz de vísperas



Oyó cómo Ambrosius Hahn dejaba una carta por debajo de la puerta. Era de Ida y Christa:

Querido Mütz:


No sabemos si te llegará esta carta. Mamá nos escribió para contarnos que tenía un “proyecto nuevo de vida”.

Ahora sabemos cuánto te amaba. En este momento nos parece como si ella tuvieses todo cuanto admirábamos en ti: el valor, la audacia, el deseo de hacer el bien a los demás. Es más fácil verlo en un hombre que en una mujer.

Vive ahora en Viena en la misma casa donde tú naciste y donde estuvieron los niños de El Tallit y de la Casa de Santa Clara. Las monjas la han convertido en un hospital de guerra. Y allí es donde trabaja mamá, Sara Zucker y la Hermana Hilde.

Sabemos que es imposible comunicar con ellas mientras dura la guerra. Manuel Landau nos ha dicho que, a lo mejor, desde la Embajada Suiza se puede hacer algo, porque mamá es extranjera. Aquí se dicen cosas horribles. Algunos cuentan que los aviones aliados arrasarán todas las ciudades alemanas. Otros dicen que Hitler deporta a los judíos a campos de exterminio.

Las dos queremos decirte en este momento que tienes una deuda con nosotras. Nennolina nos contó la historia del tallit, cuando le preguntamos por qué le habías puesto ese nombre tan raro al orfanato. A nosotras- ya suponemos por qué- nunca nos dijiste qué significaba para ti ese paño que guardabas en el cajón de tu mesa. Pero, si estuvieses ahora nuestro lado, te pediríamos por favor que lo pusieras sobre tus hombros y nos dieses la bendición. No nos olvides. Algunas semillas que sembramos juntos no arraigaron, otras se ahogaron en la cizaña y muchas sirvieron para alimentar a los pájaros. Pero al menos ésta, solo ésta, debería caer en tierra buena y darnos fruto: encontrar a mamá.

Gustav pensó una vez más, en las palabras terribles de Carlota:” prometo no volver a escribirte ni en la hora de mayor necesidad”.

Luz de vísperas, de Mauricio Wiesenthal