martes, 19 de agosto de 2008

Eclipse

[por Gaviero]

Querido eclipse:

Gracias por tu visita de hace dos noches; no sabes bien la falta que me hacía una señal para devolverme a mi condición marinera, de oteador de sueños. Siempre has logrado conturbar el ánimo de quien te ha observado, unas veces con un sentimiento de miedo, como cuando nuestros antepasados, al ver tu presencia, temían que les robaras definitivamente la luna y les condenaras a la total oscuridad de la noche. En otras ocasiones, tu llegada ha sido el acicate necesario para despertar el placer del conocimiento y avivar la reflexión de los hombres.

Sea como sea, siempre has conseguido hacernos pensar, nunca has pasado desapercibido y nos has logrado envolver en el misterio y la magia de tu poder.

En mi caso particular, esta última aparición tuya ha sido gratificante, como siempre me has hecho pensar, buscar paralelismos entre tu como fenómeno y mi vida como hombre y gozador de sueños. Cuantas veces, contemplando uno de estos sueños, representados por la luna llena con todo su esplendor, hemos percibido un velo de sombra, de oscuridad, que amenazaba con destruir todo aquello que habíamos ido forjando tejiendo los suaves y delicados hilos de nuestra imaginación. Pero afortunadamente, las cosas vuelven a su ser, y tras tu paso, la luna (los sueños) vuelve a mostrarse en todo su esplendor.

Gracias eclipse, por devolverme mi sueño.

3 comentarios:

  1. Yo intenté mirar una vez un eclipse de sol, y fue una experiencia increible. Un eclipse lunar tiene que ser incluso más portentoso cuando puede devolvernos los sueños. Tu eclipse y tu carta, lo han hecho.

    Muchos besos, Gaviero.

    ResponderEliminar
  2. Gaviero con tu carta has hecho que vuelvan a mi memoria unas imagenes increibles, son de hace unos años.
    En ellas estoy yo con mis hijas, es el mes de agosto, media mañana creo recordar. Yo intentado enseñarles cómo deben mirar, ellas expectantes porque nunca habían visto un eclipse.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Yo no pude ver el eclipse, pero la noche siguiente me encontraba bailando en una terraza situada en lo alto de una colina. Al fondo, la bahía de Palma tenía un color casi irreal de puro bello. El color que le daba una luna llena rojiza que fué haciéndose cada vez más blanca y brillante a medida que avanzaba la noche. Cautivadora.

    ResponderEliminar